Figo fue un canalla. Un
futbolista que jugaba en el Barça y cuando estuvo allí, dijo cosas como “en
España nunca llevaré otra camiseta que no sea la blaugrana” y “traicionaría a la afición si me fuera al Bernabéu y
no lo voy a hacer” y “sólo jugaré en el Barça”...
Pero que unos días después de estas últimas declaraciones, se cruzó al
clásico rival, al Real Madrid, para decir: “Intentaré dignificar al máximo el
nombre del Madrid y ser tan feliz como en el Barcelona. Tengo la conciencia tranquila”.
Es decir, un canalla de manual.
La hinchada del Barça, obviamente,
lo llenó de insultos: “Traidor” o “ETA, mátalo”, barbaridades de ese tipo. Pero
se abrió una posibilidad de perdón: “Déjanos a tu mujer, y lo olvidaremos todo”*.
Porque Helene Svelin, la esposa de Figo, era (sigue siéndolo) un espectáculo.
Uno que lo certifica es el
Fenómeno Ronaldo, que tiene una anécdota de oro al respecto:
* Citas
tomadas de: Manuel Trallero, ‘Los siete pecados catalanes’, Ediciones Martínez
Roca, Barcelona, 2001, pp. 111-112.
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