A lo largo del siglo
XVIII, la lengua francesa se convirtió en la lengua de la diplomacia, del
pensamiento y del buen gusto, al menos en la vieja Europa. Los tratados
internacionales empezaron a escribirse en francés (aunque las partes no sean
francesas), las obras de la filosofía empezaron a escribirse en francés
(incluso si sus autores, como en el caso de Gottfried Wilhelm Leibniz
[1646-1716], no eran franceses) y la etiqueta se originaba en Versalles. Al
final del siglo, Antoine de Rivarol (1753-1801), en su “Discours sur l’universalité de la langue française” de 1784, acuñó
la famosa frase: “Ce qui n’est pas clair
n’est pas français!” [“¡Lo que no es claro, no es francés!”]. Por esta
época, los franceses juzgaban a su lengua como el referente de la racionalidad par excellence*, y en su desmesurado elogio llegaron a reputar a su lengua como
una de las “clásicas”.
El filósofo alemán Arthur
Schopenhauer (1788-1860) pensaba muy distinto en esta materia. En una crítica a
un libro publicado en Francia el año de N. S. de 1.857, en el que se aludía precisamente
a la existencia de tres langues
classiques, poniendo así al francés a la par del griego y del latín,
Shopenhauer se mandó nomás:
“En otras
palabras: esta misérrima jerga románica; esta pésima mutilación de palabras
latinas; esta lengua que debería alzar la vista con respeto a su más antigua y
venerable hermana, la italiana; esta lengua, cuya característica peculiar son
las repugnantes nasales en, on, un,
así como un espasmódico y extremadamente desagradable acento en la última
sílaba, mientras que todas las demás lenguas se valen de las tranquilizantes
graves; esta lengua, carente de toda métrica; en que la rima, que por cierto
recae siempre sobre é u on, constituye la única forma de poesía;
¡esta miserable lengua es exhibida aquí como langue classique al lado de la griega y la latina! Convoco a toda
Europa a una buée [abucheo] general
para humillar a estos señores tan presumidos e impúdicos.”§
La neta que los franceses
no le caían bien a Schopenhauer. En otro fragmento de su obra, advirtió: “Otras
partes del mundo tienen monos; Europa tiene franceses. Una cosa compensa la
otra.Ӧ.
* Datos tomados de: Ostler, Nicholas, ‘Empires of the word. A language history of the world’, Harper
Perennial, Nueva York, 2006 [Primera edición: 2005], pp. 403-421 (Sección “La francophonie”).
§ Schopenhauer,
Arthur, ‘El arte de insultar’ [Die Kunst zu beleidigen], Alianza
editorial, Madrid, España, 2018 [Primera edición: 2005], p. 92. (Edición e
introducción de Franco Volpi.)
¶ Ibíd.,
p. 93. Variantes: “Mon sembamble, mon
frère, monkey”.
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