La conducción suicida del PSC

28 de enero de 2021


Una canción del Sabina de Física y química decía ‘¿cómo te has dejado llevar a un callejón sin salida? El mejor dotado de los conductores suicidas’. La frase describe muy bien este momento final del PSC, de cara a las elecciones del 7 de febrero. El implícito conductor suicida es Nebot.

 

Hasta antes de Octubre del 2019 el PSC iba raudo por la autopista a la Presidencia de la República, pero a febrero de 2021 se avizora que el PSC se estrellará contra un muro. Tiene todo en contra: su líder capo di tutti capi declinó participar, su partido no tiene candidato presidencial propio, su alianza + 65 no tiene fuerza y el sistema electoral no le permite a los votantes la elección entre listas, únicamente en plancha, lo que deja casi en su militancia a los que harán el esfuerzo de votar por el PSC.

 

Así, el PSC volverá a sufrir otro mazazo electoral. Antes le ha pasado, pero el PSC, guiado por Nebot, se pudo recomponer. Ahora, ya sin Nebot, ¿podrá nuevamente hacerlo? ¿O es que estamos presenciando el último viaje electoral de esta legendaria formación política, el encuentro con su muro final?

 

Amanecerá y veremos, pero me late a que sí, que presenciamos su último viaje.

Caso Carranza Alarcón vs. Ecuador

21 de enero de 2021

La orden del comisario decía que ‘el señor Carranza huyó a caballo’ después de haber causado la muerte de Samuel Mariño por disparos de su arma de fuego, en un hecho ocurrido el 15 de agosto de 1993 y presenciado por varias personas. Esta orden del comisario se la cumplió en noviembre de 1994, cuando a Carranza lo capturó la Policía Rural. La orden de su captura había emanado del comisario del cantón Yaguachi.

 

Esta escena de un asesino en Yaguachi perseguido por la Policía Rural, que parece más propia del siglo XIX, en esta oportunidad derivó en un expediente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El caso se llamó Carranza Alarcón vs. Ecuador y recibió su sentencia de fondo el 3 de febrero de 2020. Sin embargo, el señor Carranza murió antes de que la Corte Interamericana le pueda hacer justicia con su sentencia.

 

Porque, puede que el señor Ramón Rosendo Carranza Alarcón haya asesinado a balazos y en presencia de muchos al señor Mariño para luego huir a caballo del lugar de los hechos, pero es que no por eso el Estado podía actuar de cualquier manera en perjuicio de Carranza Alarcón. Y es que el Estado, una vez que el señor Carranza cayó en sus manos, abusó de él. Por su orden de prisión preventiva y por los cuatro cuatro largos años que ella se mantuvo en su contra, la Corte Interamericana examinó ‘si la privación preventiva de libertad que sufrió el señor Carranza, en el marco de un proceso penal seguido en su contra, fue compatible con la Convención Americana’ y ‘si el proceso penal transcurrió en un plazo razonable’ (Párr. 54).

 

Lo que resultó del examen de la Corte Interamericana en su sentencia del caso Carranza Alarcón vs. Ecuador fue la condena del Estado del Ecuador, primero, por la arbitrariedad de la orden de prisión preventiva dictada en contra del señor Carranza, debido a su falta de motivación y su fundamento en una norma jurídica que establecía la procedencia de la prisión preventiva en términos automáticos; segundo, por la arbitrariedad en el mantenimiento de la prisión preventiva, dada la falta de una revisión periódica; tercero, por lo irrazonable en la duración de la prisión preventiva por la inactividad de los operadores judiciales; cuarto, por lo irrazonable en la duración del proceso penal por las demoras en las actuaciones en cerca de tres de los cuatro años que demoró el proceso. De las arbitrariedades expuestas en los puntos primero y segundo, la Corte Interamericana señaló ‘que mantener privada de libertad a una persona más allá del tiempo razonable para el cumplimiento de los fines que justifican su detención equivaldría a una pena anticipada, en transgresión a la presunción de inocencia’ y declaró, en consecuencia, que el Estado violó esta garantía judicial en perjuicio del señor Carranza (Párr. 89-90).

 

Durante el tiempo en que estuvo preso de forma preventiva, el señor Carranza presentó, a través del abogado José Obando Laaz, una denuncia a la Comisión Interamericana por las injusticias de su caso. De esta denuncia hecha el 5 de abril de 1998, hasta la sentencia del 3 de febrero de 2020, pasaron casi 22 años y, entre ellos, la muerte de la víctima.

 

Carranza Alarcón fue la vigésimo segunda condena dictada en contra del Estado del Ecuador (para una idea de contexto, v. ‘Las 23 condenas de la Corte IDH al Estado ecuatoriano’ y ‘El caso ‘Guzmán Albarracín y otras’ y otros 22 casos contra el Ecuador’).

Los orígenes: Guayaquil se aleja de Quito

19 de enero de 2021


Guayaquil y Quito son ciudades fundadas el mismo año, en una misma agitada quincena de agosto de 1534 en la que parecía que se iban a enfrentar dos facciones de españoles, una comandada por Pedro de Alvarado y otra por Diego de Almagro. Una negociación resolvió el asunto sin efusión de sangre (v. ‘Quito: la ciudad que no se fundó en diciembre’).

 

El resultado de esa quincena fue que el 28 de agosto de 1534 se fundó la villa de San Francisco con el expreso propósito de trasladarla 30 leguas al Norte para ocupar un destruido pueblo de indios, de nombre Quito. La villa, efectivamente, se la trasladó a dicho territorio que los españoles ocuparon el 6 de diciembre de 1534. La ciudad de Santiago, fundada unos días antes, el 15 de agosto de 1534, iba a ser el puerto para la ciudad de Quito y con ese propósito se la trasladó a la Costa. Su primer asentamiento en este nuevo emplazamiento data de 1535.

 

Como la ciudad iba a ser un puerto para Quito, siempre se ubicó en el margen oriental del río Babahoyo, del lado del río que no se cruzaba cuando se venía desde Quito, un área de más fácil acceso para los quiteños. La ciudad que se destruyó en 1536, 1537, 1542 y 1543 por los americanos del sector, siempre se la volvió a fundar sobre ese margen oriental. Pero su último traslado, en 1547, no ocurrió por los ataques de los habitantes originarios, ni implicó moverse a otro lado del mismo margen oriental. El traslado ocurrió por una lucha de facciones entre los europeos, e implicó el traslado de la ciudad al margen opuesto a Quito, cruzando el río.

 

El caso es que entre los españoles había algunos que apoyaban al rey, pero otros que apoyaban a Gonzalo Pizarro. Los gonzalistas habían triunfado sobre Blasco Nuñez, a quien el rey Carlos I de España había nombrado en 1543 como primer Virrey de Lima y primer Presidente de la Audiencia de Lima con el propósito de aplicar las Leyes Nuevas dictadas el año anterior y con las que se pretendía moderar los abusos que los conquistadores y sus herederos cometían en perjuicio de los indígenas. Gonzalo Pizarro y su gente no consentían esta moderación. En la batalla de Iñaquito, el 18 de enero de 1546, el ejército formado por Blasco Nuñez fue vencido y él fue degollado en el campo de batalla.

 

Entonces el rey Carlos I de España nombró a un clérigo, obispo de Palencia y miembro de la Inquisición, Pedro de la Gasca, para pacificar estos territorios sublevados. En este nuevo contexto, finalmente los apoyos cambiaron y en la batalla de Jaquijaguana, el 9 de abril de 1548, el ejército de Pizarro fue derrotado por el ejército de La Gasca. Ni siquiera hubo una lucha, pues tan grande era la superioridad del ejército de La Gasca que lo que ocurrió fue un desbande. Enseguida, Pizarro encontró la muerte.

 

En el contexto de esta lucha entre La Gasca y Pizarro, debe entenderse lo ocurrido en Guayaquil un año antes de la batalla de Jaquijaguana, el 6 de abril de 1547. Pizarro había nombrado como Teniente del Gobernador en Guayaquil al portugués Manuel de Estacio. Por su parte, Francisco de Olmos, aunque pariente de los Pizarro, se había pasado al bando realista. Se dice que Olmos y otros ocho realistas, terminaron por coserlo a puñaladas a Estacio, después de sacarlo a conversar al fresco de la incipiente ciudad. También mataron a otros dos gonzalistas, Alonso de Gutiérrez y un tal capitán Marmolejo. No fue muy sutil, pero sí un modo efectivo de acabar con el gonzalismo en un Guayaquil que era un territorio ocupado por apenas 30 ó 40 españoles.

 

Estas muertes son las que ocasionaron el traslado de Guayaquil al lado opuesto de Quito, pues se temía que desde esa ciudad (Quito es ciudad desde el año 1541, ojo al dato) el Teniente de Gobernador nombrado por Pizarro, Pedro de Puelles, envíe una partida para ajustar cuentas por las muertes de Estacio, Gutiérrez y Marmolejo. Avivados por ese temor, se construyeron unas embarcaciones y los guayaquileños se movieron con sus tereques al Cerrito Verde, fuera del alcance de la posible reacción quiteña. Dicha reacción iba a pasar, pero antes de que ocurra Pedro de Puelles fue asesinado por otros españoles (se supone que comprometidos con La Gasca), el 29 de mayo de 1547. La reacción se pasmó (1).

 

Cuando las cosas se decantaron para el realismo, no había ninguna razón para que la ciudad de Santiago de Guayaquil se mantenga en el Cerrito Verde, del lado opuesto a la ciudad de Quito, de la que debía ser su puerto. El cabildo de Quito protestó en 1549 a la Audiencia de Lima: ‘Pedir que por quanto la cibdad de Santiago se pobló de próximo en el paso de Guaynacaba e para ir a venir se ha de ir con balsas y por ser puerto desta cibdad le viene daño…’. Pero ya nada cambió (2). Guayaquil creció mucho, pero ya lo hizo siempre del lado del río opuesto a Quito, cosa que únicamente se resolvió de manera definitiva con la construcción del llamado ‘Puente de la Unidad Nacional’, inaugurado en 1970, es decir, 423 años después de originados los hechos que separaron a las dos ciudades.

 

La capital y su puerto, separados desde el inicio y por varios siglos. En términos de desarrollo económico, esto sólo podía salir mal.

 

(1) Un excelente relato de este crimen y sus consecuencias se lo encuentra en el tomo primero de la gran obra de Julio Estrada Ycaza La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, publicada en Guayaquil el año 1984 por el Archivo Histórico del Guayas, en dos tomos. La única cita de este texto corresponde a las páginas 14-15 del tomo citado.

(2) Quito luego buscó otros puertos menos lejanos, pero toda empresa que emprendió, conoció únicamente el fracaso, v. ‘Esmeraldas no way’.

Versos para los Castro

17 de enero de 2021


Desde 1547, por razones principalmente defensivas, la ciudad de Guayaquil (fundada en la montaña en 1534) se situó en un cerrito con vista a un río ancho. Durante cinco reyes de la familia Habsburgo en el Reino de España (Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II), Guayaquil se mantuvo en esta tosca ubicación. Cuando expiró el último de los Habsburgo que ocupó el trono español, Carlos II, el 1 de noviembre de 1700, Guayaquil hacía poco que había empezado su vida como dos ciudades: la Ciudad Vieja, que era la ciudad que se quedó en el cerro, y la Ciudad Nueva, que era la ciudad que se empezó a construir en la sabaneta, en un espacio que Julio Estrada identificó como “un cuadrado de cinco cuadras de frente (Luque a Colón) y cinco de fondo (Pichincha a Boyacá)” [1].

 

Entre su establecimiento en el cerrito y hasta los años noventa del siglo XVII en los que una parte de la ciudad (tras la autorización en 1693 del Virrey de Lima Melchor Portocarrero -alias ‘III Conde la Monclova’) se mudó a la sabaneta, Guayaquil fue una pequeña población que ocupaba un cerro y que tenía capturada su administración por la familia Castro.

 

Este último hecho lo recuerdan estos versos:

 

Los Castro son los notarios,

Los Castro son los regidores;

Castro alguaciles mayores

y un Castro Alcalde Ordinario.

Otro Castro es Comisario

de la Hermandad, y si apura,

otro Castro hace de cura

y otro es Alférez Mayor,

y otro Fiel Ejecutor

y otro ejerce la Procura.

¡La vida es así muy dura,

mi señor Corregidor!

 

Contra Castros no hay justicia

ni vale razón ni ciencia,

ni recursos a la Audiencia

ni enemistad ni amicicia;

porque son una milicia

que su Majestad no cuenta:

una milicia que intenta,

si no ve Su Majestad,

poner sitio a la Ciudad

o poner el sitio en venta.

¡Pues sólo Dios nos sustenta

en esta calamidad! [2]

 

[1] Estrada Ycaza, Julio, ‘Desarrollo histórico del suburbio guayaquileño’, p. 19, en: ‘Revista del Archivo Histórico del Guayas’, Año 2, Número 3, Junio de 1973, Guayaquil.

[2] Chávez Franco, Modesto, ‘Crónicas del Guayaquil antiguo’, Guayaquil, 1998 [obra publicada originalmente en 1944], Tomo I, p. 264. La crónica en la que constan estos versos se llama ‘Una trinca colonial’ (pp. 259-264).