Los interlocutores discuten, se acaloran, llegan con frecuencia a litigar entre sí, pero cada uno se queda con su parecer (y el parecer que lo contradice es una estupidez. De aquí proviene el notorio y prestigioso dicho de que ‘discutir no sirve para nada’, salvo para hacerse mala sangre, lo que es una gran verdad; pero lo es porque se discute sin saber discutir). Discutir es inútil cuando los interlocutores no se entienden porque no tienen cuidado de definir las palabras que utilizan; cuando no poseen un vocabulario suficiente para examinar los problemas en detalle, con adecuada precisión; y en fin, cuando cada uno argumenta las propias tesis sin unidad de método lógico y cambiando varias veces el criterio demostrativo. (1)
En el Ecuador la mayoría
de las discusiones son inútiles. La gran mayoría no sólo no sabe discutir sino
que es verdaderamente ignorante por su ausencia de interés en hacerlo bien, porque eso sería
admitir lo que no saben y eso una persona ignorante no puede jamás admitirlo. Porque como
escribió Karl Popper, la verdadera ignorancia no es no tener conocimientos,
sino rehusarse a adquirirlos.
(1) Sartori,
Giovanni 2002, La política. Lógica y
método en las ciencias sociales, Fondo de Cultura Económica, México, p. 21.
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