Somehow, keeps waving

2 de septiembre de 2009


I fell in love with a gringa, once. Su apellido empezaba con Mc y cualquier cosa que empiece con Mc que no sea fuckin’ McDonald’s, te remite a un scotch. La visité en su casa, allá en el norte de oropeles y loneliness y era un sitio en el campo, una delicia que estaba lo suficientemente lejos como para permanecer cerca del oropel sin soledad. Su mamá hacía un George Dickel muy a su estilo y su estilo era el mejor de los estilos. Vimos a Elvis en estado hilarante y fue hilarante hasta el punto Guadalajara de llorar de la risa, y no todos los días se llora de la risa. Felices los felices dice el fragmento 51 del evangelio apócrifo de Borges, el que le da vueltas a otro que yo me conozco y al que terminó de pervertirlo un tipejo llamado Saulo.

Un día, era noche y era abril, tomé un Greyhound y nos hicimos de la mano con énfasis, como si el efecto de agitarla fuera el borrar la distancia que crecía al rodar y el tiempo que sabíamos que empolvaría el brillo de lo que brilló. Somehow, the arm keeps waving.

P.S.- Bajo la atenta mirada de la guitarra de Chick Willis.

1 comentarios:

FranciscoP dijo...

dude, lo mas duro es saber que probablemente nunca mas la vuelvas a ver (bueno, ese es mi caso). Vueltas da la vida, pero...