Barrilete cósmico

22 de junio de 2016


Un 22 de junio de 1986, un niño estaba embelesado viendo la mejor jugada de la historia del fútbol en una pantalla de televisión. Ni diez años tenía ese niño, ni sabía el significado de las Malvinas, pero sabía que esos once segundos (tampoco sabría, sino años después, que fueron 11 segundos, 44 pasos y 52 metros, los que recorrió Maradona con la pelota atada al pie) eran un pedazo de historia. Ese niño era yo, y en rigor, fueron 10.6 segundos y escupirle el asado a la Pérfida Albión (1).

Hoy, 22 de junio, se cumplen treinta años de esta jugada mágica de Diego Maradona, de este parteaguas que convirtió a un jugador brillante en una leyenda viva (2). El día anterior a este aniversario, Messi clavó un tiro libre a un ángulo para, con 55 goles, batir el récord de Gabriel Omar Batistuta como goleador de la selección argentina y clasificar a su equipo a la final de la Copa América Centenario.

Hay una historia detrás de ese tiro libre de Messi. Una historia que involucra a Maradona.

La cuenta Fernando Signorini, preparador físico de la selección argentina, en su libro ‘Fútbol llamado a la rebelión. La deshumanización del deporte’. En tiempos en que el Diegote era el técnico de la selección argentina, una tarde previo a un amistoso contra Francia, Lionel Messi y dos compañeros más (Mascherano y Tévez) se quedaron al término de un entrenamiento, ensayando tiros libres. Messi lanzó uno horrible, lejos de la portería; hizo un gesto de fastidio y enrumbó al vestuario. Signorini lo atajó: “Decime una cosa, ¿un jugador como vos se va a ir a duchar con esa porquería? Dejate de hinchar las bolas. Agarrá una pelota y volvé a intentar”.

Maradona había escuchado la conversación, lo tomó del hombro y le dijo a Messi:

Leíto, Leíto, vení, papá. Vamos a hacerlo de vuelta”. Tipo profe-alumno, Diego lo aconsejó: “Poné la pelota acá y escuchame bien: no le saques tan rápido el pie a la pelota, porque si no ella no sabe lo que vos querés”. Maradona predicó con el ejemplo. Ejecutó el tiro libre y la clavó en el ángulo, apunta Signorini, “ante la mirada de admiración de Messi”.

Fernando Signorini concluyó su relato: “Para los que hablan de los celos de Diego, ¿qué celos? Le estaba abriendo el mundo del conocimiento y no le cobró nada. Yo pegué media vuelta y no quise ver más, ya era suficiente. Allí estaba el fútbol argentino(3).
 
Allí estaba el fútbol argentino: un genio conversando, explicándole a otro cómo clavarla en el ángulo, como lo hizo Diego esa tarde en que le enseñó a Leíto, como lo hizo Messi el día de ayer en que se convirtió en el máximo goleador histórico de su selección.

Ese fútbol argentino, a quien Maradona vistió de gloria en México ’86, ojalá vuelva a vestirse de gloria este domingo, casi 23 años después de su último título internacional (obtenido justamente en Guayaquil, en la Copa América organizada por el Ecuador el año 1993, en una final contra México de la que fui espectador) y de la mano de este genio que heredó la camiseta que vistió D10S, aquel del “barrilete cósmico”, de esa jugada heroica de hace treinta años:

 
(1) Un relato extraordinario, imperdible de Casciari se titula con esa cifra: Hernán Casciari, ‘10.6 segundos’, Orsai, 29 de enero de 2013.
(2) ¿Qué si Butcher le partía un tobillo a Diego en vez de dejarlo avanzar hacia el gol? ¿Qué si el negro Barnes, por ejemplo, llegaba a clavar el dos a dos y terminaba por perder Argentina en una angustiosa definición por penales? En el segundo caso (que presupone el gol, no una falta y la roja) la jugada se habría considerado magistral en su ejecución, pero habría carecido de heroísmo. No fue así: ese día nació la leyenda de un fulano que en una carrera de un poco menos de once segundos vengó a su país y lo condujo (él, a hombros) camino a la gloria. Un héroe moderno.
(3) 'El día que Maradona le enseñó a cobrar tiros libres a Messi', Revista Estadio, 31 de agosto de 2015. 

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