Cornelio, Papa

17 de septiembre de 2016

Para los cristianos, ayer 16 de septiembre fue el día de San Cornelio. Para el orbe hispano, quiere decir la posibilidad de un abuelo de nombre Cornelio, cumplidas dos condiciones: que el abuelo en cuestión haya nacido el 16 de septiembre y que él haya tenido una madre beata (algo muy común en los albores del siglo pasado).

San Cornelio es San Cornelio porque fue Papa un par de años, allá por los 250 después del nacimiento de Cristo. Por aquel entonces, en Roma gobernaba el emperador Decio, cuya persecución a los cristianos (250-251) mantuvo al Obispado de Roma vacante por más tiempo que el que Ron Damón debía la renta: quince meses. Muerto Decio, dieciséis obispos eligieron Papa a Cornelio, “hijo de Castino, natural de Roma, hombre virtuoso y modesto” (1).

Durante la persecución de Decio, muchos de los que se llamaban a sí mismos “cristianos” renegaron de su religión (apostataron). Fueron conocidos como “lapsos” (derivado del latín lapsi, “los caídos”). Normalmente, los lapsos no eran readmitidos en la iglesia (“caíste, te fuiste”), pero la iglesia “dado el número elevadísimo de casos”, esta vez estaba dispuesta a hacer una excepción (2).  

Imagen totalmente arbitraria de San Cornelio. Fuente: Hagiopedia.
 
El hombre llamado a ejecutar esta conveniente excepción era el Papa Cornelio (marzo del 251-junio del 253). Pero enfrentó una dura oposición de Novaciano, quien se hizo elegir Papa por tres obispos, de los que algunos historiadores aseguran que fueron sobornados, mientras que “según Fleury (Historia eclesiástica, t. II, pág. 220), estaban embriagados” (3). Haya sido por el guiso o por el chupe, Novaciano pasó a engrosar la lista de “Antipapas” de la iglesia católica. Es uno de los treinta y cinco en la historia de la bimilenaria institución.

La oposición de Novaciano era hija del rigor:

“Mientras que Cornelio era partidario de su readmisión [de los lapsos] en el seno de la Iglesia después del cumplimiento de una penitencia, Novaciano abogada por su exclusión total” (4).

Cornelio convocó a un sínodo, donde la tesis de Novaciano perdió: en consecuencia, se excomulgó a Novaciano y a sus seguidores, y se lo expulsó de Roma. Su doctrina, el “novacianismo”, fue discutida en los concilios de Elvira (306), Arles (314), Ancira (314) y Nicea (325), y siempre rechazada. Del concilio de Nicea se cuenta que el obispo Acesio “argumentó con mucho calor” por la doctrina de Novaciano, pero que el emperador romano Constantino (el primero en decretar la tolerancia a los cristianos, en el “Edicto de Milán” del año 313), “le respondió burlándose de él: Acesio, pon una escalera y sube solo al cielo(5).  

Un rotundo “vaya por la sombrita” casi 1.800 años antes de Polito. Cornelio murió el 253 de muerte natural, desterrado en Centumcellae (hoy, Civitavecchia) por el siguiente emperador romano, Galo. Novaciano murió unos años después, el 258, a manos de los romanos, quienes (es fama) lo decapitaron. Su doctrina se extinguió de manera definitiva en el siglo V.

Una historia de descalificaciones al que piensa distinto, de persecuciones y muerte, de lucha por el poder “temporal” disfrazada de disputas teológicas. La iglesia católica at its best.

(1) ‘Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc.’, Tomo VI, voz “Cornelio (San)”, p. 1082.
(2) Vidal, César, ‘Pontífices. De las persecuciones a Benedicto XVI’, Ediciones Península, Barcelona, 2007, pp. 31-32.
(3) ‘Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc.’, Tomo XIV, voz “Novaciano”, p. 1124.
(4) Vidal, César, p. 36.
(5) ‘Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes, Etc.’, Tomo XIV, p. 1124, voz “Novacianos”, relativa a historia eclesiástica, se lee que el verdadero motivo de  la disputa entre Cornelio y Novaciano “era la envidia, porque San Cornelio había sido preferido á el para ocupar la silla de Roma”.

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