6 de diciembre de 2009

Escuchas aquella voz


De vez en cuando escuchas aquella voz y es la voz de Charly García. Una voz que, como lo escribió Marcelo Figueras en Página/12, "no deja de recordar que los hambrientos, los locos, los prisioneros y los idos, todavía están acá" y que "es necesario cantar de nuevo una vez más". Y Charly García estuvo en pie para cantar “de nuevo una vez más”, pasteurizado y clean, este 23 de octubre en Buenos Aires, en la cancha de Vélez Sarsfield, en su regreso a los escenarios después de ocho meses de rehabilitación. Yo estuve allí, en Vélez, para disfrutar a “un Charly menos rock star, pero mucho más metido en su rock. Un Charly que repasó con nosotros sus grandes éxitos, lo que significa pasarle revista a la biografía de (de)generaciones, la nuestra incluida”. Estuve allí, bajo una lluvia nocturna y persistente, entre esos 34.000 asistentes que “crecimos escuchándolo y somos tanto parte de su religión como su música es parte del soundtrack de nuestra vida. Fui una de esas 34.000 personas: un privilegio y un delirio.

Otro privilegio y otro delirio, en Guayaquil, este 26 de noviembre, en la cancha del estadio Alberto Spencer. No hubo lluvia pertinaz, pero sí hubo ese repaso biográfico de nuestro soundtrack vital. Fue la primera vez de Charly García en Guayaquil y no fuimos muchos, pero fuimos los aliados. Nuevamente, en mi caso, escuché aquella voz. Esa voz que tiene una herencia, como lo dijo en este diario Jeannine Zambrano el domingo pasado, con estas precisas palabras: “La herencia de Charly: cruce de caminos entre intelecto y sensualidad; frenesí del rock y sutileza de la lírica; individualismo anárquico y crónica social. Sus canciones: eslóganes existenciales, parte del inconsciente colectivo de públicos de varias edades. Sus denuncias: metáforas de los crímenes pequeños y los crímenes sin nombre”. Una herencia que tiene un tono (un tono atenuado al día de hoy, con García ralentizado): el tono del exquisito delirio.

Siempre me ha dado vueltas en la cabeza esta frase de Charly, “el más cuerdo es el más delirante”, la que siempre la he asociado con esta otra línea, “la locura es poder ver más allá”. Para mí, ese ha sido el concepto constante de García, aún a costa de sí mismo (porque como escribió Truman Capote, “cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y ese látigo, es únicamente para autoflagelarse”): delirar y hacernos ver más allá. Muchos, pobres de ellos (están muertos y hay que compadecerlos) se quedan en la superficie y sólo perciben un personaje auto-destructivo, un drogadicto, un linyera. Algo de eso hay, como lo hay en muchos artistas, pero eso no es lo importante (el mismo García percibió el abismo y se rehabilitó). Lo importante es que su delirio, trasuntado en canciones, nos ofrece razones para ejercer la cordura de la diferencia, para caminar hacia ese más allá que Charly nos ilumina con la luz que irradian sus letras, con esa “indómita luz, que hizo carne…”. Say no more.

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