Uno de los libros más
interesantes que he leído en los últimos tiempos es ‘La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt’,
una biografía de este viajero y científico alemán cuya vida resultó marcada por
el recorrido que hizo por el hemisferio Sur a inicios del siglo XIX.
La autora del libro,
Andrea Wulf, considera a Humboldt como el “padre fundador” de la idea de
ecosistema. En una época en que la ciencia insistía en la especialización de
los saberes, Humboldt aspiraba a observar las conexiones entre las cosas. El
momento cumbre de esta mente poderosa fue durante su escalada al Chimborazo, en
compañía de Carlos Montúfar, Aimé Bonpland y José, su criado fiel (no olvidar:
es un viaje de burgueses). En su ascenso a esta montaña el 23 de junio de 1802 llegaron
a los 5.917 metros, una altitud nunca alcanzada ni siquiera por los primeros
aeronautas en Europa. Fue allí, en las alturas del Chimborazo y pispeando el horizonte desde una altura
jamás alcanzada por un ser humano antes, que Humboldt concibió el Naturgemälde.
Naturgemälde es “una
palabra alemana intraducible que puede significar una ‘pintura de la naturaleza’
pero que al mismo tiempo entraña una sensación de unidad o integridad”. Fue
allí, en las alturas del Chimborazo, donde todo lo que Humboldt había observado
en su vida “encontró su lugar en el rompecabezas. La naturaleza, comprendió,
era un entramado de vida y una fuerza global. Fue, como dijo después un colega,
el primero que entendió que todo estaba entrelazado con ‘mil hilos’. Esta nueva
noción de naturaleza iba a transformar la forma de entender el mundo”.
El Naturgemälde "con una sección transversal del Chimborazo, era una asombrosa imagen de la naturaleza como un entramado en el que todo estaba relacionado" |
El 17 de febrero de 1803 Humboldt
y su comitiva zarparon desde el puerto de Guayaquil con destino a México. Esta
ciudad fue la última en la que Alexander von Humboldt estuvo en el hemisferio
Sur. Cuando se alejaba de ella, Humboldt miraba por el telescopio y “veía que
las constelaciones del cielo austral iban desapareciendo poco a poco”. Cruzó la
línea imaginaria del ecuador el 26 de febrero de 1803. Nunca más (murió en Berlín,
en 1859) volvió al hemisferio Sur.
Y nunca fue el mismo tras
su visita, pues como lo destaca Andrea Wulf, “sobre todo, se iba de Guayaquil
con una nueva visión de la naturaleza. En sus baúles iba el dibujo del
Chimborazo, el Naturgemälde. Este
dibujo y las ideas que lo habían inspirado cambiarían la percepción del mundo
natural que iban a tener las generaciones futuras”.
Si rastreemos el origen
del artículo de la Constitución del Ecuador por el cual se protege a la
naturaleza, que es “donde se reproduce la vida”, el que primero formuló esa
idea en términos científicos, fue el sabio alemán Alexander von Humboldt
durante su ascenso al Chimborazo, esa montaña que es “en cierto modo” la más
alta del mundo “porque su proximidad al ecuador hace que su pico sea el más
alejado del centro de la Tierra”*.
*
Todos las citas (salvo la noción de “padre fundador”, que está en el Epílogo
del libro) están tomadas de los capítulos VI (“A través de los Andes”) y VII (“Chimborazo”)
de: Wulf, Andrea, ‘La invención de la
naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt’, Penguin Random
House, Bogotá, 2016, pp. 107-128.
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