38 muertos y una mentira (excusable) de Yei Yei

8 de noviembre de 2016

Si uno lee el mensaje que el cabildo del Guayaquil republicano remitió a José de San Martín acerca de su independencia, redactado y firmado por José Joaquín (‘Yei Yei’) de Olmedo, a nombre de la provincia declarada independiente, uno se encuentra con lo siguiente:

“Al amanecer del día 9, brilló para nosotros la aurora de libertad. El pueblo, unido a la tropas de esta plaza, ha proclamado la Independencia de esta Provincia. Este plausible acontecimiento, tanto tiempo há suspirado por todos los buenos vecinos de esta ciudad, se ha verificado con tal orden, que ni una sola gota de sangre ha salpicado el estandarte de la libertad. Nuestros puertos, como nuestros brazos, están abiertos para nuestros hermanos y amigos, que deben ayudarnos a mantener nuestra revolución, que se ha realizado, no con tumultos ni muertos, sino con una fiesta pública” (1).

El Municipio de Guayaquil ha admitido (de manera implícita) que Olmedo mintió en este mensaje a San Martín. En rigor, siempre se tuvo noticia de que en los hechos iniciados en la madrugada del lunes 9 de octubre de 1820, que desembocaron en la independencia de Guayaquil, hubo cuando menos un muerto, el militar español Joaquín Magallar, hecho que de por sí invalidaba la afirmación hecha por Olmedo de “ni una sola gota de sangre” (2). Unos documentos del Consejo de Guerra realizado en España en 1823 por la pérdida de Guayaquil (encontrados por el historiador Enrique Muñoz Larrea en el Archivo Militar del Alcázar de Segovia, el año 2010) revela que hubo más muertos: fueron 38 en la asonada del 9 de octubre. El municipio de Guayaquil se ha comprometido a publicar estos documentos a partir del año 2017 (3).

La historia del Guayaquil revolucionario le ha dado la razón a Cioran, quien decía que en las “proclamas de la época, muy bien”, pero que lo clave era la lectura de “las memorias de los que vivieron esos acontecimientos” para darse cuenta “de que fueron espantosos”, no una “fiesta pública” como sugirió nuestro bardo par excellence. Este hallazgo sobre del Consejo de Guerra y los 38 muertos ocurridos durante la gesta de octubre contradicen la fiesta de la libertad dibujada por la pluma de Olmedo (4).

En eso de las proclamas falaces, nuestro bardo revolucionario no fue excepción.

(1) Guevara, Darío 1958, Olmedo. Actor y cantor de la gran epopeya libertadora de América’, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, p. 163.
(2) El venezolano Urdaneta fue quien le dio chicharrón a Magallar.
(3) Hallazgo de documentos dan giro a relatos de independencia de Guayaquil’, Diario El universo, 17 de octubre de 2016; ‘Texto municipal sobre Guayaquil omite relevantes hechos históricos’, Diario El telégrafo, 20 de octubre de 2014. De interés resulta la respuesta de Calvin Huecos a esta última publicación, escrita en su habitual estilo aparatoso (es como un Pocho Harb de la narrativa histórica): ‘Falsedades, desinformación y desatinos, en un artículo que se pretendió usar con fines políticos nuestra historia’ (con errores básicos en su redacción, evidenciados desde el título, o en el uso de “concejo” por “consejo” [referido al Consejo de Guerra de 1823] o de “adefecio” por “adefesio”. O sea, un auténtico adefesio).
(4) 'Los espantos de la independencia de Guayaquil', Xavier Flores Aguirre, 24 de enero de 2016. En ese 1820, un día como hoy, 8 de noviembre, se organizó la Provincia Libre de Guayaquil y cesó en sus funciones Gregorio Escobedo. En palabras del historiador Aguirre Abad: “Organizado el Gobierno cesó la tiranía de Escobedo, que se había mostrado sanguinario, haciendo fusilar a un fraile de San Juan de Dios y dos y tres españoles más, sospechados de conspiraciones realistas”: Aguirre Abad, Francisco Xavier 1972, 'Bosquejo histórico de la República del Ecuador', Corporación de Estudios y Publicaciones, Guayaquil, p. 182. Es una lástima que no existan tantas “memorias de los que vivieron esos acontecimientos” como para recrear el clima de la ciudad en esos días revolucionarios. Un intento de recuperar memorias de esa época ha sido hecho desde la interesante perspectiva de una esclava, Angela Batallas: v. Townsend, Camille, ‘“Half my body free, the other half enslaved”: The politics of the slaves of Guayaquil at the end of the colonial era’.

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