En una entrada anterior me
referí a la responsabilidad que tendría la Alcaldía de Guayaquil por el colapso
de un paso a desnivel sobre un vehículo, que ocasionó la muerte de una persona (1). El caso de la Alcaldía de Guayaquil
me pareció el más evidente porque justo una semana antes del terremoto un
reportaje de diario Expreso demostró varias negligencias en el mantenimiento de
los pasos a desnivel. Era fácil asociar dichas negligencias con el desplome del
paso a desnivel y extraer las lógicas consecuencias.
El terremoto en Ecuador
funciona a manera de un ‘experimento natural’ para determinar quienes
cumplieron sus obligaciones en materia de construcción y quienes no lo
hicieron. Tuve ocasión de recorrer la zona del desastre de Portoviejo con un
grupo de rescatistas y se repitió muchas veces una imagen: una al lado de otra,
una construcción intacta y otra devastada. Era fácil deducir quiénes se tomaron
en serio su seguridad y quiénes no. Y sobre esto hay que reflexionar, porque la
seguridad en las construcciones no debería ser optativa.
La BBC Mundo publicó un
reportaje sobre el terremoto en Ecuador. Recogió la opinión del presidente
Rafael Correa de que muchos edificios se habían derrumbado “por mala construcción”
(2). La opinión del ingeniero
estructural Fabián Carrasco aclara el significado de esta opinión:
“Los permisos de
construcción dependen de cada municipio. Algunos exigen la intervención de un
ingeniero estructural a partir de un determinado número de pisos, otros no,
pero esto sólo es en el estudio de los planos, luego no hay nadie que supervise
la construcción”.
Ecuador cuenta con
legislación adecuada para las construcciones. Tras la experiencia de los
terremotos de Haití y Chile, en el país se adoptó la Norma Ecuatoriana de
Construcción (NEC). El problema es el control de la aplicación de las normas de construcción, a
cargo de los 221 municipios que hay en el país. Aunado a la ausencia de
supervisión, las construcciones carecen de diseños anti-sísmicos y suelen
hacerlas ‘maestros’ en vez de ingenieros o arquitectos. En líneas generales, el
mundo de la construcción opera en la informalidad (3).
El reportaje de BBC Mundo recorrió
varias ciudades de la costa manabita afectadas por el terremoto del 16 de
abril. Para el arquitecto Fausto Cardoso, en
Ecuador: “Se gasta mucho en los ornamentos del edificio, pero se descuida la
seguridad”. Esta negligencia produce contrastes como el que presencié en
el centro de Portoviejo: por un lado, el hotel ‘Royal Pacific’ en Canoa, que
“recuerda en su caída al clásico videojuego del Tetris, en el que las piezas
desaparecían al llegar a la superficie. La primera planta ha sido complemente
aplastada por los pisos superiores”.
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Imagen de lo que queda del hotel 'Royal Pacific'. Fuente: BBC Mundo. |
La consecuencia de esta
falla estructural fue la muerte de seis personas (4). Pero a dos cuadras del hotel devastado, informa la BBC, “se
levanta otro que no presenta grietas, como si la estructura no se hubiese
enterado de que hubo un terremoto o el sismo hubiera elegido perdonarle la
vida”. El hotel se llama ‘Amalur’, sus dueños son dos españoles y la diferencia
la hizo su determinación de convertir su establecimiento en un lugar seguro: se
tomaron dos meses en la construcción de los cimientos y utilizaron arena de río
en vez de arena de la playa, de uso común en la costa, pero que “es salina y se
va comiendo el hierro”.
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Imagen del hotel 'Amalur', intacto tras el terremoto. Fuente: BBC Mundo. |
Impresiona la descripción
de los españoles (la BBC la califica de “desoladora”) sobre cómo se construía
en Canoa:
“Acá presentaban el plano
de un piso y luego construían cinco y nadie se daba cuenta. Había edificios que
pensabas que se iban a caer sin necesidad de un terremoto. Un día que soplara
un poco de viento se iban a caer”.
Nadie debe llamarse a
engaño: la irresponsabilidad de las autoridades municipales tiene una relación
directa y causal con las consecuencias devastadoras del terremoto. Una
discusión profunda sobre cómo corregir estas notorias deficiencias en la
supervisión y el control es necesaria en el proceso de construcción y de
reconstrucción de las edificaciones afectadas.
Pero el subdesarrollo,
como lo afirmé en una anterior entrada ('Ciudad dormida'), es la “incapacidad para
relacionar las cosas, para acumular experiencia y desarrollarse”. Y esta
incapacidad de relacionar una cosa con la otra (por ejemplo, “uso arena de playa de
mar, ergo la construcción incrementa el riesgo de colapso’) ha traído, en esta
oportunidad, consecuencias mortales que bien pudieron evitarse. Debemos ser
capaces de hacer esta asociación entre irresponsabilidad de autoridades y
mortandad de personas y exigir que se aprendan lecciones y se corrijan errores.
No solo para no vernos condenados a la repetición de las condiciones que
permitieron este desastre, sino para aprovechar la oportunidad y construir bien, de una vez por todas:
con respeto a los requerimientos de las normas vigentes de construcción y al
contenido del derecho a una vivienda digna (5).
(3)
Para muestra un botón: en la ciudad de Guayaquil, según informa diario Expreso
“la situación es clara. Y grave: el 70% de las viviendas de la ciudad ha sido
construido de manera informal, sin un plano o estudio de por medio. Y del otro
30%, en la mayoría de casos no se ejecutaron los planos presentados”, v. Nelson Tubay, ‘Guayaquil es un enorme riesgo’, Diario Expreso, 24 de abril de 2016. Si esta es la situación en el
municipio más poblado del país, sólo resta imaginarse cuál pudo ser la
situación en los pequeños municipios de la costa norte de Manabí.
(4)
En una conversación que sostuve con un rescatista, observando el colapso
similar de un pequeño edificio en el centro de Portoviejo, me explicó que este
tipo de colapso de la estructura (estilo ‘panqueque’, recuerdo que lo llamó)
era el peor de todos, porque ofrecía menores posibilidades para la existencia
de un “triángulo de la vida”, condición necesaria para el rescate de una
persona.
(5)
Las normas de construcción se encuentran en la ‘Norma Ecuatoriana deConstrucción’ que adoptó el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda. Una
interpretación del derecho a la vivienda digna en el Ecuador debe partir de lo
dispuesto en la Constitución de Montecristi (principalmente, los artículos 30 y
31 como derecho del buen vivir y los artículos 375 y 376 como parte del régimen
del buen vivir) y orientarse por los criterios expuestos por el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales sobre el derecho a una vivienda
adecuada, v. Observación General No 4, Derecho a una vivienda adecuada (párrafo
1 del artículo 11 del Pacto) [1991].