1 de julio de 2016

Reefer madness en Ecuador


Al doctor Jorge Hurel Cepeda (1912-2008) la Casa de la Cultura Ecuatoriana le publicó en 1958 el libro ‘Estudio biológico sobre el campesino ecuatoriano’ (1). El año anterior este libro había obtenido el primer premio en un concurso promovido por el Núcleo del Guayas de la institución fundada por Benjamín Carrión en 1944, nacida para convertir al Ecuador en “una gran potencia de la cultura, porque para eso nos autoriza y nos alienta nuestra historia” (2).

En su libro, el doctor Hurel Cepeda (quien fue alcalde de Guayaquil [Presidente del Concejo Cantonal, in the parlance of those times] en los años 1964-65, nombrado por la Junta Militar) (3) expuso alarmado:
 
“En los últimos años, en el campesinado de la Costa, se observan casos felizmente poco numerosos de una nueva toxicomanía: la marihuana. En general, los toxicómanos tiene un pasado psicopático en su mayoría, o refieren un hogar desintegrado durante la niñez, o con padres de baja moral, o tiene a su haber una pesada historia policíaca, variando desde la embriaguez hasta crímenes.

La embriaguez con esta planta, que habitualmente preparan las hojas bajo la forma de “cigarrillo” para fumarlo, es ruidosa y peligrosa (la palabra Haschischin ha formado etimológicamente la de Asesino), durante la cual pueden cometer los más horrendos crímenes o perversiones sexuales” (4).
 
En 1937, Harry Jacob Anslinger, director del ‘Federal Bureau of Narcotics’ de los Estados Unidos de América sostuvo frente a los legisladores de su país una similar asociación entre el consumo de cannabis y la violencia (con un twist racista, dada la procedencia de la droga [México] y sus consumidores habituales en esa época [los negros]) (5). Como lo haría Hurel Cepeda en su laureado libro veinte años después, el funcionario federal Harry Anslinger argumentó entonces la relación entre el hachís (un derivado del cannabis) y el origen del término “asesino” (en inglés “assassin”) para persuadir al Congreso estadounidense de la aprobación de la Marihuana Tax Act.

Si bien el argumento es débil (6) no deja de ser interesante rebatirlo, por la perspectiva histórica que ofrece. El término árabe hashishiyya (que significa “consumidores de hachís”) fue utilizado por los sunitas para referirse a una secta disidente (chíita), la de los Nizari Ismailis, que provenía de Persia, una región conocida por su producción de hachís (7).

Así, la asociación hecha por los sunitas era simple: los Nizari Ismailis provienen de Persia, de Persia proviene el hachís, ellos consumen hachís. Un procedimiento similar a insultar hoy a los colombianos asociándolos con la drogadicción: “colombiano drogadicto” es una asociación fácil, por la alta producción de drogas de nuestro país vecino. Más de una vez la he escuchado, dicha de una manera profundamente despectiva.

Sin embargo, por mayor que sea la agresividad con la que se la diga, ello no convierte a las palabras hashishiyya dicha por un imam sunita o a la afirmación “colombiano drogadicto” en boca de un ecuatoriano clasemediero, en más o menos verdaderas. Esas afirmaciones, en cualquier época, son falacias, descalificaciones, insultos sin contenido real. No vale derivar de ellas ningún tipo de legislación (como la propuesta por Anslinger, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos de América y promulgada por el presidente Franklin D. Roosevelt en 1937) ni creer que tienen validez científica; acaso sirvan para descubrir el placer de una etimología (8).

Volvamos al doctor Hurel Cepeda. Al terminar su exposición sobre los horrores de la marihuana, el doctor Hurel no se privó de ofrecer un consejo:
 
“Los accidentes tóxicos pueden cesar rápidamente suministrando una bebida ácida, jugo de limón por ejemplo” (9).
 
Yo no recomendaría tanto el limón, como el mango (10).

En todo caso, que la máxima institución dedicada a la cultura (encargado de convertir al paisito en una “potencia cultural”) haya premiado un libro con afirmaciones tan ligeras como éstas, es porque en una sociedad como la guayaquileña, esto es lo que había. No es de extrañar que muchas de estas evidencias de ignorancia sobre el cannabis se mantengan incólumes en la cabecita dura de muchos guayaquileños y ecuatorianos (11).

Una vez más, el mayor enemigo de la legalización de la cannabis es la ignorancia.

(1) En un post anterior me he referido a este libro, v. 'Sobre el indio serrano', Xavier Flores Aguirre, 14 de junio de 2016.
(2) 'Benjamín Carrión', Casa de la Cultura Ecuatoriana. Carrión tuvo oportunidad de desengañarse de su wishful thinking cuando escribió en el prólogo a la tercera serie de sus ‘Cartas al Ecuador’ que Ecuador era un país de "mestizaje inconcluso y honda desconfianza mutua" y sentenció lapidario: “ociositos y tristes, eso es lo que somos”. De gran potencia cultural, ya nada, v. 'Cara a cara al diablo', Xavier Flores Aguirre, 2 de julio de 2012.
(3) 'Murió galeno Jorge Hurel Cepeda', Diario El universo, 11 de febrero de 2008.
(4) Hurel Cepeda, 'Estudio biológico sobre el campesinado ecuatoriano', Casa de la Cultura, Quito, 1958.
(5) El proceso de aprobación de la Marihuana Tax Act es descrito detalladamente en 'Smoke signals", el extraordinario libro de Martín A. Lee sobre nuestra planta favorita. Lee relata el episodio en la sección titulada 'Voodoo Pharmacology', v. Lee, Martin A. 2012, 'Smoke signals. A social history of marijuana -medical, recreational, and scientific', Simon & Schuster, New York, pp. 48-54. Al final de la sección, Lee concluye lo siguiente: "Periodismo amarillo, sesgo racial, y oportunismo político, triunfaron sobre la ciencia médica y el sentido común" (p. 54).
(6) El origen de una palabra es de interés histórico, pero no límita su interpretación. Tiempo atrás argumenté (poniéndolo en boca de una Estéfani Espín cumplidora de sus obligaciones como periodista) con relación al uso de este argumento por una activista pro-vida: “si los derechos se determinaran por la etimología, en razón del término ‘patrimonio’ las mujeres no podríamos tener ni administrar bienes, pues solamente los varones (por aplicación del término ‘pater’) estarían ‘etimológicamente’ capacitados para hacerlo. Entonces, ¿por qué atarnos a la etimología para la determinación de derechos?”v., 'Periodismo y discriminación', Xavier Flores Aguirre, 17 de junio de 2013. Aplicado a este caso, ¿Por qué atarnos a la etimología para privarnos de derechos? 
(7) La historia se cuenta con mucha gracia en el capítulo 'The assassin legend' de un muy didáctico libro titulado: 'Getting high: Marijuana through the ages', de John Charles Chasteen. La principal ocupación de Mr. Chasteen es ser un historiador especialista en América latina, profesor de la materia en la Universidad de North Carolina en Chapel Hill, v. Chasteen, John Charles 2016, ‘Getting high: Marihuana through the ages’, Rowman & Littlefield, Lanham, EE.UU, pp. 94-99.  
(8) Jorge Luis Borges, ‘Los justos’.
(9) Ibíd.
(10) 'El efecto del mango en un colocón de cannabis', royalqueenseeds.es, 9 de marzo de 2015.
(11) En comparación por el alcohol (en particular por la violencia asociada a su consumo) el cannabis es una mucho mejor alternativa de consumo recreativo, v. 'Alcohol vs.Grifa', Xavier Flores Aguirre, 13 de mayo de 2016.

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