Anécdotas, sentencia y crónica

28 de abril de 2009


Tengo un par de anécdotas, digamos, de liviana protesta contra Alberto Fujimori.  La primera data de abril del 2000, días antes de las elecciones de la primera vuelta para la segunda reelección de AF, cuando mi carnaval Andrey y yo estábamos en Cuzco en plan de mochileros y salimos a marchar contra la organización fraudulenta de esas elecciones.  Los peruanos gritaban, ¡Chino, Chino, devuelve nuestros votos!, y nosotros, por obvias razones, le gritábamos al Chino, devuélveles sus votos, pero lo mismo el Chino no devolvió nada y cocinó el fraude como el pavo.  Recuerdo que el domingo de la elección, cuando se cerraron las votaciones, la TV recicló lo que pudo de Cantinflas, El Chavo y otros cuelquierismos hasta que la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales) organizó el fraude.  (La prensa en Perú no tenía, como aquí, un sesgo contra el Gobierno sino que había sido cooptada –evidente corrupción mediante- por el Gobierno.) 

La segunda sucedió en julio de 2006 y en Santiago de Chile, cuando a instancias de la invitación de la amiga peruana Claudia Josi, el grupo de amigos que estudiábamos en el Diplomado de Derechos Humanos y Procesos de Democratización en el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile participamos de un plantón que se realizó frente al centro de detención donde aguardó la sentencia que decidió si lo extraditaban o no al Perú para gritarle algunas lindezas al Chino, el que no anduvo en esta ocasión como el pavo: lo extraditaron al fin al Perú, donde lo sometieron a juicio penal y donde hace exactas tres semanas, el 7 de abril, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema compuesta por los jueces Príncipe Trujillo, Prado Saldarriaga y San Martín Castro (quien presidió la Sala) lo condenó a 25 años de prisión por hallarlo responsable más allá de toda duda razonable de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta y los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer.  Esta sentencia peruana es un precedente esperanzador y de enorme interés porque es la primera vez que un tribunal de la región condena a un ex gobernante elegido por voto popular, porque la sentencia tiene una solvencia jurídica que impresiona (puede leérsela íntegra aquí) y porque es un paso, pequeño pero muy importante paso, en el difícil y largo proceso de acabar con la usual impunidad en materia de violaciones a los derechos humanos.
  
En esta página encontré esta entrada que contenía la descripción, desde la visión personal de Natalia Sobrevilla, de lo que significa esta sentencia.  Me emocionó y me parece interesante compartírselas.  Ahí les va:

Reflexiones después de un fallo histórico

"Hoy la sala penal especial le ha dado un fallo condenatorio a Alberto Fujimori. Lo ha sentenciado a 25 años de pena privativa de la libertad, la pena máxima por cuatro de las causas por las que fue extraditado de Chile. Los jueces lo encontraron culpable de ser el autor mediato del homicidio calificado, es decir, el asesinato de veinticinco personas, de ser el autor mediato de lesiones graves de cuatro personas y del secuestro agravado de dos personas. Para algunos esto no es mucho, considerando el elevado número de víctimas de la violencia vivida en el Perú. Otros arguyen que ése era un precio más que justo, ya que a cambio de unas cuantas muertes se terminó con el terrorismo. Para mí, lo importante de hoy es que la justicia peruana, no la justicia internacional o la interamericana, sino la peruana falló que estos delitos constituyen crímenes contra la Humanidad en el Derecho Internacional Penal.

No soy abogada, en parte por haber crecido durante un tiempo en que el derecho fue desprestigiado de tal forma que llegó a parecerme una rama de estudio poco indicada para quienes buscaban la justicia. Crecí en un país donde la democracia existía sólo para algunos, para quienes vivían en las zonas que no eran de emergencia, un país deshecho por el terrorismo y la hiperinflación, donde, al tiempo que yo crecía, los espacios iban siendo copados poco a poco por ese limbo legal donde la constitución no valía. Mis primeros recuerdos políticos fueron las elecciones de 1980 cuando regresó la democracia, la matanza de los periodistas en 1983, y la creciente desazón ante la imposibilidad de terminar con un grupo que, inicialmente se pensó era no solo pequeño sino que estaba muy aislado. Recuerdo conversaciones vagas sobre abusos a los derechos humanos, pero todo era muy abstracto, dicho en voz muy baja durante los apagones cada vez más frecuentes, esas largas noches oscuras en que la luz eléctrica se cortaba y sentíamos todos que las zonas de emergencia estaban cada vez más cerca. 

Las elecciones que llevaron a Alan García al poder la primera vez quedan frescas en mi memoria, recuerdo como en la tele pusieron un retrato sin cara y como ésta iba apareciendo cuando iban llegando los resultados. En el momento no entendí que significaba la llegada del APRA al poder, pero al poco tiempo se esclareció lo que quería decir populismo. No tenía edad para ir a votar cuando los miembros de mesa eran resguardados por miembros del ejército, cuando todos temían por su vida. Ya para entonces las noticias de las matanzas no eran raras, incluso las llegamos a ver muy de cerca cuando se amotinaron los terroristas en las cárceles. Ya para entonces en Lima había toque de queda, nadie podía circular después de media noche y la ciudad estaba cubierta de tanques y soldados. Para fines de los ochenta la sensación de hartazgo era incontenible, el miedo y la desazón interminables.

No pude votar en 1990 por cuestión de días. El padrón electoral se cerró dos semanas antes de mi cumpleaños. Me tocó ser espectadora del último proceso llevado acabo con la constitución de 1979. Ya universitaria viví la campaña de modo intenso con una sensación de asco permanente; el triunfalismo anticipado de Vargas Llosa siempre me pareció peligroso. Al principio, cuando salió Fujimori al ruedo, junto con el candidato del grupo religioso que tenía como símbolo el pescadito, fue el candidato del chiste. Se le veía gracioso en su tractor prometiendo honestidad, trabajo y progreso. Cuando quedó claro que arrasaría simplemente porque prometía todo lo que evidentemente era imposible e inviable dejó de ser gracioso y se convirtió en una realidad que no hemos podido evadir en estos últimos veinte años. El día que fue electo me sentí profundamente triste, no por la derrota de su rival, quien contribuyó bastante a su victoria, sino porque me quedó claro en ese momento que una gran mayoría de peruanos no tenía ningún deseo de enfrentarse con la verdad y que prefería un candidato que les mentía de la manera mas descarada.
En los veintiún meses que duró la democracia con Fujimori, el deterioro de la situación fue patente. Sus primeros actos de gobierno fueron hacer todo lo que había dicho en la campaña que no haría. La derecha aplaudió con fuerza. Estos fueron los tiempos del grupo Colina, de la matanza de Barrios Altos. En los primeros meses de 1992 la situación se hizo cada vez más compleja con el enfrentamiento entre el ejecutivo y el congreso. El cinco de abril tiene mucho más sentido en retrospectiva que en aquel momento, a pesar de que en la facultad de Historia los profesores nos dieron ese lunes clases magistrales sobre el terrible pasado republicano y lo poco novedoso que era aquello. La violencia creció aún más: otra vez toque de queda, esta vez a las diez de la noche. La guerra ya estaba encima nuestro, no había donde esconderse, las bombas eran cosa de todos los días. No importaba, nada importaba, total podíamos morir el próximo día, así como murieron los nueve estudiantes y el profesor de la Universidad Guzmán Valle de la Cantuta, porque una noche los fueron a buscar y los acusaron de senderistas.

Tuve la suerte de que a mí nadie me viniera a buscar, la suerte de nunca estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, pero eso fue todo. Fue simplemente una cuestión de suerte. Hoy el tribunal ha dejado en claro que ninguna de las víctimas tenía vínculos con Sendero Luminoso. Eso es algo que no hay que dejar de resaltar: eran inocentes, y por eso mismo sus deudos recibirían reparaciones monetarias de parte de Fujimori, no del Estado, sino de quien la corte considera el autor mediato de los hechos. Hoy hemos recordado paso a paso cada uno de los 247 hechos que han sido probados durante el juicio. Oír a la relatora recitarlos por casi dos horas nos hizo revivir casi veinte años, presentado las acciones del ex presidente una a una, sin dejar espacio para las dudas. Eso es lo que se ha probado en la sala penal especial, los jueces se han pronunciado.

La hija de Fujimori, hoy candidata presidencial, también se ha pronunciado, para ella la lectura de la sentencia no ha sido más que una venganza política. Esto a pesar de que no se ha juzgado a su padre por los múltiples crímenes contra la democracia. Por eso no lo extraditó Chile. Chile no lo extraditó por haber cerrado el Congreso ni por haber destruido el orden constitucional; no se le juzgó por el extraño proceso que llevó al Congreso Constituyente Democrático – la primera vez en la que pude votar y las opciones eran el reloj, la escoba, o el representante de Batman. No se le leyó sentencia por haber puesto en efecto una constitución a su medida que le permitía una muy discutible reelección. Tampoco se le siguió juicio por la cuestionada ley de interpretación auténtica que le permitió una aún más cuestionable re-reelección en el 2000, en la que hizo trampa cuando probablemente no la hubiera necesitado, porque su régimen había estrangulado la libertad de prensa con una corrupción difícil de imaginar. Ni siquiera se le juzgará por los múltiples delitos de corrupción e enriquecimiento ilícito, porque por un voto no se le extraditó por eso. No, esos juicios están por venir. El juicio de la historia recién comienza, y se construye hoy desde las bases del fallo de los jueces San Martín Castro, Prado Saldarriaga y Príncipe Trujillo.

Natalia Sobrevilla Perea
7 de abril de 2009".

3 comentarios:

Micaela Delgado dijo...

Qué buena reseña la de Natalia! La verdad es que yo muy poco percibí de esa situación en Perú. Recuerdo eso sí muy claramente la matanza a los Tupac Amaru, luego de lo que Fujimori diría que no había muerto nadie aunque habían matado a todos los secuestradores. Es mi idea o en Ecuador no le dieron mayor cabida a esos sucesos en esa época?

Un abrazo!

Micaela

n dijo...

Y pensar q Pinochet y el miserable de Febres Cordero se escaparon !!! Al menos algo de justicia en este mundo arrevesado donde los mafiosos son héroes y santos !!!

Xavier dijo...

MicaelaDa, sí, es muy buena la reseña de NS. Neta, no sé si le dieron mayor cabida a los sucesos que refieres, yo estaba fuera del país para ese entonces. Pero sería interesante saberlo.
Freddy, pos sí, que no se haya procesado a LFC y condenado a Pinochet es una lástima.
Salute.