Tres razones para que Lasso sea tercero

8 de octubre de 2020

 

Lo de fondo: la alternativa de la derecha ecuatoriana es impopular.

 

Breve repaso de la situación: Desde Quito, la derecha no ejerce un liderazgo nacional (bah, no ejerce liderazgo en general, v. ‘Quito sin liderazgo’). El emergente líder de la tendencia en Quito fue Mauricio Rodas, así que es fácil imaginarse el tamaño del fiasco (M. Rodas se convirtió en el E. Maruri interandino, n’existe pas). Desde Guayaquil, Jaime Nebot, el líder de la vieja guardia, se retiró de la política­. Otto Sonnenholzner, su posible relevo, se negó a participar en la elección. Ya solo le quedó a la derecha guayaquileña su eterno segundón, Guillermo Lasso. O como él mismo dice, ‘ya qué chucha’.

 

Esta alternativa resulta impopular por tres razones. La primera, Lasso no es un líder carismático. Es decir, su primer obstáculo es él mismo, como producto. Pero es un capricho a satisfacer, y a pesar de no estar muy dotado, Lasso se ha esforzado lo posible para mejorar su perfomance como candidato, y la verdad sea dicha, ha hecho mucho desde su primera intervención como candidato el año 2013.

 

La alternativa es impopular, también, porque Lasso es un banquero. Más allá de lo que se piense sobre la banca ecuatoriana (que tiene colmillo, ¡tiene colmillo!), al pueblo no le gustan mucho los banqueros. Cosas de un país profundamente desigual.

 

Y es impopular, finalmente, porque hemos vuelto al Ecuador de los ochentas y noventas in full swing, así que también regresó el péndulo en la elección de presidente. En esos agrestes años, dicho péndulo aseguraba la alternancia, i.e., que después de un gobierno de izquierda (Roldós y Hurtado, Borja) venía un gobierno de derecha (Febres-Cordero, Durán-Ballén). El péndulo lo rompió Abdalá Bucaram (¡todo daña!) en 1996 cuando traumatizó a Jaime Nebot*, porque su gobierno inició una sucesión de tres que no concluyeron el período presidencial. Después del último de estos períodos rotos, emergió Rafael Correa, y diez años después llegó la calamidad actual, el Mojón en la Marea de las borrascosas aguas de la derecha, Lenin Moreno.

 

Como con Moreno ha vuelto el péndulo, por pura arrechera popular (en esta elección casi no hay emociones que no sean negativas) se pasará de un gobierno de derecha (Moreno) a un gobierno de izquierda (camino que conduce a Aráuz o a Yaku). Y es que Lasso ha co-gobernado con Moreno, ha elogiado a su represora Ministro de Gobierno y ha aupado la persecución a los que le han hecho la contra al Gobierno de Moreno. Es muy fácil asociarlo con lo que se quiere dejar atrás. 

 

Y así, con todo y cancha a favor (el CNE y el apoyo de Nebot**), a Lasso le sigue resultando cuesta arriba llegar a la Presidencia, y por estas tres razones que apunto, bien podría quedar tercero.

 

* De esos polvos vinieron estos lodos: de esa derrota del ’96 viene el miedo a ser derrotado en la elección de un cuarto de siglo después. En el fondo, fue saberse un líder cantonal, con alcance en Guayas y provincias limítrofes, pero sin capacidad de crecimiento por fuera de ese sector del país. Y, sobre todo, fue no querer exponerse a ser derrotado en una elección abierta por un correísta o un indígena. Esa humillación, no.

** Pero ojo con Isidro Romero, porque Nebot es un maestro de jugar a dos puntas, aplicado discípulo de Maquiavelo como es (v. ‘El Príncipe’, Capítulo XVIII ‘Si los príncipes deben ser fieles a sus tratados’: ‘en una palabra, el príncipe prudente, que no quiere perderse, no puede ni debe estar al cumplimiento de sus promesas, sino mientras no le pare perjuicio, y en tanto que subsisten las circunstancias del tiempo en que se comprometió’).

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