19 de septiembre de 2018

Creatividad municipal


Durante un tiempo, la Alcaldía de Guayaquil trató de vender la idea de la “creatividad para progresar” como un atributo de su gestión. La idea, por supuesto, resultó más falsa que dólar celeste. La gente veterana suele ser de rutinas y las mañas de la Alcaldía de Guayaquil (una entidad que es un ancianato) son las mismas de siempre, previsiblemente orientadas a maximizar las ganancias de los que están en el ajo.

La ausencia de creatividad de la Alcaldía se puso en evidencia con la disputa por el ceibo y la Aerovía. Una solución creativa hubiera integrado el ceibo a la infraestructura de la Aerovía. Era un solo árbol, pero para el ancianato era demasiado rollo, mucho cambio en su rutina, una apertura no deseada si se hacía caso a los reclamos. Por eso, Andrea Fiallos, directora de la Fundación La Iguana, que defendió la conservación del ceibo en una columna de opinión, ha dicho: “Llevo años reclamando una ordenanza para proteger a los árboles que deberían considerarse patrimoniales, sin ningún resultado hasta la fecha”. Y no tendrá nunca esa ordenanza mientras el PSC esté en el poder, porque la lógica de esta administración es simple, cristalina: si no beneficia al Alcalde y a su Capitalismo de Amigos, no se hace. ¿Y cómo van a ponerle él y sus mandados en el Consejo cortapisas al negocio de la construcción? Allí es donde realmente se hace plata, no en la conservación de un árbol. Muy de la vieja guardia, pero un cuarto de siglo sucediendo, invariablemente.

En esta ocasión, una vez más, se comprobó que en Guayaquil, si su autoridad política lo quiere, se impone a sus ciudadanos, y hace lo que le place (para eso ha repartido billete a convenientes difusores de su mensaje). Y no hay árbol que se le resista.

El saldo de esta disputa es un ceibo menos y este mamarracho de comunicado municipal. Tan mal escrito, tan bruto, que resulta gracioso.

La Alcaldía no es ni buena ni mala, es simplemente incorregible.

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