Chappaquidick, y gobernar por el miedo

23 de octubre de 2019


A algunos memoriosos lectores de este blog la palabra Chappaquidick les traerá una asociación instantánea con el senador estadounidense Edward Kennedy. En 1969, un accidente de tránsito ocurrido en las cercanías del puente sobre el río Chappaquidick sentenció su carrera política, cuando era una ascendente estrella del Partido Demócrata. En círculos políticos norteamericanos se da por un hecho que el siete veces senador Edward Kennedy nunca pudo aspirar a la Presidencia de los EE.UU. because of Chappaquidick.

El problema de este Kennedy no fue tanto el accidente de tránsito en raras circunstancias que causó la muerte de Mary Jo Kopechne, como que se demoró diez horas en acudir a la policía a denunciar los hechos. Esta demora (que se la ha atribuido al tiempo que le tomó a Kennedy pasar su borrachera) cayó sobre su carrera política como un estigma insalvable.

Esto que le pasó a Kennedy, el historiador Theodore S. White lo sintetizó en el Teorema de Chappaquidick*: mientras más se demora un político en transmitir a la gente una mala noticia, más afectará esta demora a sus intenciones. O visto de otra manera: las malas noticias, en política, se las debe dar con la menor demora posible. A Edward Kennedy, la demora ocasionada por el chuchaqui de su perra borrachera, le costó la Presidencia de los Estados Unidos de América.

Si uno aplica este Teorema de Chappaquidick al Ecuador, el Presidente Lenin Moreno perdió su capital político antes de anunciar las medidas económicas que su Decreto Ejecutivo No 883 pretendió aplicar. Al momento de anunciarlas, su popularidad estaba alrededor de un 15%. Era imposible pensar que el pueblo las iba a aceptar y que su bravata del primer día iba a detener lo que se vino con su pasar.

Si el Presidente Moreno hubiera anunciado las medidas económicas cuando aún gozaba de capital político, podría haber tenido una mayor posibilidad de éxito en imponerlas. El Gobierno Nacional pudo haber desviado la responsabilidad hacia el Gobierno anterior y hubiera podido justificar este golpe al bolsillo por las ineficacias del pasado.

Pero el  Presidente Moreno no podía hacer eso pues su capital político (prestado, porque por sí mismo no lo tiene y es incapaz de producirlo) debió utilizarlo, primero, en el cambio institucional de las altas autoridades elegidas durante el Gobierno anterior, el que se hizo a través del Consejo Transitorio comandado por el célebre “Notario”. En la lógica del Gobierno de Moreno, este cambio era una conditio sine qua non para cualquier otra cosa, pues era necesario para asegurar la gobernabilidad de los nuevos grupos que han capturado el Estado, de los que el Presidente Lenin es su arlequín. Y Lenin lo hizo, aunque eso le costó su capital político y lo dejó en un menguante 15% de aceptación popular.

Pero héte aquí la paradoja de Lenin el Arlequín: él es un Presidente tan débil, que por eso mismo se sostiene. Su debilidad es su fortaleza.

Es un Presidente que, por el Teorema de Chappaquidick, no está en situación de aplicar unas medidas económicas como las del Decreto Ejecutivo No 883 sin esperar una explosión social. Con un 15% de aceptación, Lenin el Arlequín perdió ya la posibilidad de gobernar al pueblo a través de la confianza.

Y siendo esto así, es preocupante entonces que los que han capturado el Estado quieran ahora sostenerlo a Lenin el Arlequín. Como él no puede gobernar por la confianza, pues ellos querrán entonces que él gobierne por el miedo. Y eso explica a esta noticia de hoy: “Defensa se alista para afrontar la insurgencia”.

Así, el Presidente más desechable de los últimos tiempos, es el que pondrá la cara cuando otros pongan las balas, y otros más, los muertos. Porque es eso, los muertos (los queridos o los “accidentales” -como los prefiere el Gobierno) y otros muchísimos abusos, lo que será el resultado si se demuestra que el diálogo que se pactó para la redacción de un nuevo Decreto Ejecutivo fue una estrategia para comprar tiempo e iniciar la persecución a la “insurgencia”… uno de esos conceptos anchos e indeterminados que son las delicias de los abusivos.

Así: un Presidente débil, respaldado por la fuerza de las armas, gobernando por el miedo a una población que (mayoritariamente) lo desprecia, en uno de los países de mayor pobreza y de peor institucionalidad de la región… Esto sólo puede terminar mal.

Porque es gobernar por el miedo. Esto es un desastre, y lo estamos viendo nacer.

* Si bien White sintetizó y popularizó la frase, quien la acuñó fue James Doyle, asistente del Procurador Especial para los Juicios de Watergate, Archibald Fox, v. Goldberg, Philip, ‘The Babinski reflex’, pp. 53-56.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

'Cry havoc! And let slip the dogs of war.'

Leyendo los decretos ejecutivos unos dias antes del anuncio del decretos economico, hubo cambios de gobernadores en dos lugares, (aqui en el Azuay fue uno) y en dos mandos
policiales o militares (no recuerdo bien).

Reconocian su falta de popularidad y se preparaban para lo inevitable.

Buena, buena.

Ha escrito algun libro? Como este blog, pero en long-format?