El título de esta entrada
tiene justificación desde la perspectiva de Antonio Villarruel, un articulista
de La República, quien tiene la sensación de que en sus “peores momentos”, la
Alcaldía de Mauricio Rodas en Quito “no es otra cosa que el interés por
convertir a la ciudad en una modesta hacienda, con pasos elevados, brea y
cemento, barrios desplazados, árboles caídos, gente silenciada y con un buen
puñado de habitantes fungiendo de peones urbanos” (1). Lo que convertiría a Quito, curiosamente, en un remedo de lo
que ha logrado el socialcristianismo con Guayaquil tras un cuarto de siglo de
administración de la ciudad: obras de cemento y ciudadelas de burbuja, sin
espacios públicos ni áreas verdes y con un montón de extras que guardan un
silencio “bastante parecido a la estupidez” (2).
El artículo de Villarruel concluye
con la afirmación de que a él no se le ocurre “cuánto más bajo se pueda llegar
a caer”. Le bastaría estudiar con cierto detalle a uno de los auspiciantes del
portal donde escribe, para que se le ocurra las honduras que tanto busca (3).
(1)
Villarruel, Antonio, ‘Rodas: máscara y hacienda’, La República, 5 de mayo de
2016. La comparación que hago entre el Quito de Mauricio Rodas y el Guayaquil socialcristiano no debería tener nada de extraña en razón de los antecedentes socialcristianos del "fresco" Rodas.
(2) ‘La respuesta del economista Manuel González’, Xavier Flores Aguirre, 3 de
diciembre de 2014. La respuesta de González demostró “esa notoria
incapacidad crítica que existe en la ciudad (de la que hace gala el economista
[Manuel González] y que es sintomática de la gran mayoría de “pensadores” en Guayaquil) de
personas que suelen ser híper-críticas para tantas otras cosas, pero que cuando
se trata de la administración municipal de Guayaquil, o callan, o la defienden
con un servilismo a prueba de ideas”. En el futuro, cobrará sentido la proclama
de la Junta Tuitiva de la ciudad de la Paz con relación a los tiempos del
socialcristianismo en Guayaquil: “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la
estupidez”.
(3) La sociedad civil quiteña es mucho más crítica de sus autoridades locales que lo que la dócil sociedad civil guayaquileña es. De todas maneras, la sociedad civil es la única alternativa frente a unos medios de comunicación que parecen más "miedos" de comunicación cuando de opinar e informar sobre la Alcaldía de Guayaquil se trata.
(3) La sociedad civil quiteña es mucho más crítica de sus autoridades locales que lo que la dócil sociedad civil guayaquileña es. De todas maneras, la sociedad civil es la única alternativa frente a unos medios de comunicación que parecen más "miedos" de comunicación cuando de opinar e informar sobre la Alcaldía de Guayaquil se trata.
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