Nuestro forense

30 de julio de 2012


Publicado en GkillCity el 30 de julio de 2012.

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Parte I. “El forense de los errores informativos”: sus experiencias en el periodismo ecuatoriano.

En un artículo de la edición de julio de 2010 de la revista digital mexicana Replicante se califica al defensor del lector de “forense de los errores informativos”. La metáfora que utiliza su autor, Juan Carlos Núñez Bustillos (quien fuera defensor del lector del diario Público-Milenio de Guadalajara entre 2008-2011) es precisa porque al defensor “le toca ‘desenterrar’ el error” y él es quien “a partir de los restos busca conocer qué pasó y por qué”. El defensor del lector, nos dice Núñez Bustillos en su texto, “señala el error con el ánimo de enmendarlo, en la medida de lo posible, y de entender qué falló para recomendar acciones o proponer criterios que ayuden a evitar que suceda de nuevo”. El trabajo del defensor, entonces, es el de encontrar errores, discutirlos en público y proponer mejoras. “Los médicos entierran sus errores, los periodistas los publicamos” es un refrán que según cuenta Núñez Bustillos circula en las redacciones periodísticas. Uno que ciertamente no se habrá escuchado mucho en las redacciones ecuatorianas.

Porque los medios de comunicación masiva del Ecuador, digitales o no, han sido reacios a publicar sus errores, discutirlos en público y enmendarlos. En esto ha primado por sobre el compromiso ético editorial, el capricho empresarial. Casi ninguno ha desarrollado mecanismos de autorregulación ética y casi todos suelen mostrarse apáticos o contrarios a la implementación de regulaciones (como las del derecho de rectificación o respuesta, o la cláusula de conciencia) que puedan restringir sus decisiones editoriales. De entre todos los medios de comunicación (digital, audiovisual o escrita) que existen en el Ecuador, la experiencia efímera del defensor del televidente en Ecuavisa con el programa Televidencia a cargo de César Ricaurte (transmitido los domingos “alrededor de la medianoche” entre enero del 2009 y agosto del 2010) es la primera y única autoridad de este tipo que se ha implementado en medios audiovisuales ecuatorianos (también el primer y único defensor registrado ante la Organization of News Ombudsman) así como la experiencia del defensor del lector en diario Hoy (mantenida desde 1994, uno de los pioneros en el mundo hispano) es todavía la primera y única autoridad de este tipo implementada en medios de prensa escrita. La incorporación del defensor del internauta en nuestra GkillCity.com es la tercera experiencia de esta modalidad de autorregulación ética en la producción periodística que tendrá el país y la primera en el mundo digital ecuatoriano.

Únicamente tres experiencias de autorregulación ética de este tipo en la historia de nuestro periodismo: esta naciente de GkillCity.com, la de Ecuavisa, por ahora suspendida (el último programa de Televidencia alojado en su página web data del 22 de agosto del 2010 y al día de hoy los domingos “alrededor de la medianoche” Ecuavisa transmite Código Futbol) y la de diario Hoy, a cargo ahora de Ana Angulo Benavides, mantenida durante 18 años y que ha registrado ciertos altibajos a lo largo de su historia. Por ejemplo, los dos inmediatos antecesores de Ana Angulo en el cargo tuvieron graves cuestionamientos por su desempeño: a la penúltima defensora, Ana Karina López, se le reprochó ser una defensora decorativa y que tenía sus intocables; a Carlos Jijón, se le reprochó defenderse a sí mismo y una falta de “voluntad o ética” en el cumplimiento de su trabajo, reproches que también le formuló Carlos Arcos Cabrera, uno de sus propios colegas del Hoy, el que llegó a calificar el trabajo de Jijón como “autoritarismo mediático”. Los artículos vinculados en los enlaces contienen amplia evidencia para todas estas afirmaciones.

Para peor, la edición digital de diario Hoy no dedica espacio propio a su defensor del lector, por lo que resulta imposible seguir su pensamiento (ejemplos de ediciones digitales bien organizadas son la de diario El País de España y la del New York Times). Por lo visto puede decirse que, en general, la implementación de los defensores del público en los medios de comunicación del Ecuador ha sido muy escasa, intermitente y defectuosa. Pero no es mejor tampoco la suerte de otros mecanismos de autorregulación, como los códigos de ética y los comités de ética. Un ejemplo de ello es que uno de los pocos códigos de ética que existen, el de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (adoptado en Santo Domingo de los Colorados el 20 de noviembre del 2004) establece en su artículo 4 que uno de los fines de las radiodifusoras privadas es proporcionar información “veraz”, así como establece en su artículo 10 que las radiodifusoras deberán “evitar la difusión de informaciones cuya autenticidad no haya verificado”. Todos conocemos, que en la práctica, casos como el descrito no son extraños.

Se supone que el Comité de Ética de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) dispuesto en el artículo 22 de su Código de Ética, “conocerá y juzgará quejas, reclamos, denuncias o acusaciones”. Es altamente probable que el trabajo de dicho Comité haya sido, o bien ninguno, o en todo caso ninguneado, porque en la ciberpágina de la AER (muy elemental, por cierto) no se hace ninguna otra referencia al Comité, ni a ningún caso que éste haya conocido, ni a su Estatuto (de acuerdo con el cual debería aplicar las eventuales sanciones) ni al Tribunal de Honor que está en la obligación de constituirse para la “ratificación o modificación” de esas sanciones. Digamos que en los casos que esas normas existen, sucede a la clásica usanza colonial: “se acata pero no se cumple”.

En general, los medios de comunicación del Ecuador, digitales o no, públicos y privados, son reacios a asumir compromisos éticos para con sus consumidores. Se piensan a sí mismos como feudos autónomos, donde su capricho es ley.

Parte II. “Derecho a la información veraz”: la más alta obligación del defensor del internauta de GkillCity.com.

El defensor del lector de El País español (una figura que existe en dicho diario desde 1985 cuando la asumió el primero de sus doce defensores hasta la fecha, Ismael López Muñoz) usualmente ha sido tomado como referente para la adopción de sus homólogos en otros países de habla hispana. Su defensor actual, Tomàs Delclós, en las once columnas de opinión que hasta ahora ha escrito desde la asunción de su cargo en marzo de este año ha mostrado un poco la amplia variedad de tópicos que un defensor puede abarcar: ha tratado, por ejemplo, sobre la gestión de los errores en la producción de la información, el uso de fotos de contenido polémico, el copiar y pegar en los artículos que se publican de sus colaboradores (precisamente la razón que nos espoleó en GkillCity.com a incorporar al defensor del internauta), la violencia machista en la redacción de las noticias criminales o la identificación de los expertos en la presentación de sus opiniones. Eso es una muestra del ramillete de posibilidades de exploración de un defensor responsable. Pero quien realmente habla del núcleo del trabajo de quien acepta la responsabilidad de ejercer como defensor es la inmediata antecesora de Delclós en la defensoría del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, en su artículo de despedida titulado “Adiós, y mucha suerte”.

En su artículo, critica Pérez Oliva la “visión cínica” de aquel periodismo que plantea que la verdad no existe, fundado en la peregrina idea de que “puede haber tantas verdades como interpretaciones de la realidad”. Pérez Oliva sostiene que semejante planteamiento “es una gran trampa” porque, por el contrario, “la verdad, en periodismo, existe. Al menos existe la verdad de los hechos, la verdad factual. Aquello que es cierto y es comprobable”. Denuncia a continuación, “la falsa neutralidad del periodismo de versiones” porque “otorga las mismas oportunidades a quien dice la verdad que a quien miente. Y porque la verdad incómoda tiene más dificultades para imponerse al ruido mediático creado para sepultarla”. Una denuncia la de Pérez Oliva que describe, por cierto, de una manera bastante aproximada lo que sucede en medios públicos y privados durante las entrevistas televisivas de las mañanas, ¿no?

Pérez Oliva constata la existencia de "prácticas periodísticas que prescinden de los hechos o que los distorsionan hasta conseguir que coincidan con la versión que quieren imponer. Su objetivo es distorsionar la realidad, y si es posible, crearla". Ella se pregunta, a raíz de ello: "¿Cómo saber quién miente y quién dice la verdad?". Su respuesta, sencilla y sensata, es:
 
“Desconfíen de quienes anteponen la interpretación a la demostración. El periodismo interpretativo debe basarse en hechos y datos comprobables. Y desconfíen también de aquellos textos que no hacen un esfuerzo suficiente para demostrarles cómo han llegado a la versión que sostienen. El periodismo de interpretación no puede ser la gran coartada para eludir, ignorar o sepultar la verdad. O para entronizar lo que el filósofo norteamericano Harry G. Frankfurt denomina ‘la tergiversación engañosa próxima a la mentira’”. […] Por eso es tan importante que el periodismo de calidad respete siempre las formas. No solo ha de ser lo más factual y objetivo posible, sino que ha de demostrarlo. Explicitando las fuentes, detallando los datos, exponiendo lo que no ha podido averiguar; siendo honesto”. 
Pérez Oliva concluye el escrito de despedida de su cargo con un ruego dirigido a sus lectores: “¡Premien el buen periodismo! Ayúdenle a defender la verdad”.

El ruego por el que tanto argumentó la entonces defensora Pérez Oliva es nuestra primera apuesta, jugada mediante la incorporación de Juan Fernando Jervis como defensor del internauta de GkillCity.com. El objetivo de su incorporación es contribuir a esta tarea colectiva de ayudar a “defender la verdad”, a través de obligarnos a quienes hacemos GkillCity.com a elevar nuestros estándares y a corregir nuestros errores (los que, por supuesto, hemos tenido y muchos). El Reglamento del defensor del internauta de GkillCity.com establece en su artículo primero que el objetivo de esta autoridad “es garantizar a los internautas su derecho a la información veraz”. Este atributo de “veraz” de la información que se difunda por un medio de comunicación implica (como lo ha desarrollado, p. ej., el Tribunal Constitucional español en STC 068/2008) que se establezca “un deber de diligencia sobre el informador a quien se le puede y debe exigir que lo que transmite como 'hechos' haya sido objeto de previo contraste con datos objetivos”. La intensidad de dicha diligencia en el contraste deberá ser máxima en los casos de difusión de información que pueda acarrear descrédito a la persona a la que la información se refiere. En todos los casos, dice el reglamento de GkillCity.com, el defensor del internauta debe formular su análisis “conforme a las reglas éticas y profesionales del periodismo”, interpretadas a la luz del derecho a la libertad de expresión. Esa es su más alta obligación.

El trabajo de defensores del público (de lectores, oyentes, teleaudiencias e internautas) tiene una progresiva aceptación en las prácticas periodísticas de América latina. Algunos artículos de interés sobre este creciente mecanismo de autorregulación ética son el de José Luis Santa María, el de Gerardo Albarrán de Alba, el de Susana Herrera Damas; sobre el defensor del lector en el contexto ecuatoriano, esta publicación de Gustavo Abad; también existen estudios de casos de estudiantes y de memoria de grado universitaria, así como recopilaciones de información sobre el defensor del lector en las ciberpáginas clasesdeperiodismo.com, puroperiodismo.cl y saladeprensa.org (en esta última, haciendo clic en el apartado “Ética y deontología”, v. en especial los artículos de su edición No 53).

El esforzado trabajo conjunto del defensor del internauta y quienes hacemos GkillCity.com de ser, como pedía Pérez Oliva, “lo más factual y objetivo posible, [y] demostrarlo” empieza en esta edición.

Bienvenido Juan Fernando, forense de nuestros errores.

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