La entrada “El Gato” provocó muchos e interesantes
comentarios. Me impresiona cómo a partir de poco más de tres mil caracteres
(incluidos espacios) se desarrollaron 37 páginas de ideas: disensos, acuerdos,
premisas y conclusiones, pistas para continuar el debate. Trataré de resumir
(con perdón) esas ideas en los siguientes términos:
El llamado “Proceso de Regeneración Urbana” que
impone el Municipio local puede y debe mejorarse: la discusión estriba en qué
sentidos puede hacerse esa mejora y qué procedimientos nos conducen a la misma.
Se tiene la intuición de que profundizar el modelo actual que el Municipio
local impone no nos conducirá a esa mejora. En realidad, si se lo analiza en
detalle, al modelo del Municipio local pueden formulársele no escasas críticas:
por impedir la apropiación ciudadana del espacio público, por practicar
mecanismos de exclusión social (al amparo de un imaginario de tintes racistas,
hagámonos cargo), por cometer violaciones a las libertades individuales (en particular
mediante la aplicación de un estrecho canon moral en las llamadas “zonas
regeneradas” por parte de guardias con escasa instrucción), por provocar una
ciudadanía con vocación de turista de su propia urbe (que tiene miedo a la
libertad de asumirse como cabal ciudadano de la misma).
De todas esas críticas, el Municipio local nunca
acusa recibo (la frase de Nebot, dicha cuando el asunto de los informales, es
elocuente al respecto: “Yo digo, y si quieren, ustedes escuchan”). A pesar de
que el Municipio local ostenta un discurso débil (el Alcalde nunca se ha
molestado en definir los dos puntales de su discurso -la libertad y la
autonomía- y evoca vagas ideas de trabajo y de progreso para salir al paso de
toda crítica que se le formule) y que quienes defienden su gestión suelen
esgrimir argumentos huecos, como el falso dilema entre el caos roldosista y el
orden socialcristiano (en el discurso, el roldosismo opera como “terrorismo del
ornato”) o el que deba defenderse el modelo local por oposición al Gobierno
central, el modelo goza de una alta aceptación. El que, en general, la prensa
calle y sea “generosa” con el Municipio local se relaciona con esa alta
aceptación.
Ante este escenario, se destacó la importancia de
implementar un modelo que promueva la inclusión social, el autogobierno
colectivo y el respeto a las libertades individuales (mínimos de una sociedad
democrática). Se relevaron ciertas ideas al respecto: iniciativas de
presupuesto participativo y de silla vacía, implementación de legislación de
cabildo abierto (la legislación colombiana es interesante a este respecto),
discusión del estatus de las Zonas Regeneradas para que se imponga en éstas el
mínimo posible de restricciones y sólo siempre que éstas sean estrictamente
necesarias y racionales, mejor legislación en materia de derechos individuales
(como el derecho de reunión, por ejemplo).
Decía Paz de la poesía que “no es un decir: es un
hacer”. Yo creo otro tanto de la crítica, a partir de la cual mucho se puede
construir. Hagámosle.
ese cuadro me trae recuerdos... q raro verlo aqui.
ResponderEliminarSaludos. Pude leer recien el fuerte debate anterior. me atrevo a dar mi corto punto de vista muy tarde: la visión del ciudadano guayaquileño, de forma general, es muy materialista, lo que podemos tocar es lo que tiene valor, si la ciudad esta "adornada", "reestabecida" entre cemento y adoquines y muchas otras cosas más que "tocamos y visualizamos" eso es suficiente.
ResponderEliminarEl alcalde le da a su pueblo, lo que "ellos creen necesitar".El guayaquileño "creyente" no cuestionan ¿por qué? la primera arma es decir , "esto no había antes, ahora si hay", mientras haya comparaciones , nos conformaremos con lo poco y "bonito" que tenemos.
Sì y aprovechar los recursos como una buena conexión, la web y eso.
ResponderEliminarNo me gusta ser primera pero toca y hablar mal de la regeneración apasiona.
De gustos y colores... Se opina en los blog.
El nivel estético de este proyecto, es todo un fracaso.
Recuerdo el árbol, que nunca llego a ser el más grande y fué, por decir lo menos "feo". El hecho de que hicieran lugares para caminar (de forma poco libre), nos obliga a prescenciar un espectáculo plástico deprimente.
En este "teatro de sombras", la perspectiva estética solo hace pensar en "formas" de en una visión particular y escasa de: lo poco que han visto (Miami), de su mal gusto y de un presupuesto para seguir hacéndolo.