José Cevallos, alcalde

9 de octubre de 2016

Tal vez el 9 de octubre del 2019, quien dé el discurso de la ciudad sea un nativo de Ancón, José Francisco Cevallos. Si Barcelona triunfa en estos años y Cevallos sanea el equipo de las deudas de desastrosas décadas administrado por aniñados rapaces o bobos (su fase principalmente socialcristiana, vale decirlo), el presidente del club más popular de la ciudad tendría viento en popa para ejecutar un “Plan Macri” y obtener la Alcaldía de Guayaquil para el período 2019-2023.

Una curiosa paradoja del destino sería que el socialcristianismo cierre su ciclo de haber hecho caminar a Guayaquil en la dirección equivocada, porque su rival político sepa aplicar de una manera eficaz (que sería exitosa para la divisa amarilla –porque con los números de los campeonatos no se puede vender humo, como sí suele hacer la Alcaldía con sus cifras) la receta que iba a poner en la Alcaldía de Guayaquil a un relevo que aseguraba el dominio del PSC: Eduardo Maruri. Un fulano que parece el ñaño mono de Mauricio “cabeza de canguil dulce” Rodas (1).

Que el 2019 lo venzan al PSC con la receta que no supo aplicar: eso sería un acto de justicia poética para virar la página de la administración socialcristiana. Durante más de dos décadas el PSC ha trabajado dos señas de identidad: la venta de humo sobre su gestión y la ineficacia para resolver los problemas fundamentales de la ciudad (contaminación de sus ríos y esteros, falta de espacios públicos y de áreas verdes, agravamiento de la congestión vehicular, imposición de un “modelo de desarrollo” excluyente y carente de una planificación a largo plazo –en particular, para la prevención de inundaciones y de terremotos). Por supuesto, todo debidamente opacado por el silencio de un periodismo lerdo o cómplice.

(1) No sólo por la capilaridad de corte canguil, sino por el discurso vacío y la incapacidad de gestión. Rodas contó con la fortuna de estar en el lugar correcto, en el momento adecuado. Eduardo Maruri, después de su fracaso como presidente del Barcelona Sporting Club, se convirtió en un cadáver político. Que no es improbable que resulte ser también el destino de Rodas en un futuro no tan lejano.

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