Liberalismo igualitario

9 de agosto de 2009

Sostengo que detenerse a pensar el liberalismo en serio implica no permitir que se lo reduzca a las miserias de su vertiente exclusivamente económica. Sostengo, además, que esa reducción es peligrosa degrada la palabra libertad.


Unos datos para empezar: el liberalismo clásico del siglo XIX defendió las amplias libertades económicas “de adquirir, enajenar, trabajar, navegar, comerciar, transitar y ejercer toda industria” según fuera el enunciado de su ideólogo Juan Bautista Alberdi. El liberalismo, pensado en clave histórica y de este país, se lo entendió como anti-clerical y se lo practicó como plutocrático o, dicho en simple, en beneficio de unos pocos con dinero. El liberalismo, pensado en clave contemporánea y de este país, cómodo a partir de la caída del muro de Berlín, bebe nuevamente de su fuente clásica y reivindica esas amplias libertades de las que habló Alberdi, en el contexto de la globalización y con el insistente reclamo de desregulación y menos Estado, de más relaciones contractuales entre particulares y libre mercado. En pocas palabras: no interfiera y que cada quien se arregle como pueda.


A partir de esos datos, yo sostengo que esa manera de entender el liberalismo, y en última instancia el concepto de libertad, es errónea en términos del propio liberalismo. Sostengo que a esta “puesta al día” del liberalismo clásico (al que podríamos denominar también “liberalismo conservador”) se le puede oponer en el debate actual y con buenas razones liberales, una idea igualitaria del liberalismo (a la que podríamos denominar “liberalismo igualitario”). Así, el liberalismo igualitario, de acuerdo con la definición que postuló el filósofo Carlos Santiago Nino, es aquel “que avala la posibilidad de redistribuciones de bienes y recursos y de interferencias en las transacciones privadas si ello es necesario para promover la igualdad entre los individuos”. A este liberalismo igualitario le interesa la libertad, pero no en ese sentido estrictamente formal como la entiende el liberalismo conservador, sino en el sentido más radical de concretar los prerrequisitos materiales que hacen al ejercicio de la libertad. A este liberalismo igualitario le interesa, entonces, no que se enuncien derechos (usted tiene derecho a la libertad de expresión, pero vea usted como consigue expresarse) sino la concreción de condiciones fácticas que permitan realizar ese enunciado jurídico. A este liberalismo igualitario le interesa la defensa del ideal de “autonomía personal”, esto es, la posibilidad de actuar de conformidad con planes e ideales personales que el individuo se dé a sí mismo, pero no sólo en esa versión de libertad negativa de no interferir en el desarrollo de la autonomía personal sino en la creación de un entramado institucional que también contribuya a desarrollarla.


En definitiva, entonces, el liberalismo igualitario defiende la creación de las condiciones que sirven de mejor manera (no de esa manera formal y escasa del liberalismo clásico y conservador) la palabra que mejor define al proyecto liberal: la libertad.

2 comentarios:

Gustavo dijo...

Totalmente de acuerdo... Antes de leer esto estaba leyendo un artículo de Philip Pettit, que hace referencia a la discusión dentro del liberalismo respecto del concepto de libertad.

Pettit opone la noción de libertad del liberalismo moderno, concebida como 'no interferencia', a una noción "republicana" de de libertad entendida como 'ausencia de dominación' real o potencial.

Bajo el primer modelo, resalta que no hay mucho espacio para medidas redistributivas, que son claramente una interferencia en la esfera de libertad indidivudal. Bajo el segundo modelo, en cambio, estas medidas se vuelven obligatorias siendo que muchas veces son la única manera de evitar que ciertos grupos sociales se vean sometidos a la dominación de otros, real o potencial...

En todo caso, lo importante es que el artículo está acá:

'Republican Political Theory' in Andrew Vincent, ed., Political Theory: Tradition, Diversity and Ideology, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 112-32.

http://www.princeton.edu/~ppettit/papers.htm

siendo que el autor ha tenido la gentileza de proporcionar pdfs gratis, no hay razón para no ir a dar click.

Claro está este no es ni el primero, ni el último de los liberales con pretensiones redistributivas.

Saludos

Luis dijo...

No hay mejor fundamentación para la igualdad, dentro del liberalismo, que la teoría neokantiana de Rawls; del segundo principio de justicia, el de la diferencia, se deducen todos aquellos prerrequisitos o presupuestos de la libertad...

Saludos.