Matrimonio en campo abierto

19 de noviembre de 2008

Una idea común de la grey católica, evangélica y de otro personal de similar ralea es, dicho sea con palabras del cabecilla de la misma y de otras tantas ideas retrógradas, monseñor Arregui, que los homosexuales pueden llamar a su unión “de cualquier forma, menos matrimonio”. Esta idea suele hallar amparo en la idea tradicional que se tiene y se divulga sobre la institución matrimonial. Esta idea no solo que constituye, en esencia y de manera evidente, la falacia de apelación a la tradición (argumentum ad antiquitatem) sino que, para mayor inri, se erige sobre premisas falsas: el matrimonio no fue siempre, ni mucho menos, aquella sacra y ritual institución en los términos ramplones en que suele ensalzarlo esta grey.

De la larga y compleja historia de esta institución (en esencia) mercantil que llamamos matrimonio tenemos la erudita narración de Stephanie Coontz en Marriage, a history. From obedience to intimacy or how love conquered marriage (el libro se puede, o se podía conseguir, en Mr Books y en Librimundi, traducido al español). El libro resulta interesante, en particular, como herramienta útil para desasnar a tanto papanatas que pretende fundamentar una discriminación actual en una historia que no conoce, y su amplia generosidad en detalles, matices y enfoques ilustran, sin asomo de aburrimiento (sensación a la que los matrimonios son muy propensos) el objeto de su estudio. Así, Coontz nos cuenta (Pág. 145-147) la historia del ingenioso obispo parisién Pedro Lombardo, quien argumentó que si la consumación de la relación sexual era necesaria para que un matrimonio se considere válido, María y José no habrían estado legalmente casados; a partir de esta premisa, el buen Pedrito argumenta que un intercambio de promesas dichas en tiempo presente “hacía que un matrimonio fuera legal y sacramentalmente vinculante aun en el caso de que la pareja no mantuviera relaciones sexuales”. Coontz constata que las opiniones de Lombardo “llegaron a ser la enseñanza oficial de la Iglesia”, y afirma, tajante: “la doctrina de Lombardo se redujo a lo siguiente […] Si una joven decía, utilizando el tiempo presente: ‘Te acepto como esposo’ y el muchacho respondía ‘te acepto como esposa’, quedaban casados, con o sin testigos, amonestaciones, bendiciones o cualquier otra cosa, así dijeran las palabras en una capilla, una cocina, un campo abierto o un granero, hubieran tenido o no relaciones sexuales, o hubieran convivido o no bajo el mismo techo. […] El principio básico del matrimonio cristiano era que el consentimiento de las dos partes creaba un vínculo indestructible [por lo que] en la Europa medieval era más fácil casarse sin el permiso de los padres y los superiores en el orden social de lo que había sido antes o de lo que aún era en la mayoría de los reinos o imperios contemporáneos”.

Omito cualquier referencia (aunque mucho podría decirse al respecto como contribución a este debate) a la institución matrimonial como vínculo comercial, cual es su auténtica naturaleza (no poco podría decirse también de su función como opresora de la mujer). Me interesa destacar, para efectos de este post, que resulta difícil argumentar el respeto a la tradición de un acto cuya historia lo revela tan prosaico que podía ejecutárselo a campo abierto o en un granero y en el que el detalle importante era el consentimiento de los involucrados. Si yo fuera homosexual, no tendría (como no lo tengo en mi condición de heterosexual) ningún interés en la institución del matrimonio; pero entiendo muy bien que algunos homosexuales se sientan discriminados porque otras parejas si participan de una institución de la que ellos no pueden participar, más todavía, si los “argumentos” para esa discriminación se reducen a la etimología de la palabra matrimonio* y a una apelación a la tradición que, vista en su contexto histórico y (más todavía) analizada a la luz de las circunstancias actuales, carece de toda validez.

* Vuelta a monseñor Arregui, luz de luces en estos tópicos: “matrimonio viene de madre, matrimonio es dos seres que se unen para traer vida. Matrimonio es fecundidad y esto descalifica a la unión de homosexuales”. Si nos tomamos en serio esta necedad, tenemos buenas noticias para los ociosos: la palabra trabajo “deriva del latín vulgar trepaliare ‘torturar’ de tripalium ‘cierto instrumento de tortura’” (Gómez de Silva, Guido, Breve diccionario etimológico de la lengua española, Pág. 686). La prohibición de la tortura tiene rango constitucional y aval del derecho internacional (en condición de jus cogens). Tonces, chau camello. ¿Ridículo, no?

P.S.- Como nunca falta alguien que sobra (Charly dixit) me permito aclarar que, con todos los antecedentes antes expresados, hago expresa referencia al derecho de los miembros de la comunidad GLBTT a exigirle al Estado que elimine en el matrimonio civil la prohibición para que los miembros de esa comunidad puedan ejecutar ese acto civil. No sugiero en ningún momento que se le deba imponer a ninguna iglesia la obligación de reconocer, en su seno, los matrimonios de parejas homosexuales: una imposición de esa índole sería ilegítima, tanto como lo es (por supuesto) que los miembros de las iglesias pretendan imponernos sus creencias a quienes no participamos de ellas.

28 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero pasa que sucede que la palabra matrimonio en la Real Academia de la Lengua se define como la unión entre hombre y mujer, lo que suma un punto para Arregui.

Sin embargo llámese como se llame es necesario que el Estado valide la unión de dos personas del mismo sexo. Las religiones, sectas o pandereteros varios están en su derecho de hacer lo que quieran con sus creencias pero sin meterse en la vida de quienes no las comparten.

Perla de Arregui cuando le preguntaron si los homosexuales vivían en pecado "Siempre y cuando tengan relaciones sexuales". Es decir que el viejo in & out es el termómetro del pecado.

observador dijo...

No necesitan exigir nada. Solo deben jurarse amor eterno y luego irse a 'dormir juntitos' (como dice la canción) durante un buen tiempo (dos años creo que era) para que su unión tenga los mismos derechos y obligaciones que un matrimonio.

Está en la Constitución (Artículo 68). Debieron meter uno más de relleno para que sea justo el 69!

Luis dijo...

Mucho de esencialismo en el lenguaje, propio de la metafísica platónica.
El lenguaje es convencional, Borges sostuvo, mediante esta brillante proposición, que los hechos (evidencia empírica) corroboran como verdadera, "todo lenguaje es un alfabeto de simbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten...".

En este sentido, la gran mayoría entendemos que, matrimonio homosexual, es una expresión que denota la unión entre una pareja del mismo sexo.

Si la Real Academia de la Lengua pretende mantener un vínculo con lo que sucede en el mundo real, entonces deberá reformular ciertas definiciones.
¿A quién le importa lo que diga un "erudito" o grupo de "eruditos", si lo que ellos sostienen no se puede constatar fácticamente?

Saludos.

Ernesto Yitux dijo...

Lo que pasa es que cierto grupo con creencias ridìculas (a mi parecer, como siempre digo respetar no implica ser politicamente correcto) se adjudican el derecho de intervenir y presionar a quienes legislan para imponernos su modo de visiòn de las cosas.

Con respecto a los homosexuales, tampoco e entendido por què hay homosexuales que dicen que quisieran que la Iglesia los aceptara. Si a mi una religiòn me dice que vivo en pecado, que soy impuro, antinatural y que diosito me ve con malos ojos, simplemente me largo de esa secta y creo otra, no espero a que me acepten.

Ojalà algún día se puedan casar tranquilos. Pues a la final el matrimonio no es más que un contrato libre entre personas que pactan vivir su vida jutos, y sirve para temas legales como bienes, hijos, etc en caso de separaciòn. Basado en que es un contrato entre personas, el mismo debería poder darse entre heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transgèneros o lo que sea.

Anónimo dijo...

yo en cambio puedo concordar con arregui en que matrimonio sea fecundidad. lo que no concuerdo es que de eso se siga la descalificación de las uniones no heterosexuales, o para más inri, de otras formas de asociación voluntaria no necesariamente con motivaciones económicas.

la discriminación de la ley está en que fue solo esa forma de unión (la que en principio se motive aunque no necesariamente resulte en prole) la que recibió reconocimiento legal, protección y beneficios, y el prestigio social que la legitimación conlleva. por eso apoyo la moción de que el matrimonio no se restrinja a los heterosexuales, pero creo que mejor sería abolir el matrimonio como institución legal y dar paso a uniones civiles con mínima definición e intervención de la ley.

en el blog de JM León (imputación política) estamos en una conversa sobre estos temas y ahí expuse con más detalles lo que pienso.

por cierto, el trabajo sí puede ser tortura. ¡oy a mandarme una moción en ese sentido y citar a la autoridad arregui.

azul

Xavier dijo...

Fernando: no me interesa tanto la definición de la RAE como las razones para mantenerla (los académicos suelen andar a paso de tortuga, además). Las razones históricas no conceden el basamento suficiente a quienes defienden la prohibición del matrimonio homosexual y las circunstancias actuales (mucho puede decirse al respecto, desde la perspectiva de los derechos -en particular, el derecho a la no discriminación- y desde la perspectiva de la experiencia comparada) parecen amparar la postura de quienes defendemos el que el matrimonio homosexual sea válido.
A mí, en particular, me encanta que el viejo "in-out, in-out", dear droggy, sea el termómetro del pecado porque (Sabina dixit) "me encanta que haya religiones porque me encanta pecar". Aclaro: en lo personal, soy incapaz de experimentar la sensación de pecado (no soy cristiano, con lo cual...): lo que me encanta es la transgresión social de pecar (ese es el sentido de la frase de Sabina, entiendo). Se trata, entonces, de enojar al párroco (o sea, a Arreguis y papanatas de esa laya: para lo que sirven).
DoctorObservador: no es tan simple. Si un Estado de derecho postula la igualdad de las personas y el derecho a la no discrimación ese Estado de derecho tiene que ofrecernos poderosas razones para justificar una distinción en el trato a las personas que viven bajo su jurisdicción. Yo no encuentro ninguna poderosa razón como no sean los habituales prejuicios para que se mantenga esa distinción en la posibilidad de contraer matrimonio para las personas de orientación sexual homosexual, con lo cual esa distinción se convierte en discriminatoria y, en consecuencia, debería erradicársela del ordenamiento jurídico. No vale el que de todas maneras tengan los homosexuales otra forma de generar vínculos jurídicos: existe en el ordenamiento jurídico una norma que discrimina y, lo lógico (salvo que se encuentren sólidas razones para mantenerla) es que se la extirpe.
Sobre lo del artículo 69, sería más apropiado que se establezca, sin distinción de orientación sexual, el derecho a la fellatio retributiva (o "cláusula del pete mutuo") como un animoso derecho ciudadano.
Luis, me interesa mucho lo que dice un erudito o un ígnaro, en la medida en que ofrezca razones. No se me olvida que según Bierce erudición es el "polvo sacudido de un libro sobre una cabeza hueca" pero eso no empece el que la erudición en materia histórica, cuando cumple con el próposito de todo historiador honesto (al decir de Ignatieff) de disminuir el número de mentiras admitidas, es útil para el debate. Y el libro de Coontz funciona en ese sentido y permite desasnar a mucho papanatas que no sabe de historia pero que, no obstante, la alega a su favor. Yitux, de acuerdo, muy de acuerdo. Azul, lo de la fecunidad, ummmm, hay que discutirlo. Primero, porque no sé hasta qué punto tenga que ser un elemento esencial de la unión matrionial y, segundo, porque habría que probar (con elementos científicos, no con burdos prejuicios) que los homosexuales no deberían adoptar. Todo un tema para el debate. Yo también apoyo esa moción que formulas y me atrevo a proponerla en términos de "matrimonio per tutti o para nadie". Sobre la prohibición del trabajo el libro de Paul Lafargue, El derecho a la pereza, es una delicia que no puedes perderte. Salute a tutti.

Luis dijo...

Por eso fui categórico: "¿A quién le importa lo que diga un "erudito" o grupo de "eruditos", SI LO QUE ELLOS SOSTIENEN NO SE PUEDE CONSTATAR FÁCTICAMENTE?"

En esa misma línea, la erudición de los teólogos solo debe importar a los creyentes, a quienes, contrario a "Santo" Tomás -y de San Pedro "la Piedra" luego de su tercera negación-, tienen FE (están convencidos de la existencia de las cosas que no se perciben por los sentidos).

Y cerrando con los eruditos del Castellano, suficiente sangre corrió en las colonias, como para que ahora nos pretendan disciplinar mediante la técnica de la codificación de los términos. El lenguaje, en sí mismo, es una forma de violencia.

Claro, la técnica de la constitucionalización (positivización) de los derechos morales "naturales", como el de la no discriminación arbitraria, eliminará las discriminaciones futuras. No seamos ingenuos, no es más que FETICHISMO LEGALISTA.

Saludos.

observador dijo...

Encuentro muy claros tus argumentos Xavier, y creo que con esa misma claridad debieron ser expuestos por todos los promotores de esta norma antes de la consulta. Así cada quién decidía de acuerdo con sus creencias. Pero parece que así son las campañas, hay que mentir un poco para conseguir las cosas. Caracteristica muy reprochada a la partidocracia por cierto, que creo este gobierno revolucionario no debería utilizar.

Que sigan la doctrina de Lombardo y se matrimonien en cualquier lugar con un simple "yo te acepto". Para qué involucrar a un Juez o al Estado.

No tengo nada en contra de los homosexuales, pero algún significado debe tener que solo a los humanos se nos ocurra copular con seres del mismo sexo, o con cadáveres, con seres de otra especie, con los crios de la nuestra, con objetos, etc.

Es chevere ser open minded, sobre todo cuando eres joven y no tienes la vida de otras personas a tu cargo.

Anónimo dijo...

a ver, a ver. yo creo que es mejor decir abiertamente 'detesto la homosexualidad' como dice mi madre, a hacernos los neutrales 'no tengo nada en contra, PERO...' y encima salir con imprecisiones.

por cierto, los humanos no somos los únicos animales que copulamos por placer, ni los únicos que nos masturbamos, ni los únicos incestuosos, ni los únicos mariquitas de la fauna terrícola. (por cierto, si lo fuéramos, ¿y? los criterios de 'bueno' o 'malo' no dependen de lo que hacen las otras especies, pues) en todo caso, si pretendemos racionalizar nuestros prejuicios, deberíamos hacer un mejor intento por informarnos al menos.

yo creo que el estado debería estar fuera de las alcobas, sí. pero ya que decidió inmiscuirse y legislar sobre matrimonio debe hacerlo sin discriminación.

cuando dije que podía aceptar el criterio de arregui sobre que el matrimonio fuera procreación, me referí a su palabra como expresión de la postura de la iglesia al respecto. si para la iglesia católica el matrimonio es procreación pues allá la iglesia y sus seguidores. (y a ver si lo es. por cierto, el libro que comenta xavier aquí es, un ejemplo más, de lo inconsistente y acomodaticia que resulta la 'doctrina' católica)

pero, de cualquier forma, el que para la iglesia el matrimonio sea procreación no se sigue que para el estado (que se supone que es laico) tenga que serlo también. no se sigue la descalificación a uniones con otros fines o entre otros individuos.

yo no creo que la pregunta sea ¿para qué involucrar al estado? la pregunta es ¿a cuenta de qué el estado discrimina donde no debe? yo creo que en general nuestra legislación sobre las personas (así se llama el capítulo ése del código civil, no?) empezó mal. fue y sigue siendo, al menos en partes, un catecismo secularizado. de ahí el largo y tortuoso proceso para admitir el divorcio (con causales que no son sino el reflejo del derecho canónico), el divorcio por mutuo consentimiento; la eliminación de la categoría 'hijo ilegítimo', el reconocimiento de efectos legales a las uniones de hecho y ahora las uniones gays.

en todo caso, no hay aún en nuestra legislación el divorcio sin causal (salvo el caso del abandono pero aún en ese caso hay un requisito de tiempo a llenar); ni matrimonios gays, ni reconocimiento de otras formas de sociedades de convivencia voluntaria no basada en vínculos sanguíneos ni de parentesco político, ni de matrimonio.

por cierto, la gente de la casa trans en quito tiene propuestas muy interesantes sobre esto de 'otros vínculos'. y yo no las calificaría de open minded ni de progres, sino de open eyed, realistas e incluyentes porque lo que hacen es reflejar realidades que nuestros prejuicios no nos dejan ver.

azul

ps. y venga, xavier, me busco el libro de lafargue aunque...qué pereza. ¿un resumencito no tendrás por ahí?

Anónimo dijo...

El Doctor Observador debe comprarse lentes y observar mejor antes de emitir sus comentarios. La homosexualidad se da en todas la fauna terrestre, de hecho al perro de un compañero del colegio le gustaba copular con un perro homosexual que rondaba por su casa. Los monos también lo hacen, además de masturbarse en público en el Parque Histórico.

La represión que existe a la homosexualidad en los humanos se da por creencias religiosas que, como mencioné en mi primer comentario, han convertido al viejo in & out como el medidor del pecado.

Xavier dijo...

Luis, sorry, no quise que se entienda mal mi comentario a tu comentario. Sobre fetichismo legal (¡siempre trayendo buenos temas pana, avanti!) te paso este artículo de Julieta Lemaitre, que colgó Gargarella en su bitácora (www.seminariogargarella.blogspot.com) y que puedes hallar en este enlace:
http://seminariogargarella.blogspot.com/2008/11/julieta.html
DoctorObservador: coincido con tu crítica hacia el Gobierno. Hay que hacerse cargo, en todo caso, de la complejidad de este debate (complejo no tanto en sus aristas jurídicas, sino en sus consecuencias políticas) en nuestra sociedad. Por eso mismo creo que es necesario debatir estos temas para disminuir el número de mentiras admitidas (y, por ciertos autores, profusamente divulgadas) en el debate público. A seguirla, entonces.
Yo invierto la pregunta, ¿por qué no involucrar al Estado y al juez? Si el Estado establece una norma que consagra una distinción no razonable, esto es, una discriminación, ¿por qué no hacerlo cargo de la misma y plantar cara para erradicarla? ¿por qué ser pasivos o indiferentes -me refiero, como miembros de una sociedad- ante un Estado de cosas que discrimina -afecta y disminuye de manera directa- a un sector de la población? El Estado tiene mucho que decirnos al respecto y nosotros que exigirle que nos lo diga. (Dicho fue esto en modesto complemento a lo escrito, con sobrada solvencia, por Azul)
El tema de las relaciones homosexuales entre otros animales que los humanos ya fue debidamente enfatizado por otros y no insistiré al respecto. Es solo cuestión de darse una vuelta por san Google para librarse de ese prejuicio.
Finalmente, ser open minded, o sea, respetar las opciones de vida que otros asumen libremente, no tiene relación directa con tener la vida de otras personas a tu cargo. Como dice Rodolfo Páez (ahora le gusta que le digan así), "es solo cuestión de actitud".
Azul, ufffff, coincido en todo y no me creo en capacidad de escribirlo mejor que tú. ¡Aguanten tus participaciones en este espacio! Sobre el libro de Lafargue, observo con horror que en mi despiadadamente caótica biblioteca no lo encuentro; el libro (yo tengo una edición modesta comprada hace muchos años en las afueras de la U Estatal, creo) es breve, tendrá unas 110 páginas y se lee con brevedad y placer como un quickly intelectual, y pensé que podía mandártelo fotocopiado por correo regular en caso de que San Google no haga su aparición en la Web, cosa ésta muy posible porque ya transcurrió el tiempo suficiente para que al mismo accedan todos aquellos que quieran sin pagar un chingado peso. A buscarlo, entonces (yo no solo en Internet sino también en este caos, ja). Por cierto, en la página de Wipipedia sobre El Derecho a la Pereza aparece una nota bien informada y un enlace a un resumen del libro, te sirve como abrebocas.
Fernando: de acuerdo, muy de acuerdo. Pero no olvides el valor transgresor del viejo in&out, dear droggy, todo un tema. Ummmm, ya me dieron ganas de leer a Bataille.

Anónimo dijo...

jajajaj, está bueno eso del quickie intelectual. breve pero profundo. venga, lo busco y lo bajo.

por cierto, me hiciste acordar de aquél que siempre miró con suspicacia a la unión soviética. ¿qué podemos esperar los vagos -decía- de un país con tantas herramientas en la bandera?

azulita con pereza

observador dijo...

Azul, me obligas a comentar en un post muerto. No sé cómo llegas a la conclusión de que detesto a la homosexualidad, te aseguro que si eso fuera lo único cuestionable de la Constitución, tal vez habría votado que sí.

Reconozco la imprecisión en mi comentario sobre las costumbres sexuales de los humanos versus las de los animales. Pero dime qué otro animal reúne TODAS esas preferencias sexuales en una misma especie y te ganas dos entradas a Vulcano.

En todo caso, si hemos podido establecer con tu comentario que lo de la homosexualidad es un placer instintivo y animal, con más razón creo que no debemos gastarnos en pensar en un ordenamiento jurídico para una cosa tan primitiva y poco o nada evolucionada. Te aseguro que la homosexualidad existe desde hace muchos cientos de años (tal vez miles), y si ese fuera el siguiente gran paso de la raza humana, nuestro cuerpo debió comenzar hace rato un proceso de acondicionamiento para acoger esta “nueva” práctica, por ejemplo creando glándulas internas que permitan una lubricación natural del recto (perdón por la crudeza).

Y si de legislar sobre placeres instintivos y animales se trata, bien podríamos un grupo de hombres que respetamos a rajatabla aquel primitivo instinto de aparearnos con cuanta mujer se nos cruce, exigir a los legisladores que se permita legalmente la unión en entre un hombre y varias mujeres a la vez, o por lo menos eliminar la poligamia como una de las causales del divorcio. Todo esto ya que estoy en libertad de practicar mis preferencias sexuales (en este caso no conformarme con una sola mujer) y el estado no puede discriminarme por querer repartir mi semilla por donde se me venga en gana.

Xavier: Precisamente trato de establecer si es razonable o no que el Estado haga esta distinción. Lo que estoy buscando son argumentos que vayan más allá del simple “yo quiero” o “a mí me gusta”.

Fernando: Estoy seguro que el perro de tu amigo y los monos del parque histórico no eligen un presidente, no escriben en blogs, nunca han redactado una ley, no pueden componer música y se lamen el orto luego de defecar.

Anónimo dijo...

ay, doctor, ¿por dónde empezar?

ud. se metió solito en su pendiente resbaladiza no seré yo quien vaya a sacarlo. además, tampoco seré yo quien le "dé satisfaciendo" sus curiosidades sobre las prácticas sexuales de los otros animales. use tranquilo sus entradas a vulcano, yo ahí paso gratis.

la poligamia no es causal de divorcio. ya ve cómo su prejuiciada "búsqueda de argumentos" no lo hace sino caer una y otra vez en imprecisiones. ¿el adulterio quiso decir? bueno, pues permítame que le diga que si ud no tiene problemas con que su cónyuge yazca con otras personas no tiene que divorciarse. no se sienta obligado. las causales de divorcio están para que las esgrima la parte que se sienta afectada por los hechos que las constituyen.

en cuanto a sus ganas de querer repartir su semilla, dele, ¿quién se lo niega? eso sí, lo que no debería hacer es intentar ponerla donde no es bien recibida, por muchas ganas que ud. tenga. podría caer en violación -o estupro dependiendo de la edad del sujeto de sus deseos. y no por discriminación estatal sino por atentar contra la libertad de otros seres humanos de escoger con quién yacer y con quién no.

vea, sin querer queriendo le estoy echando la soga para que salga de su pendiente.

azul

ps. y a falta de lubricación natural use KY u O'My.

Xavier dijo...

DO: me parece que tienes una confusión entre orientación sexual y preferencias (o si prefieres, desviaciones o aberraciones) sexuales. La homosexualidad es una orientación y como tal, no corresponde meterla en el mismo saco que la pederastia o la necrofilia. Sobre si cabe legislar sobre un placer institivo y animal, te diré que es lo que siempre ha hecho la humanidad cuando ha legislado sobre sexo. Lo institivo y animal no es la homosexualidad, sino la sexualidad misma (su refinación se llama erotismo; su sublimación, amor: te recomiendo "La llama doble" de Octavio Paz para que sazones este comentario). Que se legisle sobre sexo me parece muy bien en la medida en que sirva como garantía al libre desarrollo de la sexualidad de los personas y en pie de igualdad con relación a las orientaciones sexuales entre ellas (ergo, no discriminándolas, como todavía lo hace la legislación ecuatoriana, por ejemplo.)

observador dijo...

Azul, se nota que no sabías por dónde empezar. Desafortunadamente te quedas en el condumio de mi comentario, pero para lo de fondo no aportas nada más que una recomendación sobre lubricantes sexuales. Entonces? Los humanos nos ganamos el premio de la especie con más orientaciones y preferencias sexuales de todo el reino animal? Queda precisado mi punto.

En mi comentario me refiero a la poligamia, que es el régimen en el que se permite al varón tener pluralidad de esposas. Esa resbaladera que describes, creo que fue el recurso que utilizaste para salirte como por un tubo de la conversación.

Veo que tienes por costumbre adelantar criterios sobre las personas, muy malo mamita, así no se discute. Quién habló de violación?

Xavier, creo que ese es el gran tema de discusión. Primero habría que definir sin prejuicios si la homosexualidad es una orientación sexual o una preferencia. Ser “ignorante” en la materia y expresar un punto de vista sin paradigmas creo que debe aportar algo a un tema complejo que ni en sueños lo definiremos en una cajita de comentarios.

Estoy totalmente de acuerdo en que la sexualidad es instintiva y animal, lo que no me parece es legislar pensando solo en aquellos interesados en liberar socialmente sus preferencias u orientaciones y encima buscar la aceptación de la sociedad por la vía de conseguir un estatus legal. Sin embargo el artículo 68 de la Constitución de Montecristi es un enorme paso en favor de las parejas homosexuales. Lo siguiente que deberían hacer estas parejas es comenzar a legitimarse dentro de la sociedad, por ahora al menos con esta poderosa herramienta legal que han conseguido por la vía constitucional. Luego empezar a aportar como cualquiera de nosotros a la sociedad, y después si prueban que pueden con la enorme responsabilidad de formar una familia, buscar otro status legal. Uno que se ganen a punta de demostrar que pueden contribuir como cualquiera otra de las familias tradicionales a lo que creo que llaman “construcción social”.

En resumen, no tienen de qué quejarse, ya consiguieron bastante. Ahora deben probar que aportarán con algo positivo a la sociedad. En lugar de exigir más cosas deben empezar a retribuir y demostrar que pueden con la responsabilidad.

Anónimo dijo...

DO, comparar el adulterio con la homosexualidad demuestra una falta de argumentos preocupante. En una relación homosexual no se afecta a nadie, los dos seres humanos están deacuerdo en disfrutar de su relación, distinto es que yo como hombre casado me ponga a tirar y a sacar cuarto a parte a cuanta mujer se me pase por enfrente, ahí si estoy afectando a mi esposa.

Con respecto a su "observación" de que los monos o perros no escojen presidente, pues no sé que rayos quizo decir, sólo le recuerdo que quien trajo a colación ese tema de la fauna fue usted mismo en su escasez de argumentos para afrontar una discusión. Por cierto noto una gran preocupación suya con respecto a la lubricación del recto o las lamidas del mismo (llamadas coloquialmente beso negro), sólo como información le digo que el sexo anal no es exclusivo de la relación homosexual.

observador dijo...

Fernando: Si no entendiste mi comentario, no tengo nada más que agregar. Creo que quien tiene nublada su percepción por una serie de prejuicios, muy modernos por cierto, eres tú. Disculpa por hacerte esforzar tanto con una lectura tan compleja.

Anónimo dijo...

¿Prejuicios míos y muy modernos? Cantinflas ya murió sino firmaría que es el DO.

Fernando Abel. dijo...

Siempre me resultó extremadamente cómico el hecho de que la Iglesia se haya pronunciado en contra de la actual constitución, con ocasión del artículo que, sin hacer mención al género, consagra la unión de hecho.

Cabría preguntarse por qué no protestaron de la misma manera en 1998 cuando se promulgó el siguiente artículo constitucional que habla acerca del matrimonio:

"Art.37: ...El matrimonio se fundará en el libre consentimiento de los contrayentes y en la igualdad de derechos, obligaciones y capacidad legal de los cónyuges."

WTF!!!
Hoy se quejan por unión de hecho pero JAMÁS (considerando el hecho de que sí voy a misa) JAMÁS!!! he escuchado que se quejen sobre este artículo ni de sus redactores (omitiendo de esta redacción el hecho de que en la campaña por asambleístas en las afueras de la Iglesia Redonda de Urdesa algunos "fieles" hayan estado repartiendo panfletos que decían "Estos son los partidos que respetarán la vida: UNO, PSC, UDC, PRIAN, ETC."... ¿No son -en su mayoría- estos partidos los que redactaron el anterior artículo).

La verdad nunca antes denunciada por la Iglesia es que antes de la aprobación de la nueva constitución, era posible implementar el matrimonio gay mediante un mero acto legislativo que, como ya quedó comprobado en el 2005, bien lo pudo haber hecho hasta la Comisión de redacción del H. Congreso Nacional. ¿Cómico no? xD

observador dijo...

Fernando, dices que la Constitución de 1998 permitía el matrimonio Homosexual?

Según tu punto de vista, se podrían haber declarado inconstitucionales los siguientes artículos del Código Civil entonces:

“Art. 81.- Matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen con el fin de vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente.”

“Art. 222.- La unión estable y monogámica de un hombre y una mujer, libres de vínculo matrimonial con otra persona, que formen un hogar de hecho, por el lapso y bajo las condiciones y circunstancias que señala este Código, generará los mismos derechos y obligaciones que tienen las familias constituidas mediante matrimonio….”

Como verás, tanto en el artículo que define el matrimonio, como en el que define las uniones de hecho se menciona a un hombre y una mujer.

Ten en cuenta que el artículo 37 solo menciona a los “contrayentes”. Si no estaba expresamente creado el derecho constitucional a la unión de personas del mismo sexo, el Código Civil no estaba contradiciendo norma constitucional alguna, y tampoco se lo podía reformar para garantizar un derecho inexistente. A falta de definición de lo que son los “contrayentes” estaba el Código Civil. Además el artículo 38 de la Constitución del 98 dice lo siguiente:

“Art. 38.- La unión estable y monogámica de un hombre y una mujer, libres de vínculo matrimonial con otra persona que formen un hogar de hecho, por el lapso y bajo las condiciones y circunstancias que señale la ley, generará los mismos derechos y obligaciones que tienen las familias constituidas mediante matrimonio…”

Para mí está claro, con la Constitución del 98 no era posible ni el matrimonio, ni la unión de hecho de personas de mismo sexo, pero con la de Montecristi sí son posibles estas últimas, lo cual como he comentado antes, ya es bastante.

Fernando Abel. dijo...

NO, realmente no lo es.

No estoy diciendo que los referidos artículos del C.C. hayan sido inconstitucionales pues claramente no lo fueron. Lo que hacen los artículos mencionados por tí en el C.C., es reglamentar a la norma superior. Dicho acto no constituye realmente una contradicción, sino una implementación del sentido a la supra norma.

No podría yo, ni por acción, ni por omisión haber dado a entender que los artículos del C.C. que hablan sobre el matrimonio fueron inconstitucionales en su momento por el hecho de no consagrar el matrimonio gay, jaja -para usar un término de las sociedad alta de mi querida comunidad- OSEA!!!!

LO que he dicho, es que deja la puerta TOTAL Y ABSOLUTAMENTE abierta para que vía congreso ordinario se reforme la ley, y se apruebe el matrimonio gay. Y ante esta REALIDAD... J A M Á S se pronunció la Iglesia. JAMÁS...

Fernando Abel. dijo...

La Iglesia sabe muy bien cuándo, cómo, y ante quién y en contra de quién pronunciarse...
Bueno, siempre lo había sabido, hasta estas elecciones.

Si yo fuera otra persona te diría que si la necesidad humana por una religión no pudiese llegar a ser contenida, Correa debería abolir la Iglesia, declarar a la Función ejecutiva cabeza de la religión oficial del pueblo ecuatoriano y hacer nuestra propia religión, y se acabó el cuento.

Me doy cuenta de que esto puedE ser ALGO extremo, por eso YO no lo digo.

Saludos.

Anónimo dijo...

fernando a,

difiero de tu comentario de las 22:38. al decidir sobre una demanda de inconstitucionalidad de la definición restrictiva de matrimonio del código civil, el juez no podría haber distinguido allí donde la constitución no distinguía. máxime si la misma constitución del 98 expresamente indicaba que todas las personas gozarían de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin discriminación en razón de orientación sexual.

ahora bien, dudo mucho que esa fuera la intención de los constituyentes del 98. digamos que se les chispoteó.

precisamente por eso, el 'compromiso' de montecristi fue un trueque. definieron el matrimonio en la forma restrictiva que lo hicieron (restrictiva en comparación con la constitución del 98, como bien notaste), para así calmar las angustias de los doctores observadores de estos temas en el país, con el rafa correa a la cabeza.

azul

Fernando Abel. dijo...

MMM... Puedes tener razón, Azul.

Y sí, un trueque fue precisamente lo que se dio.

Fernando Abel. dijo...

Ah, y por cierto. quería felicitarte Xavier por usar esa fotografía sacada de la película "Dogma"... En la que Kevin Smith nos hace una burla a todos los católicos con particular humor. No es mi favorita, pero es bien original, eso sí lo puedo decir.

Xavier dijo...

Llegué tarde a estos últimos comentarios sucedidos a raíz de la idea de Fernando A. de que el matrimonio homosexual era posible con la Constitución del '98. Me parece una postura interesante y para nada errada (aunque me parece también, por supuesto, que no fue una postura querida por los constituyentes del '98, pero en ese entonces -cómo han cambiado los contenidos de este debate en este punto- no se pensaba que el matrimonio homosexual era siquiera una posibilidad. Digamos que, como dijo azul en plan Chavo "se les chispoteó") porque todo lo que se necesitaba era que el Congreso nacional dicte una ley que desarrolle el artículo 38 CPE en el sentido de regular el matrimonio homosexual. En relación con las disposiciones del Código Civil, pues nula vigencia tendrían a partir de ese acto legislativo, porque la ley posterior deroga a la ley anterior. (Incluso la idea de la inconstitucionalidad de esos artículos del Código Civil hubiera sido interesante plantearla ante el TC, aunque solo fuera para incordiar.) Es claro que la posibilidad de implementar un acto legislativo como aquel, menos todavía declarar la inconstitucionalidad de esos artículos, eran posibilidades remotísimas, sin asomo de éxito. Pero en un escenario favorable a la regulación del matrimonio sexual (que no lo había, como no lo hay todavía) eran perfectamente posibles. Salute.

Fernando Abel. dijo...

Más allá de eso, la CPE de 1998 era tan radicial en el asunto, que mientras no limitaba el matrimonio (cidio) a parejas heterosexuales, sí limitaba la Unión de hecho.

Es decir:

Anterior constitución: SÍ matrimonio Gay, no unión de hecho gay.

Nueva constitución: NO matrimonio gay, SÍ unión de hecho gay.

Y sin embargo las quejas para esta constitución fueron terribles por podría "pervetir a los niños" xD...
NO será South Park, ni The L word, ni Queer as Folk (todos transmitidos por TvCable en horas de todo público) lo que los pervertirá, será la Constitución de la República... ^o)

Esto va más allá de lo gracioso, hacia lo trágico.