“Los más pobres, o no
tienen carros, o en todo caso no conducen lejos” dijo el Federal Treasurer (el equivalente ecuatoriano sería el Ministro de
Finanzas) de Australia, Joe Hockey, el miércoles 13 de agosto durante una entrevista
radial en la cual, con estas ideas como premisas, intentó persuadir a su
audiencia que el impuesto al consumo de los combustibles en la propuesta de
presupuesto hecha por su gobierno era un impuesto “progresivo” (o sea, uno que requiere
más dinero de quienes más recursos tienen). Por esa razón, no entendía la falta
de apoyo político a dicha propuesta por parte de partidos que suelen apoyar los
impuestos progresivos, como los laboristas y los Verdes.
El Treasurer Hockey forma parte de un gobierno de coalición Liberal-National
liderado por el Primer Ministro Tony Abbott, perteneciente a las filas del
partido Liberal. Una de las propuestas de Tony Abbott durante su campaña fue la
recomposición del presupuesto. En mayo, el gobierno de Abbott presentó su
propuesta de presupuesto al Parlamento, cuya idea de fondo es que el gobierno
de Abbott heredó un desastre financiero del gobierno de Julia Gillard
(gobernante del Partido Labor, opositor al Liberal, durante los años 2010-2013)
y que debe procurarse la austeridad en los gastos gubernamentales para asegurar
a Australia un futuro mejor. El camino para ese futuro de prosperidad es la
reorientación de los gastos en el marco de una política económica conservadora.
Una reorientación en la que, según ha expresado el Treasurer Joe Hockey, todos los australianos “deben hacer su
contribución”.
Dos académicos de la
escuela Crawford de políticas públicas de la Universidad Nacional de Australia,
Peter Whiteford y Daniel Nethery, sometieron a escrutinio el contenido de esta “contribución”
y concluyeron que “el impacto presupuestario no solo que no se lo reparte de
manera proporcional, sino que será mayor para las personas en edad de trabajar,
en los más bajos niveles de ingreso”. En pocas palabras, que la propuesta de
presupuesto del gobierno de Abbott resulta más perjudicial para los más pobres de
Australia. Según Whiteford y Nethery, tal es el contenido de esa “contribución”.
Con este antecedente se
pueden entender mejor las críticas contra Hockey manifestadas en los medios de
comunicación, en los que se le tildó de ofensivo y alejado de la realidad. El
líder opositor Bill Shorten lo instó a “regresar del planeta Hockey al planeta
Tierra”. En las editoriales de los periódicos, en los programas de comentarios
políticos en radio y TV, en las redes sociales: en todas partes, Hockey
encendió la polémica y recibió incontables muestras de rechazo. Pero no dio su
brazo a torcer. El jueves, su oficina publicó un comunicado de prensa para
explicar que, en lo esencial, lo dicho por el jefe era cierto y que el 20% más
rico del país paga por combustible tres veces más que el 20% más pobre.
Es necesario someter a
escrutinio la frase original de Joe Hockey. Su frase sugiere dos cosas: una,
que los pobres no tienen carro; otra, que si sucede que los pobres tienen
carro, no conducen lejos. Las dos opiniones de Hockey son deleznables. Sobre la primera: en su comunicado de prensa, la oficina de Hockey estima que más del 30%
de los pobres no tienen carro y utiliza datos del censo del año 2011 para sustentar
esta idea. Pero un estudio específico del instituto australiano de estadísticas
(Australian Bureau of Statistics, ABS) sobre esta materia, gráficamente titulado “Car Nation”, ofrece resultados
distintos. Según este estudio, solo el 15% de los más pobres no tienen carro. El
porqué de esta diferencia se explica en la forma de cálculo de los datos. Para
el cálculo de la oficina de Hockey se añadió a la categoría “No tener carro” a
aquellos que no marcaron nada, bajo el supuesto de que los que así respondieron
“era muy probable que no tengan carro”. Esta conveniente asunción explica la
diferencia de 15 puntos porcentuales con el estudio de la ABS, que omite el
sesgo político de la oficina del Treasurer
y hace su cálculo sobre la única certeza disponible: la de quienes marcaron
“No” en esa pregunta del censo del 2011.
Sobre la segunda idea, la
de que los pobres “no conducen lejos”, un estudio elaborado por el profesor
Graham Currie del Instituto de Estudios del Transporte de la Universidad Monash
destaca que las personas de escasos recursos, por vivir lejos de sus lugares de
trabajo, suelen viajar mayores distancias en sus carros comparadas con las
personas adineradas. Aplicado a la ciudad de Melbourne, por ejemplo, se
encontró que esa diferencia era de 10 kilómetros diarios (16.4 para los pobres
que viven en la periferia vs. 6.4 para los residentes del área central, en su
mayoría personas de mayores recursos). La necesidad de conducir enormes
distancias es incluso mayor en el campo del que es el país con la sexta mayor
extensión territorial del mundo.
Así, las dos premisas
originales de Hockey se derrumban. La primera afirmación, porque con las cifras
corregidas, ya no se sostiene; la segunda, porque es contradictoria con lo que sucede
en la realidad. Las premisas de Hockey para su afirmación de que el impuesto al
consumo de los combustibles era “progresivo” resultaron muy débiles y, en el
peor de los casos, falsas. El impuesto resultó regresivo, lo opuesto a cómo
Hockey lo quiso presentar a la opinión pública. De hecho, a juzgar por los
resultados del estudio de Whiteford y de Nethery, tan regresivo como regresiva
resulta la propuesta de presupuesto del gobierno de Abbott en general.
A todo esto, el Primer
Ministro australiano, Tony Abbott, se encontraba fuera del país. Cuando el
viernes 15 por la mañana regresó a Australia, los periodistas le preguntaron sus
impresiones sobre lo dicho por el Federal
Treasurer de su gobierno. El Primer Ministro contestó: ”De plano, yo no
diría eso”, al tiempo de confirmar su irrestricto respaldo a Hockey. Sutil
bajada de línea de la máxima autoridad política de Australia a su hombre de
confianza a cargo de las finanzas.
En la tarde de ese viernes, Joe Hockey pidió disculpas. Fue elocuente: "Realmente, genuinamente pido disculpas porque haya cualquier sugestión, cualquier sugestión del todo, de que a mí o al gobierno no nos importan los más desaventajados en la comunidad. Pido disculpas por esa interpretación. Pido disculpas por esas palabras".
Dos días y un regaño le duró la necedad.