Ésta fue una convicción
que tuve cuando un taxista en Guayaquil (a fines del gobierno de Gutiérrez) me
contó que vivió unos años en Nueva York pero que nunca se presentó como
ecuatoriano, porque se avergonzaba de serlo. Le atribuía a su nacionalidad el
ser inútil y pendenciera. Uno de los primeros días en NYC alguien lo confundió
con un venezolano y él dio la confusión por buena. Desde ese día en adelante,
ese ‘pana’ seguía siendo ‘pana’, pero con biografía venezolana. En vez de amargarse
por su ecuatorianidad, se transformó en otro. No padeció a su país, lo cambió por
uno distinto y conveniente.
El tipo me pareció un buen
tipo, con una idea no nacionalista y feliz de la vida. Me reflejó, de todas
maneras, la derrota de la historia nació-mal (1). Mucho no podía esperarse cuando en nombre de la “libertad” se
fundó un país en que un grupo de reducidos propietarios (de raza blanca,
principalmente) eran los únicos con derecho a elegir y ser elegidos, los negros
eran esclavos y los indios, además de ser sometidos a tratos crueles, inhumanos
y degradantes de variada índole, eran quienes pagaban la ‘Contribución Personal
de Indígenas’ con el que se sufragaron la mayor parte de los gastos del naciente
Estado ecuatoriano. Un país anti-democrático, racista y explotador.
Ese es el telón de fondo.
Ese es el telón de fondo.
Desde la vuelta a
la democracia en 1979, Ecuador venía dando claros mensajes de hastío a la clase
política. Elegirlos a Bucaram (1996) y a Gutiérrez (2002) fue muestra clara de
ese hastío; cuando se observan las cifras del país en materia de desconfianza
para con las instituciones políticas y con el sistema democrático, uno se
explica el porqué pudo una propuesta
radical obtener la mayoría de votos en una elección popular el año 2006 (2). En otra época de este mismo
Ecuador, el candidato Rafael Correa habría sido un cadáver o un ‘charlatán’ o
un eterno perdedor. Pero en el año 2006, era el único tipo que estaba lo
suficientemente loco como parecerle sensato a un electorado que odiaba lo que
había.
Eso, y el voto decisivo de
Elsita Bucaram en el Tribunal Supremo Electoral, pusieron a andar este tranvía
llamado ‘Revolución Ciudadana’, que pateó el tablero político del paisito. Se
puede estar o no de acuerdo con los sucesivos gobiernos de Rafael Correa (o
mejor y más inteligente: se puede estar de acuerdo en algunas cosas y no en
otras, como sucede en la vida misma salvo que se tenga un ánimo totalitario)
pero lo que no cabe es extrañarse por su aparición.
(1)
El terminó “nació-mal” como parodia de “nacional” lo utilizó Charly García para
referirse al rock argentino en una exquisita crónica que publicó Daniel Riera
sobre la participación de García en el Cosquín Rock, v. ‘De gira con Charly’, Revista
Soho.
(2)
‘Retrato de un país roto’, Xavier Flores Aguirre, 27 de enero de 2015.
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