Concebir a los hombres como realmente son y no como quisiéramos que fuesen

24 de diciembre de 2015

La entrevista que se publicó en el diario español El país hecha a Michael Tomasello, codirector del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, es una de las más interesantes que he leído en las últimas semanas (1). La entrevista explica la evolución de los seres humanos, a resultas de lo cual se pueden deducir un par de principios útiles para la regulación de la vida en sociedad.

La evolución humana.

La hipótesis inicial de Tomasello es una “gran explosión de poblaciones de monos que les estaban robando la comida a los humanos”. Ante eso, los humanos tuvieron que colaborar para conseguir alimentos fuera del alcance de los monos: “si no podías colaborar, no podías sobrevivir, así que había presión para colaborar”. A partir de aquí se forman grupos, “en los que todos los individuos dependen del resto”, con lo que empieza la división del trabajo y la dependencia mutua, que se acentúan por las guerras entre grupos. Este proceso empezó hace medio millón de años y avanzó “hasta la aparición de la cultura hace 150.000 años”.

Así, de acuerdo con Tomasello, la capacidad de colaborar evolucionó dentro de un grupo. En razón de ello, es “uno de los hallazgos más sólidos de la psicología, las diferencias de trato a los miembros del grupo y a los que no lo son. Favorecemos a los de nuestro grupo y desconfiamos de los de afuera”, al punto que se “[p]odría decir que todos los conflictos serios en el mundo se dan entre gente que dice: nosotros frente a ellos”.

Un par de principios.

¿Qué se puede hacer para cambiar este escenario de violencia impuesto por nuestra evolución como especie? (2)

Tomasello responde: “es posible que no puedas cambiar la biología, pero podemos crear instituciones sociales que reúnan a gente de distintas culturas en entornos colaborativos […]. Cuanto más podamos construir situaciones en las que la gente colabore, y hagan cosas juntos de forma interdependiente, se facilitará un tratamiento más justo para todo el mundo”.

Entonces, un primer principio para la vida en sociedad es la creación de instituciones que promuevan entornos colaborativos.

Y un segundo principio, según Tomaselli, es que en esos entornos colaborativos debe hacerse algo frente a los aprovechados:

“La mayor parte de [las comunas jipis] fracasaron, y esto se puede aplicar al comunismo en general, porque tenían una visión demasiado optimista de la naturaleza humana, sobre la posibilidad de que todos trabajemos duro y compartamos nuestros recursos. Cuando el tipo de al lado no hace nada y tiene lo mismo que nosotros, nos molesta. Es un hecho sobre la naturaleza humana que muchas comunas no tuvieron en cuenta: que hay que hacer algo sobre los aprovechados. Ellos tiene que sufrir alguna desventaja o la gente no seguirá trabajando. Hay diferencias individuales, también tenemos santos y los santos no piensan así, pero la gente normal sí, y lo vemos desde un momento muy temprano de la infancia, así que cualquier planificación social que hagamos tiene que tomar eso en cuenta. Mejorar la sociedad implica no obviar los aspectos negativos de nuestra biología”.

(1) Mediavilla, Daniel, “Para mejorar la sociedad no podemos obviar lo negativo de nuestra biología” (entrevista a Michael Tomasello), Diario El país (España), 3 de noviembre de 2015.
(2) ¿Cree usted que se puede celebrar la historia? ¡No, por favor, la historia es una masacre! […] Si uno lee los grandes estudios abstractos, las teorías, las proclamas de la época, muy bien; pero cuando se leen las memorias de quienes vivieron esos acontecimientos, se da uno cuenta de que fueron espantosos”, v. Cioran: el último dandy (entrevista realizada en París, octubre de 1990), en: Savater, Fernando, Ensayo sobre Cioran, Espasa-Calpe S.A., Madrid, 1992, p. 181.  

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