El Tiburón (el PSC explicado en tres actos)

30 de septiembre de 2016


La forma cómo se eligió a la candidata C. Viteri de la llamada “La Unidad” revela una cuestión de fondo.

Esa cuestión de fondo se explica en tres actos. El primero, el lanzamiento unilateral de la pre-candidatura a la presidencia. El segundo, un audio de un adherente desencantado. El tercero, el enfrentamiento de las “barras” del PSC y de Avanza en el acto del lanzamiento de la candidatura a la presidencia.

El lanzamiento de la pre-candidatura de C. Viteri a la Presidencia de la República el 28 de junio puso en evidencia la unilateralidad del PSC. Un partido de retórica hueca, sin más principios que la lealtad a sus propios intereses, lanzó a su precandidata C. Viteri simplemente porque pudo. Si a los otros cobijados bajo el membrete de “La Unidad” no les gustaba esa precandidatura, pues podían tener a bien joderse: jamás en el PSC interesó su opinión. Un partido con la impronta de su máximo caudillo.

El audio del desencantado morlaco Paúl Carrasco refiere la triste historia de cuando los muy débiles se sientan a negociar con los fuertes: no obtienen ni pan ni pedazo. Hay una parte decidora de la comunicación verbal a sus seguidores: “Los social cristianos cogen la presidencia, la vicepresidencia, las dos primeras andinas, la segunda, la cuarta y la sexta diputación nacional”. Tras eso, admitió: “Nosotros estamos fuera”. El PSC porque puede, y tantas cuantas pueda. ¿Las candidaturas principales de La Unidad”? Se las llevó el Tiburón.

En el acto de lanzamiento de la candidatura de C. Viteri el 29 de septiembre se enfrentaron a golpes las “barras” del PSC y de Avanza. El PSC es un partido afín a estos actos de fuerza (su líder máximo es el orgulloso nieto del catalán lugarteniente del Generalísimo Franco en Guayaquil: bien dice el refrán que la manzana no cae lejos del árbol). En las audiencias judiciales contra el Municipio, la turbamulta del PSC grita y agrede a los demandantes; de manera cotidiana en Guayaquil, la Policía Metropolitana maltrata a los comerciantes autónomos, los agrede y les decomisa sus mercancías y sus medios de trabajo (desde frutas hasta carretillas). Son un par de evidencias de los actos de fuerza tan de la “Vieja Guardia” y tan del gusto del PSC. Una violencia que resulta imposible disociar de la unilateralidad del Tiburón.

Una idea de la democracia y del deporte. Fuente.

Esta forma unilateral y agresiva de comportarse del PSC revela el fondo de este viejo partido (fundado en Quito, en 1951). Se lo puede resumir en esta frase del mundo del mar: “El pez grande se come al chico”, el Tiburón se comió a las sardinas (1). Este es el fondo predador del PSC, su esencia. Darle poder a gente así, a quienes les falta diálogo y les sobra unilateralidad, les falta ideología y les sobran actos de violencia, es un error histórico.

Esto quería dejar por escrito, y que Paúl Carrasco es una sardina.

(1) Esta metáfora la utilizó el expresidente de Guatemala Juan José Arévalo en su libro “Fábula del tiburón y las sardinas. América Latina estrangulada” [1956], v. Lorenzo Meyer, ‘El tiburón y las sardinas’, El Siglo de Torreón, 4 de marzo de 2010.

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