Periodismo de los márgenes

14 de junio de 2009


“Contar para acercar” es el propósito del libro Ciudad Anónima. Crónicas del Guayaquil del siglo XXI afirma uno de sus autores, Fernando Astudillo (el otro es Tali Santos; ambos son periodistas de diario El Universo). En cumplimiento de ese propósito, los autores nos cuentan historias de líderes barriales, de voluntariado discreto, de homosexuales discriminados, porque (de nuevo, en palabras de Astudillo) “hay otra ciudad dentro de esta ciudad que los periodistas deben contar”.
Yo suscribo la afirmación de Astudillo salvo por un detalle: no observo ninguna razón válida para que los únicos que puedan o que deban contar esa “ciudad dentro de esta ciudad” sean periodistas (salvo que Astudillo utilice el término periodista no en el sentido de quien ejerce la profesión de tal, sino como un oficio cuyo ejercicio está al alcance de cualquiera, tenga o no el título de periodista). Antes, el ejercicio del periodismo suponía una tecnología que era casi imprescindible para la difusión de información y de opiniones (una tecnología que suponía jerarquías y patrocinio, herramientas útiles para el ejercicio de sutiles –en ocasiones, burdas- censuras porque la libertad de prensa –para quienes financian esa tecnología- suele ser la máscara de su libertad de empresa). Al día de hoy, el ejercicio del periodismo todavía supone esa tecnología de jerarquía y patrocinio que defiende la agenda de la empresa que la financia pero, a diferencia de antes, hoy también y cada vez más, se puede ejercer el periodismo (entendido en su definición amplia) desde los márgenes y contarnos esas historias, en palabras de Astudillo y Santos , “del anonimato dentro de la ciudad” y de “lo ajeno a lo convencional” y contarlas “a través de colectivos a los que a veces la sociedad les voltea la cara”: historias que no entran en la agenda de la empresa de comunicación. (Tanto es cierto que no entran en esa agenda que precisamente el libro al que hago referencia, según sus autores, fue escrito con el trabajo de reportería que hicieron “en sus tiempos libres, en las tardes de los fines de semana, en feriados y vacaciones. Incluso en las horas antes de entrar al trabajo”: “Todo fuera de las horas laborables en El Universo”. Así, ese libro no es una recopilación: es un rebusque).
Hay quiénes todavía miran con desdén este periodismo desde los márgenes de la agenda y de la tecnología, acaso porque no entienden que los cambios de esta última modifican la vieja estructura de jerarquías y patrocinio o acaso porque se acostumbraron a pensar desde las viejas y excluyentes prácticas del oficio (las que parecen existir para darle la razón a Óscar Wilde, quien afirmaba que “el periodismo es ilegible”). Pero lo que hoy es todavía tecnología marginal de los medios de comunicación, será su futuro y estará al alcance de un teclado, de una videocámara y de conexión a Internet, o sea, al alcance de cualquiera y no, como ahora, de los pocos ricos que pueden financiarlos y que nos imponen su agenda. Hay entonces expectativas de que empiece a existir periodismo muy legible, auténtica prensa libre. Ojalá que esa expectativa se cumpla: depende de cualquiera, o sea, de nosotros.

8 comentarios:

Fernando Astudillo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo Xavier en que mi afirmación no engloba únicamente a los periodistas titulados o a los que ejercen formalmente en un medio. Creo que este oficio no es cuestión de títulos o gremios, es cuestión de sentirlo, de vivirlo responsablemente, de tener vocación. Y en cuanto a la tecnología, no creo que sea el futuro, es el presente. Y quien no se embarque en buen puerto, y velozmente, se hundirá.

Saludos

Cazador de Obituarios dijo...

¿Desde cuándo los medios de comunicación tienen la obligación de hablar de todo, todo el tiempo?

¿No es una característica de la libertad de expresión y de prensa, la prerrogativa de presentar o no la noticia de un tema X y luego criticarlo o comentarlo?

¿Dónde radica el crimen de presentar una noticia, un hecho noticioso y al mismo tiempo darle la connotación que el medio cree, o el periodista cree, si con eso, quien presenta la noticia, da a entender lo que se sospecha está detrás de dicho hecho? La prensa no es un juez que debe evitar el prevaricar.

Cuando uno decide hacerse miembro de un club social o de un partido político, de manera libre y voluntaria acepta las reglas y políticas con las que se desenvuelven y comportan sus miembros. Cuando uno decide aceptar trabajar para un medio de comunicación, libre y voluntariamente acepta hacer el trabajo encomendado, en los términos del patrono. Uno es remunerado por su trabajo, el cual debe acomodarse a los intereses y descripciones del mismo. ¿Dónde está el error ahí?

Si a mi me piden que escriba una columna de opinión, y en mi contrato no se estipulan los límites o las restricciones que mis palabras deban observar, entonces puedo hablar de lo que yo quiera. Si por el contrario, se me informa que la línea editorial de un medio es tal o cual, -léase los intereses de sus administradores y/o dueños- y que mis opiniones pueden ser libres, siempre y cuando no se contrapongan, (hasta donde) con la línea editorial de medio, entonces, está en mi, aceptar el trabajo o no. Pero si lo acepto, entonces debo cumplir con mi obligación adquirida.

La "agenda de una empresa" no es otra cosa que la representación de la libertad de acción y expresión de quienes hacen esa empresa; y quienes se sumen y formen parte de esa empresa, se supone, suscriben su forma de ver las cosas y hacer las cosas. Por lo tanto, ¿por qué se critica que los periodistas de un medio X sigan los lineamientos y defiendan los intereses de sus patronos? Advierto que, en teoría, en un sistema libre, quienes forman parte de la empresa deberían tener la opción de opinar y criticar la la "agenda" de la misma y proponer modificaciones. Claro, si la empresa piensa que el cielo es azul, y alguien quiere hacer que la empresa cambie radicalmente su postura, y diga que el cielo es color rosa, si esto no convence y conviene a quienes han sentado la línea editorial de dicha empresa, entonces no va a suceder y posiblemente se le solicite a esa persona que sume sus esfuerzos y opiniones a otra empresa en donde esa idea -el cielo color rosa- sea la postura oficial.

Puede también darse el caso de que la "agenda" de la empresa patrocine la idea de que el cielo es azul, y sin embargo, de cabida a que dentro de sus filas, alguien diga que el cielo es rosado. En ambos casos, la empresa tiene todo el derecho de decir a esa persona, anda a otro sitio, o quédate,respectivamente. Ambas situaciones son legítimas, mas aún si se amparan en lo que estipula el contrato.

Xavier dijo...

FA, muchas gracias por intervenir y por precisar, tanto lo relativo al concepto de periodismo (soy, entonces, suscriptor al 100% de tus palabras) como lo relativo a la tecnología de la comunicación: ya empezó y es cuestión de embarcarse, porque se viene con fuerza. Saludos.
CdeO, esa discusión ya se ha sostenido antes en este espacio. 1) Debemos distinguir entre libertad de expresión y libertad de prensa. Un medio de comunicación en ejercicio de su libertad de prensa puede asumir una posición X y nada que objetarle a que la asuma. Lo único que debemos pedirle los ciudadanos a ese medio de comunicación es que no nos intente vender gato por liebre, que no nos intente hacer pasar su información y su opinión como una defensa de la libertad de expresión cuando es defensa de los intereses de su empresa de comunicación: la libertad de expresión es un concepto mucho más amplio que el concepto de libertad de prensa y, más todavía, que la práctica de la defensa de los intereses de una empresa y en la medida en que esa defensa se convierta en más sesgada y tendenciosa, estará cada vez más lejos del concepto de libertad de expresión que supone defender. Precisemos los términos del debate.
2) La posición de las empresas de comunicación es legítima y no objeto que la practiquen (mi única objeción, digamos, es la expuesta en el punto 1). Sin perjuicio de su legitimidad, me parece una posición insuficiente (me asiste el derecho a decirlo a pesar de que esas empresas tengan el derecho de actuar como actúan -en ningún momento, insisto, impugno ese derecho) su práctica de agenda excluyente, de la que el libro que menciono es, de alguna manera acaso involuntaria, una muestra. Me parece mucho más interesante, a mí en particular, este periodismo de los márgenes (esas historias por fuera de las agendas de los medios de comunicación, que puedes encontrar en ese libro o en crónicas de Soho o Gatopardo, o en varios blogs: son, de veras, mucho más legibles), el que, buenas noticias, hoy tiene tecnología para escribirse también desde los márgenes y evadir de esta manera a esa forma eufemística de llamar a un censor: el "editor" de un medio.
Saludos.

martin romaña dijo...

Solo quería ojalá sumar mis palabras a las tuyas en el sentido de la libertad que tienen los medios de decir lo que quieren Xavier. Es que a mi me parece importante que los medios se definan, o sea, si hay un medio que declara que el cielo para ellos es rosa, como dice el ejemplo del amigo "cazador de obituarios", creo que es el derecho de los ciudadanos que ese medio lo diga de forma clara, y que el medio nunca diga que su "único interes" es la sociedad, el bien social, etc etc, porque la verdad es que su interés es, como decía el mismo ejemplo, defender los pareceres de los dueños del medio... A mi me parece casi perfecto que defiendan eso, (la imperfección es que no todos tenemos el dinero para ponernos un medio y ahí ya no es tan libre, ¿verdad?) pero que no nos digan que son Independientes, pues no lo son, que no nos digan que son veraces, pues no lo son, que no nos digan que son plurales pues no lo son, etc y mil etcéteras evidentes...

Un saludo libre de verdad

Jessica dijo...

Parece que todos se olvidan de una cosa importante, que es la ética profesional. Lo que diga la empresa o las reglas de la empresa donde un periodista trabaja no debe ser un condicionante para que el verdaero periodista haga o diga en contra o a favor de sus principios éticos profesionales.
Y eso es lo que faltan actualmente en la prensa del Ecuador, periodistas independientes, que sean reponsables con el publico, que hagan de la profesión un santuario, que se deban al apostolado de su trabajo, que sean responsables con su profesión. Lo que vemos es simplemente unos periodistas graduados o no que hacen lo que las empresas que les pagan por supuesto les dicen que hagan o digan, que lanzan noticias sin contrastarlas, poniendo en riesgo la democracia de un país e incluso la vida de las personas y lamentablemente no se ha producido un debate serio sobre el tema en los interesados, es decir gremios periodisticos y estudiantes de comunicación.
Por ello, el periodismo de márgen difícilmente será catalogado ni siquiera como periodismo porque faltaría ese componente de ética, simplemente serían narradores por accidente u observadores por diversión, lo cual no es ni malo ni bueno, ya que ahora gracias a los medios electrónicos cualquiera puede hacer sus pinitos en el asunto, prueba de ello son los "bloggers" o los que captan excelentes imagenes con sus teléfonos celulares.

Alicia Dadá y Asesina sin sueldo dijo...

Puede que el autor haya dicho esto porque los periodistas no se suelen ocupar de tales temas.

Me explico, aparecen los homosexuales en los medios como protagonistas de cualquier hecho marginal que incluya prostitucion, escandalo o ruptura del pacato discurso.

Quizas es una frase de esperanza, para que cuando se fije una agenda sean otros los significantes que importan. No los buenos y malos importados de Disney.

No tenemos un Lemebel todavía.

Xavier dijo...

mr, ok, suscribo.
jessica, tienes la boca llena de razón. Con la única parte que disiento es que no necesariamente quienes ejercen "periodismo de margen" estarán faltos de ese "componente de ética": es más, precisamente hacerlo desde el margen, posibilita que escapen a la lógica empresarial (la que esas empresas intentan vendérnosla como defensa de la libertad de expresión) y hacer un periodismo de mejor calidad. No es ninguna garantía, es solo una posibilidad. Una muy interesante y enriquecedora posibilidad.
Saludos.

Cazador de Obituarios dijo...

En efecto, el periodismo desde el margen no garantiza nada. Abre otras posibilidades, pero no garantiza absolutamente nada. Lo cual nos lleva a pensar que, eliminando la injuria dolosa, la calumnia y la difamación, lo apropiado es que cualquiera pueda escribir o decir lo que sea, sobre lo que quiera o prefiera, cuando lo quiera y desde la óptica y tonalidad que así lo decida. Publicar un hecho, (el cómo, el dónde, el cuándo, el cuánto y el por qué) u opinar sobre el mismo no debería ser motivo de represión o castigo.

Es decir, ¿qué periodismo de calidad se puede hacer al margen de los medios y/o empresas dedicadas al mismo?

¿Quién garantiza que el "periodista marginado" vaya a hacer un buen trabajo o un mejor trabajo que aquel que se encuentra vinculado, por nexos laborales, a un medio de comunicación formal? ¿Los periodistas de los medios formales, o no marginados son incapaces de actuar de manera ética?

A la final, la libertad de opinión y expresión deberían estar supeditadas al mercado libre de ideas y la libertad que cada uno tiene de escoger. Decía Borges: "si no te gusta un libro, no lo leas"