La descripción de un "cojudo"

27 de marzo de 2019


Ha escrito Roberto Aguilar una columna titulada: “Yunda, la derrota de la clase media de Quito”. Allí expone esta visión de la clase media quiteña:

“La clase media quiteña, a diferencia de las de otras ciudades del Ecuador, tiene la consciencia de ser un actor político de peso, uno que tumba presidentes e influye en las agendas nacionales. La clase media quiteña percibe a la capital como una ciudad cosmopolita y firmemente encaminada en el siglo XXI”.

Cómo me he cagado de la risa con este fragmento de la columna de Aguilar. En su fantasía, él imagina a una clase media de Quito diferenciada del resto de ciudades del país por tener una consciencia de su rol “de ser un actor político de peso”. Pero el hecho que diferencia a Quito del resto de las ciudades del Ecuador para tener mayor “peso político” es el hecho de ser la ciudad capital de un Estado obeso e ineficaz que asienta sus bases en la capital*. No hay “consciencia” en esta tradición heredada de la conquista.

El humor de Aguilar se agranda cuando le atribuye a esta clase media quiteña superpoderes: tumbar presidentes e influir en las agendas nacionales (yo creía que el más importante era el alcoholismo en diciembre). Sobre el segundo, es tremendo pedo mental: en otras partes del país lo que piensa la clase media quiteña carece de mayor (o tiene nula) relevancia, y tanto no tiene capacidad de influir en la agenda nacional, que los noticieros nacionales de la TV y la radio se los suele dividir por regiones y la prensa escrita de Quito únicamente se la lee en la capital y en los pintorescos pueblos de sus alrededores.

Pero es el primer superpoder el realmente grave. Aguilar aviva la creencia de que la clase media de Quito “tumba presidentes”, cuando este rasgo de inestabilidad política es fruto del accionar de nuestras élites, que manipulan a este “bravo” pueblo de Quito (clase media incluida) para tumbar a presidentes. El dato interesante es que no son, ni la clase media de Quito y su supuesta “consciencia” política, ni las élites políticas quiteñas, las que sacan partido de haberse tumbado a presidentes en Quito. Cuando se tumbó a Bucaram se siguió el guion diseñado y expuesto por los políticos guayaquileños León Febres-Cordero y Jaime Nebot, quienes fueron los verdaderos artífices y vencedores de ello. Y cuando se tumbó a Gutiérrez, el resultado fue una breve transición conducida por un Presidente de Guayaquil hasta la irrupción de Rafael Correa, novel caudillo de Guayaquil que dominó el panorama político por los siguientes diez años.

Pero a pesar de haber fantaseado con esta Quito de consciencia política y “encaminada en el siglo XXI”**, Roberto Aguilar tiene que admitir en su escrito que la política para la administración local de Quito está mediada por intereses de los políticos de otras ciudades:  

“En la dispersión de la clase media quiteña tiene su parte de responsabilidad los partidos políticos. CREO y el socialcristianismo, especialmente, cuyos líderes decidieron desde Guayaquil, en función de estrategias políticas a largo plazo y de espaldas a los intereses de una ciudad que no es la suya, participar en unas elecciones que no tenían probabilidad de ganar. Las élites quiteñas les cedieron esa capacidad de decisión.”

Una injerencia así es impensable, por ejemplo, en Guayaquil. Pero la clase media de Quito es tan débil y poco cohesionada (tan diríase “inconsciente”) que sus intereses se los logran dispersar… ¡los políticos de Guayaquil!

Recapitulemos, entonces, esta fantasía esquizofrénica de Aguilar: la clase media de Quito es un actor político distinto y de peso, pero que es incapaz de aprovechar sus “superpoderes” en beneficio propio: no influye en la agenda nacional, no pone alcalde en su ciudad (en la que, tan débil es, que admite la injerencia de políticos de otras ciudades) y cuando tumba a presidentes lo hace en calidad de “tonto útil”, porque son otros los que capitalizan el hecho, los que se le llevan a Quito las presas y le dejan el bucket.

Representación gráfica del Quito de Aguilar:

Con ustedes, El Cojudo.
 
La verdad de la milanesa es que la clase media quiteña no tiene ni puta idea de qué hacer, ni tendría capacidad para hacer otra cosa. Se parece mucho al Presidente que hoy se asienta en el único palacio presidencial de nuestra América del Sur cuyo nombre homenajea a un funcionario del Estado español: es un mojón en la marea, una pobre víctima de las circunstancias. A la clase media de Quito le ha pasado que cuando gana por el que ha votado, gana Rodas (ya me dirán ustedes si hay maneras democráticas de caer más bajo), y cuando le dan ganando a otro que no es el suyo, les sale un Yunda, que es una broma de mal gusto convertida en alcalde de nuestra capital. Todo les sale mal.

El saldo de todo esto es que la clase media de Quito no está en capacidad de imponer las condiciones ni en su propia casa. Ya me dirán ustedes si se puede caer más bajo.

Y no sé como se diría en la capital (¿mushpa?), pero acá en Guayaquil, si esa incapacidad se tradujera en una persona, sería indiscutible y certeramente en la vasta y triste tipología del “cojudo”***.

* Neta, hay que empezar a pensar la capitalidad de Quito como un lastre para el desarrollo del país, tanto en clave histórica como de cara a nuestro común futuro.
** Es curioso observar que una de las mentes más lúcidas que piensa el desarrollo de Quito, Fernando Carrión, sostiene en un artículo titulado muy elocuentemente “¿Cuándo se jodió Quito?” y totalmente a contramano de Roberto Aguilar, que Quito, muy lejos de estar “encaminada en el siglo XXI”, “se encuentra a la deriva” y “hoy vive una de las épocas más obscuras de su historia”. Es decidor de la confusión de la clase media capitalina que dos miembros de su “intelligentsia” (100 veces más riguroso Carrión que Aguilar) tengan una visión tan contrapuesta de un mismo hecho.
*** Quien mejor ha estudiado el fenómeno de la “cojudez” en estas sociedades andino-tropicales del orto es el célebre escritor peruano Sofocleto. Es importante anotar el aporte del “Florilegio de Puteadas Guayacas” de autoría del Dr. Jaime Nebot, quien, en una puteada a un historiador serrano de supuesta tendencia de izquierda en el Congreso Nacional, registró una correctísima pronunciación guayaca del término “cojudo”, dicho en un estado de iracundia y alcoholismo “Nivel Fiestas de Quito”. Notable.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Creo los "cojudos de Guayaquil" y los "shunshos de Quito" son los utilizados ejemplo el desfile en defenza de Banqueros corruptos del Banco del Progreso, con Febres Cordero como patrón, y un poco antes el populismo de Bucaram, total chabacano imponiendo su estilo populista, ahora en Quito con Yunda.
La clase media mona y serrana es utilizada por la élite corrupta para su beneficio.

Xavier dijo...

suscribo plenamente. como lo he dicho en otra parte, el guayaco va de gil: https://xaflag.blogspot.com/2019/01/el-guayaquileno-que-se-ha-comido-todos.html
hago notar, en todo caso, que la fuerza política no está en la capital. Quito es el teatro de la política, pero los que se benefician de la puesta en escena residen en otra parte (usualmente en Guayaquil). Así fue cuando se originó el Ecuador en 1830, y así es ahora con el (nuevamente) presidenciable Nebot.

Unknown dijo...

Pasa en todas las "ciudades" del Ecuador (lo de ser funcionales al verdadero poder), quizá la diferencia radica en que la clase media quiteña se úfana de lo contrario. Buen post.

Xavier dijo...

suscribo el comentario y el que la principal diferencia estriba en esa delusión. Saludos.

Unknown dijo...

Excelente editorial Xavier... uno de los mejores análisis sobre ese punto electoral... no tiene desperdicio en ninguna palabra el articulo

Motherfucker dijo...

Buenos dias Xavier , te saluda un ecuatoriano mas, que a pesar de haber nacido en quito y vivir en el Manabi de mi vida , estoy totalmente de acuerdo contigo , en tu analisis directo, claro y bastante elocuente desde el punto de vista de un guayaco que sabe la verdad a pesar de que sus propios coterraneos (nebot, lasso , bucaram) jamas representaron a nadie mas que sea su intimo circulo del mal, para todos , beneficioso para ellos solos, debo acotar que , quito siempre fue un lastre o una desgracia para el pais , desde siempre y hasta siempre , y si le sacas lo practico a estas tres "principales ciudades" guayaquil deberia ser la capital , aunque a mi como manabita me cae como patada en la conciencia ,ahora como estan las cosas , se ve una sociedad capitalina tan sonñolienta y acomodada y eso se vio en las protestas contra la ley de las herencias , pobres y muertos de hambre , defendiendo a unos cuantos ricos, imagino que debe ser por el frio de sus mentes , si repasamos , algo de historia , a bucaram lo botaron unos pocos de miles en quito , y por mucho menos desde lejos , de lo que vivimos ahora, a gutierritos de igual forma , con mahuad , bueno ahi si fue un poco mas numerosa la protesta con el pais incluido , pero al final del dia , esa supuesta clase rebelde quiteña , siempre se desinfla ante la guayaca , cuando aparecen en la capital cuando todo esta consumado , y llega el AMO " a ver mihijito, ya dame chance " y el quiteño servil, "bueno , patron , haga dedar haciendo "y a conformarse con la migas, fue asi con garcia moreno, con don buca , cuando le hizo la vida imposible a Roldos , con febres cordero ante ante hurtado y borja, y asi , y por como van las cosas este otrora barco segun hurtado , ahora solo panga , hace agua por todos lados , y con yunda que como sabemos el no gano , (al memos no en las urnas) sera el desastre despues del desastre , no es ser negativo , pero basta ver las futuras alianzas que el mismo a declarado y ya nos podemos dar una clara idea de como sera el futuro de la capital y por ende del pais ,

Unknown dijo...

Empieza bien, el texto parece que tendrá una dirección y brindará un aporte pero le gana lo estomacal; una guasada. Aspiro que el próximo texto de este tipo lo tome más en serio.

Martin dijo...

La clase media se ve a sí misma como clase alta y por lo tanto lucharán por los privilegios de los ricos, algo que salvo buenos contactos y grandes contratos, nunca lo serán.