No puede
predicarse mucho de un partido de fútbol cuyos atributos esenciales fueron el
aburrimiento y la desidia. Los números de la previa no prometían mucho porque
mucho no puede prometer el enfrentamiento entre los dos equipos que ocupan los
últimos lugares de la tabla de posiciones. Las emociones de la previa
pretendían mucho porque mucho pretende esa bizarra gente paradójica que somos
los hinchas del fútbol, al mismo tiempo parcializados e infalibles. 22 hombres
en cortos lucharon ayer con denuedo para probarnos las dimensiones homéricas de
nuestro error.
Decía
Ángel Cappa que en el fútbol no se recuerdan los resultados, se recuerdan las
emociones. Si eso es así, este partido merece un inmediato acceso al olvido. Se
recordará el resultado, porque es obvio que si no hubo emociones no hubo goles.
Acaso alguien no olvide la salvada de Elizaga que derivó el balón al poste o
una cabeza amarilla providencial, el que este adefesio le concede su primer
punto al azul y escalar un puesto al torero. Con el paso del tiempo, el que lo
recuerde será considerado el erudito de su tribu.
Salir del
estadio fue percibir la honda decepción y escuchar un sucesivo vendaval de
críticas. Comentamos que obtener un punto por este empate era excesivo, que el
marcador real debió ser un empate escrito en números negativos, que lisiados se
verían mejor. Quién sabe cuántas cosas más: la imaginación del hincha, cuando
acicateada por la decepción, se multiplica. Me animé a caminar solo hasta mi
casa (distante unas 25 cuadras del Capwell) porque sabía que, ese día a esa
hora, no había nada ni nadie contra el que morir o matar, ni siquiera herir o
lastimar. Acaso recibí algún adjetivo, del que nunca nos privamos.
Así fue.
22 hombres en cortos lucharon ayer con denuedo para probarnos las dimensiones
homéricas de nuestro error. Pero sin embargo (la bizarría del hincha es así)
les seguimos creyendo. Hijos-de-puta.
P.S.- La excitación de estas piezas estáticas de
futbolín es superior a la que exhibieron ayer estos miserables.
P.S.-
(2) El Zacapa lo compramos a
medias y queda en familia.
Xavier.
ResponderEliminarFelicitaciones por el Blog, la verdad recien lo leo por tu status en el Facebook, sin duda para lo que gustamos del futbol, creo que caemos mas en la tontería que ser buen hincha, sin duda creo que el espectaculo se lo dio en las gradas mas que en la cancha.
att. C. Moya
Pinches putos, pensar que cobran un billetón por vestirse de corto para ofrecer ese denigrante espectáculo.
ResponderEliminarFlorooo, devuelve el billete que robaste en México, viejo ladrón!!!! ( creo que eso fue lo mejor de la noche y por supuesto la cena).
Gracias CM por tus palabras, ojalá continues con las visitas en el futuro. Un abrazo.
ResponderEliminarFernando, así es: tus gritos a Floro y la cena después donde Chelin fueron lo mejor de esa noche fubolera nada memorable. (Le debo un post a esa señora). Saludes.
Si el hincha, es un personaje que viola el tiempo y espacio , demostrando que sólo existe gráficamente cualquier descripción sentimental , porque bastará otra fecha para ser ingenuos, en eso ahonda en su género.
ResponderEliminarSin elecciones, como varios sureños también tuve que caminar, hacía tiempo que no cerraban las calles por tal motivo, cuando los buses se desvían y se ven las banderas , uno siempre neófito de fútbol puede imaginar grandes luchas. El post para el exorcismo, ya he devaneado en elogios para le lectura deportiva de este blog, no importa, muy bueno Xavier.
Ser hincha es una muestra de profunda irracionalidad. Profesar un credo, similar condición.
ResponderEliminarLas razones por las que un sujeto aferra sus simpatías, se identifica y vive a través de ese fetiche, están fuera de una lógica sensata.
Ningunos "juepuctas". Ambos equipos, notorios herejes. Torpes, sin embargo, quienes siguen esperando un milagrejo de aquellos falsos ídolos.
Los feligreses del Aucas, saludamos a esta cofradía de ilusos perdedores. (con L de loser)
A mi me fue peor, opté como sana costumbre invitar a familiares y panas del barrio a ver el partido en mi casa con previa de media jaba incluida.
ResponderEliminarEl fervor por el encuentro y las aceleraciones de la levadora desparecieron a los diez minutos de juego, ya para los quince estábamos revisando que película buena tenía la TV local.
Es verdad que los clásicos no se devalúan, son los equipos quienes casa temporada se les resta medio peso. Una lástima para una hinchada fiel que lo único que pide a estos pelajustanes es que justifiquen su obsceno sueldo (especialmente los extranjeros).
Saludos
Hace años cuando tenía unos nueve, quedé maravillada con unos muchachos que jugaban al futbol como los dioses, que jugaban futbol de verdad porque lo amaban; con sus abrazos de goles y con la gente amiga que uno conocía en las caravanas. Los amigos siguen iguales cada vez que se acerca un partido vuelven a creer. A jugadores como los que quise (y quiero) desde el día q conocí el fútbol no he vuelto a ver, (a expeción de unos cuantos que se han quedado sin tener con quien compartirlo en la cancha, por lo menos no en mi aquipo azul ni en el amarillo de los panas. No merecen estar en ninguno. Un abrazo.
ResponderEliminarEl broche de oro: El Monumental está en venta.
ResponderEliminarhttp://www.eluniverso.com/2009/03/04/1/1372/AEAABBE54AEF4A0580145375DD901657.html
Siendo Xaflag un especialista en derechos, y dado que sabe de leyes, y supongo de contratos también, me gustaría preguntarle si es factible que mis panas del Aucas pasen a ser accionistas del estadio. Talvez con esto, la hinchada amarilla reciba una infusión e inyección de resignación y humildad, y aprendan a ser unos losers millonarios (igualitos al Alvarito). Los eléctricos tienen su ying-yang con mal karma, con el Correa como hincha, mas humillante y embarazoso que eso, lo dudo.
Permitidme (ante estas circunstancias) reir a vuestra expensa.
amanda, gracias por escribir.
ResponderEliminarKM, no entiendo cómo ser hincha del Aucas difiere de los atributos que mencionas. Un equipo cuyas lejanas glorias se remontan a un pentacampeonato de Pichincha (1946-1950) hace casi 60 años no tiene mucho que ofrecerle a su hinchada capitalina. Pero en fin, feligreses somos, pésenos lo que nos pese. Sobre tu segunda intervención: acaso el magro presupuesto del “Papa” Aucas les alcance para financiarse una oficina administrativa. Pero no te garantizo que tenga vista a la cancha.
ALM, Yuliana: creánme, comparto su desazón.
Saludes.