“Este acuerdo se dio el 28 de agosto de 1534; y ese mismo día se celebró el acta de la fundación de la nueva ciudad, a la cual se le puso el nombre de San Francisco, no porque hayan entrado los conquistadores en la ciudad el día 4 de Octubre, sino por honrar la memoria de Pizarro, Gobernador del Perú, con cuya autoridad y poderes se hacía la nueva fundación. Esta es la verdadera fundación de Quito y, por tanto, su verdadero fundador fue el Mariscal Don Diego de Almagro, quien dio a la nueva población el nombre de Villa de San Francisco” (1).
La segunda quincena de agosto
del año 1534 fue de ajetreos administrativos en la América ecuatorial: se
fundaron una ciudad y una villa en Liribamba (a la vera de la laguna de Colta)
pues los conquistadores bajo el mando del adelantado Francisco Pizarro (al que
alude en la cita González Suárez, cuando habla de la “autoridad y poderes” para
hacer la fundación) se iban a encontrar con las huestes comandadas por el adelantado
Pedro de Alvarado, que venía de Guatemala a disputar el territorio con los de
Pizarro, por lo que ambos grupos, recuerda González Suárez, “estaban a punto de
venir a las manos” (2). Los de
Pizarro (comandados, en este caso, por el Mariscal Diego de Almagro) querían alegar,
para una posible negociación con Alvarado, “la anticipada posesión de la tierra
en donde se había introducido tan incautamente el Adelantado” (3). Ese es el contexto de las
fundaciones, hechas dentro de una quincena y al apuro. (Al final, Alvarado
aceptó el pago de 100.000 pesos de oro por lo que había llevado a estas tierras
y se volvió a Guatemala –bien podría decirse que la estrategia rindió).
Esos dos sitios fundados en
Liribamba fueron una ciudad y una villa. La ciudad, que se llamó Santiago de
Quito, se la fundó el 15 de agosto de 1534, se la trasladó a la región litoral
y terminó por tomar un nombre indígena (4);
la villa, que se llamó San Francisco de Quito, se fundó el 28 de agosto de 1534
y su traslado al norte no implicó en ningún caso una nueva fundación de la
villa el día 6 de diciembre en que se verificó su asentamiento. Este suceso
decembrino fue una mera mudanza
administrativa: la fundación fue una sola y fue la primera, la que es la
“verdadera” según el parecer razonado de González Suárez. Y sucedió un agosto,
casi al fin de un mes agitado.
(1)
de la Torre Reyes, Carlos (ed.) 1995, Escritos
de González Suárez, Banco Central del Ecuador, Quito [Colección de
Escritores Ecuatorianos, Vol. 4], p. 145.
(2)
Ibídem.
(3)
Ibídem.
(4) El azar de un nombre, Xavier Flores Aguirre,
3 de noviembre de 2015.
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