13 de diciembre de 2015

David Harvey y la vía a Samborondón

Hace poco The Clinic entrevistó a David Harvey. Allí comentó sus impresiones de una visita reciente a Guayaquil:
 
“Por ejemplo, hace poco estuve en Guayaquil, Ecuador. Ahí hay un área de la ciudad donde, a los costados de un gran camino principal, solo existen comunidades privadas. No puedes salir del camino principal para entrar a esas comunidades sin un permiso residencial. Entonces te preguntas qué tipo de mundo se construye allí, en que la experiencia urbana de las personas queda secuestrada tras estos muros, tienen un contacto casi nulo con personas de otras clases sociales. Por lo tanto es un hecho que la concentración de capital se transforma en una barrera para el desarrollo urbano, es decir, se opone a lo que debería ser una ciudad” (1).
Obviamente, Harvey se refiere a la vía a Samborondón. Como ciudad, nuestro mayor problema es mental: el lugar que a Harvey le parece razonablemente reprochable, para muchos guayaquileños es una de sus “metas geográficas y personales”, aún a pesar de sus notorias deficiencias (2).

Pero en todo caso, la diferencia fundamental, esta que permite entender los distintos enfoques del profesor de antropología y de geografía en la City University of New York y de las autoridades de los gobiernos socialcristianos de los cantones Guayaquil y Samborondón que no solo que permiten, sino que estimulan este tipo de comunidades: mientras Harvey se preocupa por la satisfacción de las necesidades de las personas, los socialcristianos (sus prácticas encapsuladas en aquello que ostentosamente denominan “modelo exitoso”) se preocupan por el $$$.

(2) Para la afirmación del sector de Samborondón como una meta geográfica y personal de los guayaquileños y su correspondiente crítica, v. Citámbulos, Xavier Flores Aguirre, 8 de septiembre de 2007; para un recuento de las notorias deficiencias de los servicios públicos en la vía a Samborondón, v. Suburbia Extrema (a.k.a. La vía a Samborondón), John Dunn Insúa, 11 de agosto del 2014.

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