8 de abril de 2017

Book Tripper

Esta mañana he ejercido de manera modesta el arte de la crítica, a decir de Borges: he ordenado mi biblioteca. Ocupado en ello, he encontrado, en unas hojas sueltas y bien cuidadas, una larga entrevista al argentino Mario Bunge (1919), que empieza con una pregunta sobre los libros en la casa de su infancia.


Me he puesto a pensar en la frase del italiano D’Amicis inserta en la pregunta: cuánto debo yo al haber nacido en una casa con libros (1). Enciclopedias, libros de derecho y libros para la imaginación infantil: el inglés Charles Dickens, el francés Julio Verne, el estadounidense Mark Twain…

Precisamente de Mark Twain (1835-1910) fue el primer libro que leí en mi vida: “Las aventuras de Tom Sawyer” (2). Conservo todavía el ejemplar de mi primera lectura, remendado por mi abuela.

 
Todo crítico es un memorioso (3). Ejercer el orden en una biblioteca propia es emprender un viaje por los meandros de la memoria personal.

Quite a trip.

(1) Otra frase de Edmundo D’Amicis (1846-1908) sobre el mismo tema es: “Una casa sin libros es una casa sin dignidad”.
(2) Años después, pasaron en TV una caricatura japonesa sobre las aventuras de Tom Sawyer, que observé con avidez.
(3) A fuerzas, porque de otra manera, sería como “un niño que entra en medio de la película…”.

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