El liberalismo de Alfonso Reece

11 de agosto de 2017

El artículo de Alfonso Reece Dousdebés publicado unos días atrás en diario El Universo titulado “Blasfemia barata” es interesante porque ilustra bien la postura liberal de su autor. Y ofrece la oportunidad de un contrapunto.

1) La postura de Reece

Reece es un liberal que defiende el derecho a la libertad de expresión con gran vehemencia. Es una persona consciente que “el derecho a la libertad implica el derecho a escuchar lo que no queremos oír”, como aseguraba el inglés George Orwell. En esto, estoy totalmente de acuerdo con él.

Sin embargo, el liberalismo de Reece se corta en el rol del Estado frente a la libertad de expresión. Su postura liberal entiende que el rol del Estado frente a la libertad de expresión es un rol de abstención. Se indigna del uso de sus impuestos para obras como la del Centro Cultural Metropolitano: “Si esto se hubiese desplegado en una galería privada, allá cada cual con su mal gusto, pero no en un edificio público”.

2) El contrapunto

El liberalismo puede tener una postura distinta frente a la libertad de expresión. A diferencia de Reece, creo en un activo rol del Estado frente al ejercicio de la libertad de expresión en su comunidad y creo que tiene la obligación de fomentarla (1).

Por ejemplo, a contramano de otros agnósticos/ateos, estoy de acuerdo con que el Estado apoye (bajo ciertas condiciones) actividades religiosas, como por ejemplo la procesión del Cristo de Consuelo. Por supuesto, el espectro de acción del Estado para fomentar la libertad de expresión es mucho más amplio que las actividades de carácter religioso, e incluye polémicas exhibiciones de arte (sí, como aquella exhibida en el Centro Cultural Metropolitano de Quito).

Por supuesto, resulta irrelevante que a Alfonso Reece no le guste la obra exhibida en el Centro Cultural Metropolitano. Llama a esta obra de “calidad ínfima, manifestaciones feas, sin gracia, con un chambón y gratuito afán de provocación”. Pero no es el arte que no le agrada a Reece el que debe prohibirse (él no ha sugerido esto, su artículo es mucho más inteligente), es el arte que cuestiona ideas en nuestra sociedad aquel que debe permitirse y fomentarse.

La obra del colectivo “Mujeres creando” en el Centro Cultural Metropolitano de Quito es polémica: hace alusiones a la iglesia católica, pues “recrea nuevas vírgenes que representan los abusos de la Iglesia Católica (pedofilia o corrupción) y de los Estados que atentan contra los cuerpos de las mujeres al penalizar el aborto”. No son alusiones gratuitas: son problemas contemporáneos abordados de manara crítica. Es decir, para lo que sirve el arte.

Así, con las debidas restricciones de tiempo, modo y espacio, una obra como ésta no viola de ninguna manera la libertad de expresión. En el marco de una sociedad democrática y abierta, con las restricciones de forma antedichas, la obra del colectivo “Mujeres creando” es parte de la libertad de expresión que las instituciones públicas pueden financiar con mis impuestos y con los del señor Reece (mal que a él le pese).

3) Conclusión: por una mejor defensa del pluralismo

En mi opinión, el liberalismo se defiende mejor cuando se lucha por la pluralidad de ideas en la esfera pública. Si eso requiere que el Estado ecuatoriano apoye ideas y obras que no gustan a una porción de su comunidad (en este caso, a la influyente porción católica), pues ese es el precio de vivir en democracia. 

(1) Una argumentación inteligente en este sentido: ‘El efecto silenciador de lalibertad de expresión’.

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