In(ter)versión en la obra de Alfaro

6 de octubre de 2007

El término inversión admite varias acepciones. Una de tantas se refiere a la posibilidad, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, de “emplear, gastar, colocar un caudal” y de “emplear u ocupar el tiempo”. Estas acepciones, en estos días que corren y con relación a la obra de Eloy Alfaro, tienen enorme predicamento: hoy se cita a Alfaro con corajudo entusiasmo y para todos los efectos, desde la derecha y desde la izquierda, se proclama con insistencia la viva herencia de su obra y se construye una obra en Montecristi de su rostro en la sede de la Asamblea… Se invierte, en definitiva, caudales y tiempo en, dicho sea con términos borgianos, “fatigar la infamia” en el supuesto ejercicio de homenajear su memoria.

El término inversión significa también “cambiar, sustituyéndolo por sus contrarios, la posición, el orden o el sentido de las cosas”. Y esta acepción se la puede aplicar también a la obra de Alfaro, en concreto y con crítica lúcida: este es, precisamente, el propósito de la intervención urbana que realizó el artista Óscar Santillán, con su obra titulada El arrastre. Repetición de un monumento que no se ha hecho, en la que Santillán repite en resina la escultura de Alfredo Palacio (el célebre “No me empujes”) que representa a Eloy Alfaro en cabeza de las masas, con la inversión, eso sí, de la posición que tiene Alfaro: en la obra de Santillán, Alfaro no aparece a la cabeza de esas masas, sino que es arrastrado por ellas. Como bien destaca Xavier Andrade, en los tiempos que corren “Alfaro está siendo nuevamente arrastrado, sugiere directamente la nueva obra de Oscar Santillán”: lo arrastramos, en uso de entre otros hostiles métodos, mediante el oportunismo ramplón de su invocación continua y la retórica vacía de los carajazos que lo adornan.

La intervención urbana de Santillán se realizó los días 27, 28 y 29 de septiembre en las calles Villamil y Alberto Reina, en pleno sector de la Bahía, y consistió en colocar sobre un precario mesón blanco la imitación de la escultura de Alfaro con la inversión anotada de su posición y permitir que la obra interactúe con las gentes que transitan en ese populoso sector de la ciudad y motive la reflexión, porque en palabras de Santillán, “los predicadores y los políticos profesionales afirman, siempre afirman; yo he decidido tomar la posición del que pregunta, como que nada sabe”. El Universo y El Comercio realizaron una cobertura de la intervención de Santillán y la excelente ciberbitácora de Rodolfo Kronfle Chambers registra varias fotos, un video y los textos de Xavier Andrade ‘Arrastrando a Alfaro’ y el de justificación de la obra, escrito por el propio Santillán. También pueden ustedes consultar la ciberbitácora de Santillán y realizar sus comentarios.

“Existe la sospecha de que nos complace una imagen del pasado como una postal memorable, congelado, para evitar descubrirnos cómplices de un delito prolongado”, escribe Santillán en el texto que justifica su obra. Y ese delito, me permito agregar yo, lo encubrimos a diario mediante la vacía retórica de ocasión. La intervención urbana de Santillán intenta develar esa sospecha mediante la provocación, la interacción con las gentes y la discusión pública. Solo resta desear que esta experiencia visual y reflexiva sea fecunda y se multiplique.

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