Guayaquil, una ciudad sin ciudadanos

8 de abril de 2016


“Ciudadano es aquel que puede efectivamente comunicar (i.e. ser escuchado) con miras a una decisión” (1). 
La regulación de la Alcaldía de Guayaquil en materia de participación ciudadana es un ejemplo de cómo entienden sus autoridades a la ciudadanía: sometida y silente.

Las alcaldías del país (gobiernos autónomos descentralizados, in the parlance of COOTAD) tienen la obligación de implementar “un sistema de participación ciudadana para el ejercicio de los derechos y la gestión democrática de la acción municipal” (así consta en el artículo 3 literal g) del COOTAD relativo al principio de participación ciudadana, que se desarrolla en extenso en el capítulo “La Participación Ciudadana en los Gobiernos Autónomos Descentralizados”  -Arts. 302 al 312) (2).  

En consonancia con este mandato, la Alcaldía de Guayaquil legisló sobre la participación ciudadana en la “Ordenanza que regula el sistema de participación ciudadana del cantón Guayaquil”, aprobada el 29 de septiembre de 2011. Esta Ordenanza es una burla a la participación, porque sólo habilita a participar en la Asamblea Cantonal de Participación Ciudadana a los 117 “representantes de la sociedad” que expresamente se mencionan en ella (3). La mayoría de estas entidades, únicas habilitadas para ejercer el derecho a la “participación ciudadana”, han recibido dineros de la corporación municipal; algunas, de hecho, sumas de millones de dólares.

La burla a la participación ciudadana es evidente: la Alcaldía de Guayaquil determina las únicas entidades que pueden participar y, a la mayoría de ellas, les ha dado dinero para su gestión. El saldo es una participación ciudadana en la gestión municipal limitada, sesgada y paniaguada. Una sociedad sometida y silente.

El mejor resumen de cómo se entiende la participación ciudadana desde la Alcaldía de Guayaquil la ofrecieron sus propias autoridades cuando el 29 de septiembre de 2011, día de la aprobación de esta Ordenanza, dieron sus opiniones sobre la participación de los ciudadanos en la gestión municipal. El Alcalde Jaime Nebot, fiel a su rancio franquismo, expresó: “a mí no me vengan teóricos de participación ciudadana a enseñar sobre lo que eso significa”, mientras que el secretario del Concejo Municipal, Vicente Taiano (nuevo director del PSC desde el sábado pasado) dio sentido a la bravuconada del alcalde Jaime Nebot, pues explicó que la Asamblea Cantonal de Participación Ciudadana debía hacerse “para evitar intromisiones en las gestiones del Alcalde” (4). Y así se hizo: los alzamanos del Concejo Municipal no fallan una.

Guayaquil es una ciudad sin ciudadanos, porque ser ciudadano implica “ser escuchado” y la regulación de la “participación ciudadana” en Guayaquil no busca escuchar a nadie, como no sea a su alcalde. Y ya se sabe bien cuál es la “doctrina” de Jaime Nebot en esta materia: “Yo digo y si quieren, ustedes escuchan” (5). No funciona viceversa.

(1) Flores d’Arcais, Paolo, ‘El desencantamiento traicionado’, en: Flores d’Arcais, Paolo et al., ‘Modernidad y política. Izquierda, individuo y democracia’, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1995, p. 39.
(4)Municipio tendrá mayoría en la Asamblea Ciudadana’, Diario El telégrafo, 30 de septiembre de 2011.
(5)Discusión de fondo’, Xavier Flores Aguirre, 14 de junio de 2008. Por supuesto, llamarlo “doctrina” tiene un punto de ironía: no pasa ésta de ser una mera práctica autoritaria, más dependiente de los caprichos que de los principios.

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