23 de abril de 2019

Patiño y la política del periodismo nacional


¿Qué posibilidades tiene Ricardo Patiño, figura asociada a Rafael Correa, de recibir un trato justo del periodismo nacional? Casi nulas, como lo demuestra esta bajeza de Bonil que se publicó en el diario El Universo del día de ayer:


Si algo desnuda esta caricatura es que la defensa de los principios se supedita a los intereses de la política. Si Bonil fuese consecuente con el derecho a la libertad de expresión que dice defender, debería denunciar el abuso que soporta Patiño por emitir su opinión en temas de interés político. Pero es evidente que pesa más en Bonil la política editorial del diario en el que hace sus trazos: en esta política, criticarlo a Patiño no matter what es lo de rigor, a fucking no-brainer. Así es como la política reduce a cenizas la defensa de los principios, incluso en una persona de probado ingenio.

Son necesarias dos explicaciones. La primera: el caso de Patiño es una grosera vulneración de los derechos a la libertad de expresión y a la libertad personal. Patiño es un político que expresó, ante un auditorio de militantes del movimiento político del que él forma parte y en octubre del año que pasó, que “tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que tomarnos los caminos”. Advirtió también, en otra parte menos difundida de su intervención, que estos hechos no deberían hacerse de manera violenta. Sin embargo, por los dichos de Patiño de ese 27 de octubre del 2018 en Latacunga, la Fiscalía del Ecuador le ha iniciado un proceso penal por un supuesto delito de “instigación”, contemplado en el artículo 363 del Código Orgánico Integral Penal, en los siguientes términos:

Art. 363.- Instigación.- La persona que públicamente instigue a cometer un delito contra una persona o institución y no pueda ser considerada legalmente como copartícipe, será sancionada con pena privativa de libertad de seis meses a dos años.

Es decir, le han iniciado un proceso penal por un discurso dicho hace un semestre, por el que expresó a militantes de su movimiento la necesidad de tomarse instituciones y caminos sin recurrir a la violencia. El detalle principal, en el campo del derecho, es que este discurso de Patiño es un discurso que está especialmente protegido por el derecho a la libertad de expresión. De acuerdo con el “Marco jurídico interamericano sobre el derecho a la libertad de expresión” elaborado por la Relatoría para la libertad de Expresión de la CIDH el año 2009, “las expresiones, informaciones, y opiniones atinentes a asuntos de interés público, al Estado y sus instituciones, gozan de mayor protección bajo la Convención Americana, lo cual implica que el Estado debe abstenerse con mayor rigor de establecer limitaciones a estas formas de expresión” (Párr. 35).

De manera concreta, la CIDH ha proscrito el uso de un tipo penal como el usado por Lady Diana Salazar de “instigación” a la violencia pues, en razón de su vaguedad y ambigüedad, resulta un tipo penal violatorio del principio de legalidad y de estándares interamericanos del derecho a la libertad de expresión (Informe 2017, Párr. 1245). ¿Hablaban de que Correa quería venezuelizar el Ecuador? Pues la Fiscal Lady Diana Salazar ha contribuido en mucho a nuestra venezuelización con el uso de este tipo penal, pues el mismo se utilizó también en el abusivo régimen chavista para meterlo preso a Leopoldo López. Y es el mismo que se usa en la Argentina de Macri para tenerla presa a Milagro Sala. Es decir, nos hemos hermanado con Venezuela y Argentina en represión penal. Vaya logro en sus primeros días para la nueva Fiscal.

Ahora, no contenta la Fiscalía del Ecuador con que la sola imputación de este absurdo delito sea una vulneración del derecho a la libertad de expresión, ha actuado de manera tal de añadirle a esta grave vulneración, otra relativa al derecho a la libertad personal. Los hechos son casi asombrosos (no lo son porque esto es Ecuador, país marca “Carabina de Ambrosio”) y son como sigue: la Fiscalía a cargo de Lady Diana Salazar le solicitó la prisión preventiva en contra de Ricardo Patiño a una Jueza en Quito el día lunes, pero esta Jueza no se la dio. Ahora a ella, la Fiscalía de Salazar le inició una investigación por no haber ordenado la prisión preventiva que se le había pedido, al tiempo de volver a la carga: solicitó de nuevo la prisión preventiva en contra de Patiño, pero esta vez ante una Jueza en Latacunga, una que seguramente valoró más la estabilidad en su cargo que el derecho que se comprometió a aplicar cuando asumió la responsabilidad de ser Jueza, pues le dio a Lady Diana Salazar lo ella quería a toda costa: la orden de prisión preventiva en contra de Patiño. Sólo que lo consiguió tarde, cuando ya Patiño estaba fuera del país.

Pero estos hechos casi asombrosos pintan de cuerpo entero a nuestra nueva Fiscal: ella considera que la prisión preventiva debe ser la norma y no la excepción, que se la puede ordenar por simples “sospechas” y que se debe investigar a los jueces que no ordenen las prisiones preventivas que les solicita la Fiscalía que ella dirige. Lady Diana Salazar es una Fiscal con alma de carcelera (¡cómo haría carrera en la Yunái esta mujer!) cuya actuación es furibundamente contraria a los estándares interamericanos sobre el derecho a la libertad personal. Pero por cómo argumentó en el concurso en el que tanto la premiaron, no creo que tenga mucha noticia de ellos, ni sepa para qué sirven, ni que le importen un carajo.

Porque es como la Tabla del 1: los estándares del derecho a la libertad personal son todo lo contrario a las políticas pro-prisión preventiva que ha emprendido la Fiscal Lady Diana Salazar por estos días. Los estándares en esta materia requieren que la prisión preventiva sea una medida de carácter excepcional, cuya justificación debe ser muy estricta. Está de recomendarle a la Fiscal que se lea el Capítulo III del informe de la CIDH sobre “el uso de la prisión preventiva en las Américas”, del año 2013 (pp. 56-87). Será como una advertencia muy didáctica de las razones por las cuales su actuación pro-carcelaria podría llegar a ser demandada ante los órganos del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos.

Ahora, estos abusos suceden, se violenta la libertad de expresión y se trapea con el proceso penal en un claro plan de persecución política, pero el periodismo nacional, pobre, está siempre en otra. Mejor es su rol de pago. Y sacarle la lengua a un Patiño ahora en desgracia porque lero lero él lo hizo antes (?).

Por ello, he aquí la segunda explicación necesaria: la labor del periodismo en el Ecuador no será nunca aclarar esta situación jurídica de Patiño; todo lo contrario, buscarán oscurecer sus antecedentes (vincularlo a todo lo malvado posible) para justificar todo lo que le puede llegar a pasar a él en el presente. Es el clásico “envenenamiento del pozo”, una práctica casi consustancial al hecho de defender una opinión polémica en este país. De esto es horrendo testimonio la caricatura de Bonil.

Así, la política del periodismo local en este caso fue acompañar lo inmediato: el proceso de prisión preventiva dirigido contra Ricardo Patiño. Y lo hicieron con sus herramientas de imbecilización habituales, por supuesto. Patiño se les terminó por escapar a su México lindo y querido, pero es igual una victoria para ellos: es sacarlo del territorio, exiliarlo con chanfle.

El problema de fondo, como pasó con la entrega de Julian Assange a la policía británica, es que los procedimientos que utilizan son estúpidos y terminarán en el mediano plazo por producir un efecto distinto al que buscan: lo que no mata al correísmo, lo terminará por fortalecer.

Y de aquí a unos años, Rafael Correa (acompañado de Patiño, una especie de Robin de este Batman) volverá con fuerza para iniciar (tras el fracaso de la derecha) un nuevo ciclo en nuestra saga política de continuos fracasos y resurrecciones.

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