Pampita explica la legalización del aborto

13 de junio de 2018


La legalización del aborto se discute este día en el Congreso de la Argentina.

De todo lo que he leído o escuchado sobre esta ley para legalizar el aborto en la Argentina, me ha gustado más la evolución de Carolina Ardohaín, modelo, pampeana y razonante, más conocida por el mote de “Pampita”. Provinciana y católica, todo su vida se opuso al aborto, pues así lo disponía la Iglesia a la que ella pertenecía y pertenece.

Pero los otros días formuló este tren de ideas, honesto y valiente, que he dividido en cuatro partes:

1) Postura personal: Pampita cuenta su postura personal, común a la del resto de la grey católica: “Soy católica, siempre estuve en contra del aborto, nunca fue una opción para mí, ni lo es”.

2) Irrelevancia de la postura personal: Pampita entiende la irrelevancia de su postura personal: “Las creencias personales, en este tema, hay que dejarlas de lado”.

3) Salud pública: Pampita explica la razón de porqué es necesario dejar de lado las creencias personales: “Creo que es realmente un tema de salud pública. Cuando ves las cifras, cuando ves la cantidad de mujeres que mueren, que no tienen la posibilidad de elegir, me hizo cambiar mi postura, hoy estoy a favor de la despenalización del aborto, a pesar de que no es opción para mí [… este tema hay que ] tratarlo con la seriedad que merece. No es, ‘ah, bueno, no quiero tener un hijo, aborto’, no es eso. Es: Anti-concepción para no abortar y aborto legal para no morir”.

4) Baño de realidad: Cuando la reconvienen con el argumento de que con el aborto “mueren vidas”, Pampita da un baño de realidad que debería limpiarnos de ombliguismo: “También hay mujeres que mueren. Y el aborto existe. Y aunque no exista una ley que lo legalice, va a seguir existiendo”.

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En realidad, este de Pampita es un razonamiento similar al que tuvo el Presidente francés Valéry Giscard d’Estaign, cuando en sus memorias recordó los debates para la aprobación de la legalización del aborto en Francia, durante los años setenta:

“Yo soy católico, le dije [al papa Juan Pablo II, durante una entrevista realizada en El Vaticano], pero soy presidente de la República de un Estado laico. No puedo imponer mis convicciones personales a mis ciudadanos [...] lo que tengo que hacer es velar porque la ley se corresponda con el estado real de la sociedad francesa, para que pueda ser respetada y aplicada. Comprendo, desde luego, el punto de vista de la Iglesia católica y, como cristiano, lo comparto. Juzgo legítimo que la Iglesia católica pida a aquéllos que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones. Pero no es la ley civil la que puede imponerlas con sanciones penales, al conjunto del cuerpo social”. Y añadía: “Como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización” (leo esto y pienso: cuánto de Giscard d’Estaign hizo falta en Correa. Mejor dicho: cuánto de Estadista hizo falta en Correa).

La legalización del aborto se aprobó en Francia el 20 de diciembre de 1974 y fue publicada en el Journal Offiiciel el 16 de enero de 1975.

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Pero no hay que hacer como Rafael Correa, hay que hacerlo mejor (ese es el chiste de superarlo a Correa, ¿no?). Hagan como hizo Pampita, hagan como Valéry Giscard d’Estaign: pensar como un Estadista está al alcance de la mano.

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