Esto es claro: en el
derecho a la libertad de expresión no se le concede ningún privilegio a la
iglesia católica de manera tal que se le reconozca una protección especial.
Todo discurso sobre ella, incluidos los hirientes u ofensivos, encuentran
amparo en el derecho a la libertad de expresión.
En Ecuador, la iglesia católica
sigue siendo muy poderosa. Se mosquea su plana mayor y a Roditas tal vez y le
da hasta diarrea. A Canguil le ha quedado inmensa la alcaldía de Quito. Lo confirma
la censura de la obra “Milagroso altar blasfemo” expuesta en el Centro Cultural
Metropolitano.
El saldo, vía alcalde
autoritario o mangoneado, es que el arte en el Ecuador sigue siendo sometido a
tutelaje por la autoridad. Ellos son los que determinan qué podemos ver los
ciudadanos. Así sucede en Guayaquil en el Salón de Julio desde el año 2011 por
disposición del tardo-franquismo socialcristiano y así sucede en Quito en una
exposición del Centro Cultural Metropolitano porque la Conferencia Episcopal se
mosqueó y el alcalde es un papanatas.
Qué “ama la vida” ni qué
ocho cuartos. El lema de este país bien podría ser: “Ecuador: un Estado colonial
vive en ti”. ¿La razón? Porque en este país la iglesia católica sigue siendo
poderosa en la política civil y se caga cuanto puede en el derecho a la
libertad de expresión, con permiso (incluso indisimulado apoyo) de las
autoridades civiles.
En triste conclusión: el
Ecuador es tan laico como Rodas es un alcalde exitoso.
La historia de dos fracasos,
expuesta en una sola censura.
Perdón, aquí no se trata de laico o progre, de catolico o satánico, aquí se trata de precautelar el patrimonio quiteñx sobre el que ni el papá ni el diablo tienen derecho.
ResponderEliminarMaricruz, la impresión que ha dejado es que eso del "patrimonio" es una excusa tardía para solucionar un malestar eclesiástico.
ResponderEliminar