Asamblea descabezada

27 de noviembre de 2018


Lo curioso y paradójico de una Asamblea Nacional descabezada es que la dirija una señora que ni siquiera es Cabeza (como el jugador del Independiente) sino en plural: Cabezas. En este caso, por muchas que haya, no hacen como ni una* para la institución que la señora de tal apellido preside, porque dicha Función del Estado, la Asamblea Nacional, por estos días anda que deambula entre los abusos y la ineficacia.

De los abusos, he publicado antes. Esto es sobre la ineficacia y la historia es así: los Zeus de la Política, los panitas del Consejo transitorio, le pidieron a la Asamblea Nacional que envíe una terna para integrar el Tribunal Contencioso Electoral. La Presidenta, acaso por mejor hacer o por no entender mismo, decidió que ella representaba a la Asamblea Nacional (lo que es cierto: Art. 12 LOFL) pero con el twist loco de que ella también representaba la voluntad de los 137 legisladores (lo cual no es cierto, ni en sus sueños más salvajes). Y decidió enviar una terna, sin contar con el Pleno del órgano que ella preside.

Incluso un órgano tan violador del Estado de Derecho (básicamente, se han bailado un cha-cha-chá de meses de duración por sobre la normativa vigente, tanto en procedimientos como en derechos) como el Consejo de Trujilloloco y sus boys, reprendió a la Presidenta de la Asamblea Nacional por su feo proceder y le devolvió su terna. Esto ya es mucho decir.

La Presidenta, entonces, metió retro, pero ya fue tarde pues el omnipotente Consejo había impuesto como plazo fatal el 26 de noviembre y no se lo cumplió (you don’t mess with Trujilloloco, lady!). Confiada en su procedimiento arbitrario, no alcanzó a organizar la alternativa que sí era legítima (y que debió hacer desde un principio, pues era la única legítima). Fracasó, y ahora la selección de los jueces del Tribunal Contencioso Electoral se la hará sin la participación de la Asamblea Nacional.

La razón es simple: está descabezada.

* Piquito dixit.

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