11 de septiembre de 2016

Vargas Llosa, Karl Popper y Guayaquil


El escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936) recibió un doctorado honoris causa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y reivindicó, en su discurso de investidura, al filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994) pues “probablemente ningún pensador político ha hecho de la libertad y del espíritu crítico algo tan absolutamente esencial como Karl Popper” (1).

Vargas Llosa disfrazado de preservativo. "Sólo la puntita", aclaró. Foto: Javier Cotera.
 
Creo que es precisamente Karl Popper quien ha acuñado la frase que mejor describe el “espíritu” del socialcristianismo en Guayaquil: “la verdadera ignorancia no es no tener conocimientos, sino rehusarse a adquirirlos” (2). El socialcristianismo es un acto de fe (en rigor, una delusión) acompañado de ejercicios de fuerza; procedimientos, en todo caso, en los que rara vez acontecen razonamientos (“yo sólo cumplo órdenes”).

Un socialcristiano de cepa, como bien se sabe, prescinde de los datos. Para él, el recuerdo del infame roldosismo y su delusión (“concepto sin verdadera realidad”) sobre Guayaquil le bastan y le sobran. En su cabeza atolondrada, Guayaquil es una ciudad eficiente y próspera (¡?). Nos hace falta en Guayaquil aquel espíritu crítico que Vargas Llosa reivindicaba en su intervención: “Ese espíritu crítico [que] nos permite aprender de nuestros errores y convertir las mentiras en verdades y las verdades deficientes en verdades operativas”.

A Guayaquil le hacen falta volquetadas de “espíritu crítico” para extirpar la nefasta delusión socialcristiana.  

(1) Mario Vargas Llosa, doctor honoris causa por la UIMP’, Real Academia Española, 7 de septiembre de 2016.
(2) La explicación sobre el porqué esta frase define a los socialcristianos se la encuentra en el siguiente artículo: ‘El socialcristianismo, enfermedad social (test para su detección)’, Xavier Flores Aguirre, 11 de agosto de 2011.

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