31 de octubre de 2019

Los dos 9 de Octubre


En la protohistoria de la República del Ecuador hubo dos 9 de Octubre. Este escrito es un breve relato sobre el primero de ellos, el que ocurrió en Quito en 1810, y que, en un twist raro de la historia, enlaza con el clásico de 1820.

La historia va así: desde que el Rey Felipe II la creó en 1563 hasta la independencia de España a inicios del siglo XIX, y con la sola excepción de los años entre 1717 y 1723 en que la suprimió y volvió a erigir el Rey Felipe V, la Audiencia de Quito administró justicia en un amplio territorio que incluyó a Guayaquil y a Cuenca. Fue la de Quito una Audiencia subordinada, por lo que la última palabra de sus pleitos estaba reservada a una autoridad residente en otra Audiencia mayor.

Durante años, las apelaciones fueron a la Audiencia de Lima, mientras Quito formó parte del Virreinato del Perú. Con la creación del Virreinato de la Nueva Granada en 1739, Quito se convirtió en una Audiencia subordinada a la Audiencia de Santafé (actual Bogotá), que era la capital del nuevo Virreinato.

Quito nunca se quiso independizar del Reino de España en 1809, eso es una fábula que se inventó años después para darle lustre a las trafasías de algunos monárquicos. Pero en 1808 había empezado una “eclosión juntera” con el ejemplo de la Junta de Asturias del 25 de mayo de 1808. La idea cundió en América: en Montevideo se creó una Junta Gubernativa en septiembre del mismo año, y en Quito ocurrió en 1809, aunque fue pronto aplacada (un gran resumen de lo ocurrido en: ‘Los orígenes de la Revolución de Quito en 1809”, de Jaime O. Rodríguez).

Después de la masacre del 2 de agosto de 1810 en el que tropas peruanas solicitadas por Guayaquil pasaron por las armas al 1% de la población de la franciscana ciudad y de la llegada de Carlos Montúfar como Comisionado Regio en septiembre de 1810, en Quito se creó una segunda Junta de Gobierno, que es la que viene a cuento en esta historia. Dicha Junta se reconoció sometida únicamente al Consejo de Regencia de España e Indias, una institución afincada en Cádiz, representante para ella de la resistencia española frente a la invasión francesa.

Mientras tanto, en Santa Fe se había formado una Junta de Gobierno en julio de 1810 y el 2 de agosto de ese año había invitado a Quito a que forme su propia Junta, subordinada a la de Santa Fe. Pero Quito se negó en redondo a esta pretensión de subordinación y así fue que el 9 de octubre de 1810 su Junta de Gobierno proclamó a Quito como otra Capitanía General del Reino de España, a la usanza de Chile y Venezuela y Guatemala. (Un gran resumen de los hechos en: ‘Quito en 1810: la búsqueda de un nuevo proyecto político’, de Federica Morelli.)

Ese día, el 9 de Octubre de 1810, San Francisco de Quito reclamó con esta figura una plena autonomía administrativa, un auto-gobierno sin rendirle cuentas a nadie en América. El detalle es que nadie estuvo de acuerdo, ni en España ni en América, con esta pretensión autonomista de las autoridades de Quito.

Para hacer corta la historia larga, todos resistieron su pretensión y las tropas de España se ensañaron con los quiteños (¡de nuevo!). En los primeros días de diciembre de 1812, todo concluyó con el fusilamiento de unos últimos “insurgentes”, tenidos como tales por quienes vinieron a pacificar estos pagos afectados por el “aquí mando yo”. Y tras esta derrota de 1812, como lo reconoció uno de los cronistas de la ciudad, Luciano Andrade Marín, los quiteños “quedaron postrados, desangrados y sometidos al más riguroso dominio español; sin maneras ya de sacudirse de él por sí mismos, sino esperando en la ayuda de alguien que los rescatara.”§

Pasaron casi diez años, hasta mayo de 1822, en que unas tropas originadas en el otro 9 de Octubre, el de 1820, aunadas a tropas colombianas, peruanas y rioplatenses, y tras derrotar en el volcán Pichincha a las tropas españolas, rescataron a Quito de su triste condición.

§ Andrade Marín, Luciano, ‘El Ilustre Ayuntamiento quiteño de 1820 y la gloriosa revolución de Guayaquil’, en: Muñoz de Leoro, Mercedes (comp.), ‘Memorias históricas de la biblioteca municipal González Suárez’, Editorial Abya-Yala, Quito, 2003, p. 75. 

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