Justamente ayer escuché el clásico todos los cholos / comemos con cuchara (una canción que recuerdo que mucho me nostalgió en ese road trip con Rachel y JC por el south gringo) y hoy en el área común del aeropuerto internacional de Quito (adonde tuve que recalar para desayunar porque los restoranes de la parte nacional los había clausurado el SRI) coincidimos en la misma huequita cuyo nombre empezaba con doble z (¡cuánta creatividad, Jebús!) donde zampábame yo una empanada-de-verde-derroche-de-colesterol y un chocolate ambateño (que lo mismo podía ser veneciano o de Cracovia: irremediablemente local –por local, quiero decir muy de la cocina de la señora) con el gran Hugo Idrovo. Como no hago de cholulo, solamente tasé al personal, contrasté y concluí: jean, saco de onda y corte clásico con coderas que hacía juego con los chuzos casuales tipo payless: informal pero sobrio, Idrovo no calificaba para cholo. Pero un hecho lo delató: comía con cuchara y parecía en busca de un huevo frito y su respectiva tele. ¡Maestro Huguito!
En presentación batracia, el clásico de Idrovo:
¡Hugo...Maestro!
ResponderEliminarNo sólo con su música -por cierto, ¿alguien sabe dónde conseguir su "Roscoe Boulevard", pues tengo el que se llama "Altocontraste" y hay allí además del famoso "Todos los Cholo's" la genial "La Hierba Roja"?- sino además con su investigación en el libro Baltra-Base Beta.
Gracias Xavier