23 de agosto de 2020

La loca historia del lojano Valdivieso y Valdivieso y sus dos derrotas


Las tropas del Jefe Supremo José Félix Valdivieso y Valdivieso fueron derrotadas el 19 de enero de 1835 en la Batalla de Miñarica. Por ocurrir esta derrota, ‘joven, graciosa, de esperanzas llena / una nueva República aparece’, cantó el poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo en su ‘Oda a Miñarica’. Por ocurrir esta derrota, recuerda Jorge Salvador Lara en su artículo ‘Los comienzos de la República (1830-1845)’, los derrotados ‘cayeron en el absurdo de proclamar la muerte del estado ecuatoriano, y al fin huyeron, en número de 800, por temor a Otamendi, rumbo al norte. [] La Sierra debió pagar 100.000 pesos como contribución de guerra’ (‘Historia del Ecuador’, Vol. 6, Salvat, Barcelona, 1980, p. 26). 

Valdivieso y Valdivieso*, terrateniente lojano, 49 años, ese 19 de enero se hallaba en Quito, ocupado en los menesteres propios de una Asamblea Constitucional. En Ibarra, Valdivieso y Valdivieso había sido proclamado Jefe Supremo del Ecuador el 12 de junio de 1834. En Quito, ocurrió esta misma proclama el 13 de julio, y Cuenca plegó a su Jefatura Suprema el 25 de agosto. Cuando concluyó el período presidencial de Flores, el 10 de septiembre de 1834, la Jefatura Suprema de Valdivieso y Valdivieso tenía el control de todo el territorio ecuatoriano, menos de Guayaquil, ciudad que había proclamado Jefe Supremo a uno de sus hijos, Vicente Rocafuerte.

En su calidad de Jefe Supremo del Ecuador, Valdivieso y Valdivieso convocó el 22 de octubre de 1834 a celebrar una Asamblea Constitucional en Quito, la que empezó sus funciones el 7 de enero del año siguiente. El 19 de enero, esa Asamblea quiteña ratificó el ‘Tratado de Pasto’, firmado el 8 de diciembre de 1832, cuya aprobación la comunicó al Gobierno de la Nueva Granada, advirtiéndole que la cuestión de límites era ‘sostenida únicamente por el tirano del Ecuador para conservar siempre un pretesto por el cual pudiese llevar su ambición hasta el seno de esa República’ (v. ‘Aprobación de los tratados de Pasto por la Convención Nacional del Ecuador’).

Ese mismo 19, enterados los participantes en la Asamblea quiteña de la derrota sufrida por sus tropas en Miñarica a manos de las tropas del ‘tirano del Ecuador’ (lo que fue una verdadera carnicería, alrededor de mil muertos), ellos huyeron ‘rumbo al Norte. En Tulcán, presididos por el general Matheu, decretaron la anexión a Nueva Granada; el odio político les llevó a traicionar sus ideales de siempre: la autonomía de Quito. Don Roberto Ascázubi, comisionado para ello, pasó por la vergüenza de que el gobierno de Bogotá rechazase tal acta.’ (Salvador Lara, Ibíd.). Es lo que en la correspondencia con el gobierno del Ecuador, el secretario del interior y relaciones exteriores de la Nueva Granada, Lino de Pombo, denominó ‘el estraordinario incidente’ (v. ‘Nueva Granada i Ecuador’, comunicación del 18 de febrero de 1835).

Las tropas del ‘tirano’, vencedoras de la Batalla de Miñarica, fueron las que comandó el general venezolano Juan José Flores, a quien José Joaquín de Olmedo le dedicó, en cambio, estas palabras de elogio en su ‘Oda a Miñarica’, escrita en Guayaquil el año 1835: ‘Ese es el adalid a quien dio el Cielo / valor, consejo, previsión y audacia; /Al arduo empeño, a la mayor desgracia /le sobra el corazón. Todo le cede; / sirve a su voz la suerte, ante su Genio / el peligro, espantado retrocede’. Flores entró en la capital el 23 de enero. Los notables de Quito, a instigación suya, proclamaron el 29 al guayaquileño Vicente Rocafuerte como el Jefe Supremo del Ecuador.

Porque el adalid premiado por el cielo con ‘valor, consejo, previsión y audacia’ había puesto sus empeños a favor de la Jefatura Suprema del guayaquileño Rocafuerte. Rocafuerte convocó el 22 de febrero a otra Asamblea Constituyente, que empezó a funcionar el 22 de junio de 1835 en Ambato (cerca de los arenales de Miñarica, en los que se había definido su suerte). Esa Asamblea de Ambato, presidida por el poeta Olmedo, designó el 8 de agosto a Vicente Rocafuerte como el Presidente de la República del Ecuador**. Con ello se cumplió la primera transición política entre gobiernos ecuatorianos: ocupó varios meses, e implicó una guerra civil y dos Asambleas Constitucionales, pero concluyó con el traspaso del poder de Flores a Rocafuerte, tal como ellos lo habían acordado el 19 de julio de 1834, en un convenio firmado a bordo del ‘U.S.S. Vincennes’.

Y Valdivieso y Valdivieso había sido el gran derrotado en esta accidentada transición. Su loca historia debe empezar, entonces, con esta pregunta: ¿Qué estaría haciendo en 1845, diez años después de esta derrota?

José Félix Valdivieso y Valdivieso, o 'The Big L'

Volvió a los dos años con un salvoconducto otorgado por el Congreso ecuatoriano de 1837 pero, envuelto en una revuelta en marzo de 1838, el Presidente Rocafuerte lo expulsó de nuevo. Regresó en 1839, ya en la segunda Presidencia del venezolano Flores (1839-1843), y fue senador y Presidente del Senado en el Congreso de 1841 y a fines de ese mismo año fue designado por el Gobierno para tratar asuntos limítrofes con el representante del Gobierno del Perú; en 1843, fue Diputado a la Asamblea Constituyente, de la que fue su Vicepresidente e integrante de la comisión que diseñó las bases de una nueva Constitución ecuatoriana. En la tercera Presidencia del caribeño Flores (que, empezada en 1843 y por lo dispuesto en el artículo 57 de la Constitución de 1843, debía concluir en 1851) fue el Presidente de la Cámara del Senado en el Congreso de 1845.

En 1845, en el marco de la revolución ‘marcista’, él fue quien, por lo dispuesto en el artículo 54 de la Constitución de 1843, debió asumir el ejercicio del Poder Ejecutivo, pues por el ‘impedimento temporal’ del Presidente Flores y del Vicepresidente Marcos, ausentes ambos de la capital, el primero en razón de combatir a los revolucionarios ‘marcistas’ y el segundo por hallarse en Guayaquil, le correspondía asumir el Poder Ejecutivo al último que había ejercido la Presidencia de la Cámara del Senado. Y ese hombre era Valdivieso y Valdivieso: en 1845, por un loco giro de la historia, era él quien ahora sostenía la Presidencia de Flores.

Ese violento año 1845 ocurrió la segunda transición política de Flores, por la que debió ceder el poder a los revolucionarios ‘marcistas’. En la de 1835, en la que el Presidente Flores pasó la Presidencia a Rocafuerte según lo acordado en un convenio, Valdivieso y Valdivieso fue el Jefe Supremo que desafió a Flores en una guerra civil. En la segunda transición, diez años después, Valdivieso y Valdivieso era quien ejercía el Poder Ejecutivo en representación del Presidente Flores. En esta condición, a Valdivieso y Valdivieso le correspondió acordar los términos de la entrega del Poder Ejecutivo con los revolucionarios triunfantes, autores del primer Golpe de Estado exitoso de nuestra historia política. Empezó a ejercer el poder un  triunvirato en el que se encontraba un viejo conocido de esta historia, el poeta José Joaquín de Olmedo***.
                              
La posición de Valdivieso y Valdivieso fue contradictoria, pero fue consistente en hallarse siempre en el lado perdedor. En 1835 como en 1845.

En todo caso, fue una vida azarosa, la del lojano Valdivieso y Valdivieso: fue el primer Alcalde del Quito republicano, fue el primer Ministro del Estado ecuatoriano, fue asambleísta constituyente, fue diputado y senador; fue Encargado del Poder y Jefe Supremo; fue rector de universidad, diplomático y reputado jurista, y además y por sobre todo, un conservador de tomo y lomo. Es justo suponer que entre los inicios de la década del veinte y los inicios de la década del cincuenta, ninguno de los asuntos públicos de relevancia que ocurrió en el Ecuador (sea en su formato de departamento, estado o república) le fue ajeno. Valdivieso y Valdivieso había nacido en Loja en mayo de 1784. Falleció en Quito, el 8 de junio de 1856.  

La explicación de su trayectoria pública tal vez pueda escrutarse en estas líneas de la ‘Oda a Miñarica’, que describen la guerra civil ecuatoriana de 1835: ‘Los antiguos amigos, los hermanos / se encuentran, se conocen y se abrazan / con el abrazo de furente saña…’. El caso es que, pasado el fragor de la batalla, esos antiguos amigos y hermanos, olvidan la ‘furente saña’ y vuelven a sus correrías de antaño y se acomodan a las nuevas circunstancias.

La política, que le dicen.

* Valdivieso era hijo de un señor Valdivieso y de una señora Valdivieso y Valdivieso. Él se casó a su vez con una Valdivieso, por lo que sus hijos fueron también Valdivieso y Valdivieso. Tres generaciones de Valdiviesos al cuadrado, o como diría ‘Tres Patines’, un Valdiviesicidio.
** Como antes de 1835 el Ecuador era un Estado supeditado a la República de Colombia y no una República en sí misma, es justo afirmar que el guayaquileño Vicente Rocafuerte fue el primer Presidente de la República del Ecuador.
*** Un país pequeño: Olmedo había sido el primer Vicepresidente de Flores, así que entre 1830 y 1845, el poder pasó de su primer Presidente a su primer Vicepresidente. Y la persona que entregó el Poder Ejecutivo a los triunviros, autores de un exitoso Golpe de Estado, fue el autor de un Golpe de Estado anterior, que resultó fallido.

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