Al presidente Rafael
Correa, dice Felipe Burbano de Lara en su último artículo en diario El
Universo, le alcanza una regla de la política ecuatoriana. Burbano de Lara
describe su aplicación con grandilocuencia: “Crueldad y grandeza de la regla
informal de la política ecuatoriana”, cuya aplicación “resuena como un castigo
político por haber [Rafael Correa] maltratado a los ciudadanos, haber abusado
del poder, haber promovido tanto despilfarro y solapado la corrupción”. Burbano
de Lara se inventó ayer martes en diario El Universo una regla para explicar la
realidad de la política ecuatoriana y la aplicó a cuatros presidentes: tres
antes de Correa y este man.
¿Cuál es el denominador
común entre Bucaram, Mahuad, Gutiérrez y Correa? Burbano de Lara reconoce que
Correa es “un caso distinto” a los otros tres presidentes, pero “no por eso la
regla del castigo y la sanción dejó de aplicarse” a él. ¿En qué consiste esta
supuesta “regla informal”? Burbano de Lara la define como una medida de juicio
que tiene el pueblo ecuatoriano sobre la acción política de sus presidentes y
que dice Burbano de Lara que “preserva viva, en medio de todas nuestras
precariedades, la aspiración de un horizonte democrático para la vida social y política”
(?). ¿Cómo se rompe esta supuesta
regla? Según Burbano de Lara, cuando los presidentes rompen un impreciso
“límite de tolerancia” o unos nebulosos “límites intuidos”, en esos casos los
políticos “son duramente castigados por vías distintas a las convencionales”.
Y, finalmente, ¿cuáles son las consecuencias de esta ruptura? En palabras de
Burbano de Lara, “son destierros largos y agonías políticas indefectibles”.
En realidad, esto que dice
Burbano de Lara es un plato de realismo mágico servido en salsa de política:
¿El pueblo ecuatoriano aplica una regla informal de manera consistente para
juzgar a los presidentes que los gobiernan? Cuéntame una de vaqueros, Felipe.
Más sencillo (más sensato) es buscar una explicación menos candorosa en los
juegos de los actores políticos en este país de escasa, casi nula,
institucionalidad. Esto es mucho menos cosa del pueblo ecuatoriano y esta regla
de fantasía, que lo que es realmente: el juego inescrupuloso de un puñado de
sabidos.
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