El 16 de diciembre, en una entrevista en radio
RTP 96.5 (la vieja Tropicana), programa ‘Cuarto piso’, el abogado Harry Domínguez le preguntó al historiador
Enrique Ayala acerca de las ideas sobre el 10 de agosto de 1809 que lo
consideran un movimiento ‘autonomista’
antes que ‘independentista’… Mis
ideas a este respecto están muy claras, v. ‘Siglo y medio de miseria y derrotas’,
‘El 10 de agosto no fue obra de canallas’ y ‘Los dos 9 de octubre’.
El historiador Ayala, por su parte, ofreció una respuesta algo confusa al abogado Domínguez, pues criticó con adjetivos a los que sostenemos el revisionismo del 10 de agosto (por supuesto, sin especificar a alguien en concreto), balbuceó una conexión entre el 10 de agosto de 1809 y el 9 de octubre de 1820 y omitió toda referencia a acontecimientos históricos. Altisonante y vago, lo suyo fue un gran ‘deje así, deje así’ que de veras confunde, pues no parece una postura condigna a la profesión de historiador.
Al día siguiente y por las mismas ondas de la vieja Tropicana, programa ‘Cuarto piso’ entre las 8h30 y 9h30, el mismo Harry Domínguez le preguntó a un historiador guayaquileño, Willington Paredes, sobre el mismo tópico del día anterior. La respuesta de Paredes fue tan certera como desoladora, pues se la puede resumir en el triste e incontrastable hecho de que Guayaquil tiene una élite ‘desilustrada’, que no se interesa por la investigación histórica, teniendo un rico material para hacerlo…
Y estas dos conversaciones a día seguido del abogado Domínguez por las ondas de la vieja y querida Tropicana es que pintan de cuerpo entero el panorama sombrío de la historiografía nacional… pues, por una parte, están los que se niegan a reconocer las nuevas narrativas de los estudios históricos sobre la independencia americana de España, como es el caso del historiador Ayala, y por otra parte están los incapaces de producir una revisión histórica, como la élite guayaquileña que, tan angurrienta y palurda como es, es incapaz de reivindicar el rol de la ciudad en la historia nacional a conciencia y con dignidad, debido a su condición de ‘desislutrada’, o sea por palurda, lo que la RAE define como persona ‘rústica e ignorante’, es decir, son eso precisamente.
Y es una élite que cree, la pobre, que cambiarle el nombre a un aeropuerto es cosa suficiente cuando lo único que revela es cuán hondo le cala lo de palurda.
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