14 de noviembre de 2018

Crueldad y grandeza de un puñado de sabidos


Al presidente Rafael Correa, dice Felipe Burbano de Lara en su último artículo en diario El Universo, le alcanza una regla de la política ecuatoriana. Burbano de Lara describe su aplicación con grandilocuencia: “Crueldad y grandeza de la regla informal de la política ecuatoriana”, cuya aplicación “resuena como un castigo político por haber [Rafael Correa] maltratado a los ciudadanos, haber abusado del poder, haber promovido tanto despilfarro y solapado la corrupción”. Burbano de Lara se inventó ayer martes en diario El Universo una regla para explicar la realidad de la política ecuatoriana y la aplicó a cuatros presidentes: tres antes de Correa y este man.

¿Cuál es el denominador común entre Bucaram, Mahuad, Gutiérrez y Correa? Burbano de Lara reconoce que Correa es “un caso distinto” a los otros tres presidentes, pero “no por eso la regla del castigo y la sanción dejó de aplicarse” a él. ¿En qué consiste esta supuesta “regla informal”? Burbano de Lara la define como una medida de juicio que tiene el pueblo ecuatoriano sobre la acción política de sus presidentes y que dice Burbano de Lara que “preserva viva, en medio de todas nuestras precariedades, la aspiración de un horizonte democrático para la vida social y política” (?). ¿Cómo se rompe esta supuesta regla? Según Burbano de Lara, cuando los presidentes rompen un impreciso “límite de tolerancia” o unos nebulosos “límites intuidos”, en esos casos los políticos “son duramente castigados por vías distintas a las convencionales”. Y, finalmente, ¿cuáles son las consecuencias de esta ruptura? En palabras de Burbano de Lara, “son destierros largos y agonías políticas indefectibles”.

En realidad, esto que dice Burbano de Lara es un plato de realismo mágico servido en salsa de política: ¿El pueblo ecuatoriano aplica una regla informal de manera consistente para juzgar a los presidentes que los gobiernan? Cuéntame una de vaqueros, Felipe. Más sencillo (más sensato) es buscar una explicación menos candorosa en los juegos de los actores políticos en este país de escasa, casi nula, institucionalidad. Esto es mucho menos cosa del pueblo ecuatoriano y esta regla de fantasía, que lo que es realmente: el juego inescrupuloso de un puñado de sabidos.

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