Cagliari es la capital de
Cerdeña, una isla al sur de Italia: un sitio en el que todavía a finales de los
sesenta era común la aplicación del codice barbaricino y cuyo equipo, el Cagliari Calcio, jamás había salido
campeón. De hecho, hasta finales de los sesenta, ningún equipo al sur de Roma
había campeonado.
Corría el año 1963: Luigi
‘Gigi’ Riva tenia 19 años y era uno de los goleadores del Legnano, un equipo de
tercera división, dirigido por Luciano Lupi. A Riva lo pretendía el Bolonia;
cuando le dijeron que lo habían vendido, él fantaseó que tal era su destino.
“Pero no: me traspasaron al Cagliari. Fue como si me pegaran un tiro, no me
parecía un buen destino” porque “Cerdeña tenía entonces muy mala fama. Y sí, en
el avión le dije a Lupi que aquello era África, que no me quedaría allí ni
loco”. Nada más llegar, visitó el campo de fútbol, “y casi no había césped.
Todo seco, pelado. Así que le dije a Lupi que me sacara de allí. Él me dijo que
aguantara unos días. Y bueno, los compañeros de equipo eran buena gente… y me
quedé”.
Y se quedó desde 1963
hasta su retiro en 1976: Riva jugó en el Cagliari Calcio toda su carrera en la primera
división. Jugar en un equipo del sur de Italia era difícil, pero les forjó
carácter: “Los arbitrajes fuera de casa siempre fueron malos. Nos insultaban
todo el partido. La imagen que tenía la gente de Cerdeña era la de los
bandidos. ¿Pero qué sabían ellos? El bandido robaba porque era pobre y tenía
hambre. Aquel menosprecio constante nos dio fuerza”. Y el esfuerzo tuvo su
recompensa: el Cagliari Calcio fue campeón en la temporada 1969-1970, el primer
equipo al sur de Roma en conseguirlo,
con unos jugadores que serían la base de la escuadra italiana subcampeona del
mundo en el mundial de México ‘70: Albertosi, Niccolai, Cera, Domenguini, Gori
y, por supuesto, Gigi Riva.
Fue la época gloriosa del
Cagliari:
“La gente
ahora no puede imaginar lo que significó aquello. Una vez me llevaron a un
pueblo cerca de Nuoro. Y visitamos a una anciana que debía tener más de 90
años. Pues bien, tenía un altar repleto de santos y, en medio, mi foto. Le
preguntaron por eso y ella, en sardo, pues no hablaba italiano, dijo que la
tenía porque sabía que aquella persona era buena. ¿Cómo podía dejar ese equipo?
Cada año pude fichar por la Juve. Pero prefería seguir en Cagliari”.
¿Y cómo no seguir allí,
cuando lo que estaba en juego era el cuore?
Hoy, a sus 73 años, Gigi Riva vive aún en Cerdeña, se considera a sí mismo “un sardo más” y la
isla lo ha declarado a él su “hijo predilecto”. Además de dignificar a una isla
del vilipendiado sur (tras el campeonato se decía que “finalmente, Cerdeña se
ha integrado en el Estado italiano”), Gigi Riva es aún el máximo
anotador, el capocannoniere de la escuadra azzurra en toda su historia.
Un crack del sentimiento y del balón.
* Adaptado de 'La venganza de los pastores y los bandidos' (Panenka, No 76, pp. 48-51).
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