La leyenda de Noguchi es mentira

1 de agosto de 2017


Hideyo Noguchi (1876-1928) fue un médico japonés a quien Guayaquil recuerda con cariño. En esta ciudad suele atribuírsele la leyenda de haber descubierto el origen de la fiebre amarilla, enfermedad que era un azote para Guayaquil hasta finales de la segunda década del siglo pasado (1).

Tal descubrimiento jamás sucedió. El japonés Hideyo Noguchi formuló una hipótesis sobre la transmisión de la fiebre amarilla que se probó falsa. Él postulaba que la fiebre amarilla la transmitía una leptospira icteroides, “llegando a ensayar una vacuna preventiva preparada con cultivos de los Leptospiras que pareció dar buenos resultados, por todo lo cual la personalidad de Noguchi, indiscutiblemente valiosa ya, fue exaltada con la admiración y gratitud imperecedera de nuestros conciudadanos” (2). Pero era un error.

Otros investigadores sometieron a prueba la hipótesis de Noguchi para concluir, “uno tras otro, que el germen encontrado por Noguchi era idéntico al Leptospira icterohemorragiae, señalado dos años antes por Inada e Ido (también japoneses) como agente causal de la enfermedad de Weil, cuya sintomatología clínica es muy semejante a la Fiebre Amarilla con la cual puede fácilmente confundirse” (3).

El ponja en acción


Como bien se sabe por las campañas para la erradicación de la fiebre amarilla en el Ecuador, el bicho que transmite la fiebre amarilla es el mosquito Aedes aegypti. Esa fue la hipótesis que el médico cubano Carlos Juan Finlay (1833-1915) había formulado muchos años antes de que Noguchi formule la suya (4).    

Hideyo Noguchi viajó a Ghana en 1928 para continuar con sus investigaciones sobre la fiebre amarilla. Él mismo tenía dudas acerca de su hipótesis: al final de sus días, había bautizado a su leptospira como interrogans (5). Murió en Acra, capital de Ghana, el 21 de mayo del mismo año que llegó y a consecuencia de una fiebre amarilla contraída en el curso de sus investigaciones.

Ese día de 1928 se perdió a un científico dedicado, a una persona honorable, a un familiar amado, etc. Pero no fue el día que partió aquel que descubrió al transmisor de la fiebre amarilla. Ese honor en particular, le cupo al cubano Carlos Juan Finlay, no al ponja Noguchi.

(1) Por ejemplo, ‘Dr. Hideyo Noguchi’. Tampoco es desconocido en Guayaquil que Noguchi no fue el responsable de este descubrimiento. Se lo ha difundido en publicaciones locales desde hace muchos años, aunque sin verdadero énfasis. Esta abulia por la verdad debe ser de un caso más de nuestra inveterada afición por inventarnos héroes (Abdón Calderón, Rumiñahui, Lorena Bobbit, etc.).
(2) Juan A. Montalván Cornejo, ‘La Fiebre Amarilla y su origen en el Ecuador’, en: AA.VV., ‘La fiebre amarilla y los médicos de Guayaquil’, Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil 1987, p. 283.
(3) Ibíd., p. 284.
(4) Desde 1881 el cubano Carlos Juan Finlay postuló ante la comunidad científica que era el mosquito Aedes aegypti el transmisor de la fiebre amarilla y estaba en lo correcto. Pero por muchos años, casi nadie se lo tomó en serio (sus colegas lo rayaban de “Mr. Mosquito”).
(5) J. A. Falconí Villagómez, ‘Noguchi y la La Fiebre Amarilla’ [1961], en: AA.VV., ‘La fiebre amarilla y los médicos de Guayaquil’, Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil 1987, p. 249.

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