En el muy agradable libro Alfredito, Alfredito de autoría del
periodista argentino Jorge Barraza se recoge el episodio histórico de la
clasificación del Perú al Mundial de México 1970 por su empate a dos en La
Bombonera contra Argentina. Sucedió el 31 de agosto de 1969; los dos goles de
la selección peruana fueron obra del puntero del Sport Boys, Oswaldo Cachito Ramírez.
En el artículo dedicado a
esta gesta, Barraza describe dos escenas de gran caballerosidad, tal vez
impensables al día de hoy. La primera, que en una premiación de la revista El Gráfico a fines de 1969, el
seleccionado y capitán argentino, Silvio Marzolini, le entregó a Héctor
Chumpitaz, capitán de la selección peruana, una distinción a la que acompañó de
las siguientes palabras: “Perder la clasificación ante Perú fue una amargura
muy grande, pero me considero un buen
perdedor y creo que Perú nos eliminó bien. Por eso, al entregarle este
trofeo a Chumpitaz, le deseo al equipo peruano la mejor de las suertes en
México”.
En el mundo exitista del
fútbol actual, “me considero un buen
perdedor” es anatema.
El segundo episodio de
caballerosidad fue la palinodia que motu propio escribió el periodista peruano
Paco Landa, quien había escrito antes del partido de su selección: “Perú jugará
con diez frente a Argentina; Didí decidió alinear a Ramírez”. Después de los
dos goles de Cachito Ramírez y la
clasificación gloriosa, Landa escribió una columna a la que tituló: “Perdona, Cachito”. Así empezaba: “¡Perdona
“Cachito”! Perdona a nombre de quiénes no creíamos en tu efectividad. Yo
también estuve entre ellos”. Y así concluía: “Arrollaste todo a tu paso y ni la
matonería vestida de celeste y blanco fue suficiente freno a tu codicia. Todo
lo desbordaste, todo sistema se vino abajo ante tu ímpetu. ¡Una vez más,
perdona “Cachito”!”.
Al día de hoy, lo habitual
es que los comentaristas deportivos digan cualquier huevada, con total
impunidad, sin retractarse jamás. En Ecuador, esa es la norma.
Pero esas eran otras
épocas. Y ese fue un partido especial. Tanto, que los goles del puntero del
Sport Boys, Cachito Ramírez,
“hicieron explotar de orgullo a una nación entera como nunca”, y para el mismo Cachito, ese día fue un parteaguas. Por
eso, el artículo de Barraza se tituló “Nací dos veces en mi vida” y empieza con
la voz en primera persona de Oswaldo Ramírez, Cachito, chalaco de nación: “Yo nací dos veces en mi vida: una el
28 de marzo de 1947 en el Callao, la otra el 31 de agosto del ‘69 en La
Bombonera”.
Primero reconoce el ejercito que cometio un error antes que un comentarista deportivo
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