25 de febrero de 1851 (hache)

25 de febrero de 2021

El 25 de febrero de 1851, 170 años hache, el Ecuador era un ente bisoño de apenas 20 años, pero que había tenido una vida muy difícil. En sus primeros 15 años había soportado la dominación militar grancolombiana hasta que se expulsó al general caribeño Juan José Flores, en el que fue el primer golpe de Estado exitoso de nuestra historia política (AKA ‘la revolución marcista’). Luego vino un régimen completo, el del zambo guayaquileño Vicente Ramón Roca, entre 1845 y 1849, pero por no haber un acuerdo en el Congreso para designar a su sucesor, ocurrió el primer ascenso de un Vicepresidente a la Presidencia, con la subida del Vicepresidente de Roca, el quiteño Manuel de Ascázubi, un aniñado de aquellos. Pero Ascázubi [v. ‘Guayaquil frente a Quito y el síndrome de Ascázubi’] duró poco, porque a él le practicaron el segundo golpe de Estado exitoso de nuestra historia. Lo capitalizó el guayaquileño Diego Noboa, quien convocó a un Congreso para legitimar en derecho el uso de la fuerza. Y ese 25 de febrero de 1851, 170 años de esto, el Congreso nombró Presidente Constitucional de la República a Diego Noboa y aprobó la quinta Constitución que iba a regir los destinos jajajajajajajajaja de la Patria (1). Estado independiente desde 1830, el Ecuador había tenido una vida muy difícil: es el hacherito sudamericano.       

 

El Presidente Noboa duró poco. Él se pensó otra cosa (‘Hombre mediano, se creía grande sin tener para serlo ni malas ni buenas cualidades’, dijo de él Aguirre Abad, v. ‘El historiador se escribe’), pero era un peón de un ajedrez que otros estaban jugando. Fue un tonto útil, pues ese mismo año, el 17 de julio, se cumplió el tercer golpe de Estado exitoso de nuestra historia. Un extranjero, algo fabulador, lo cuenta así:

 

‘[E]l general Urbina envió un destacamento de cincuenta soldados a recibir a Noboa. Éste descendió tranquilamente a la orilla en una barca a remo, acompañado de algunos amigos. Una escolta de cuarenta hombres le seguía de cerca. Noboa se mostraba con plena confianza cuando el gobernador de Guayaquil le abordó y le dijo:

 

- Presidente, queda Ud. arrestado

- ¿A nombre de quién?

- A nombre del general Urbina, Jefe Supremo.

- Ah, ¡jamás lo habría pensado!  

 

Noboa no pensó en ofrecer resistencia, inútil por lo demás. La escolta, por su parte, fraternizaba con el destacamento insurgente. La noche la pasó como prisionero, bajo los mismos arcos del triunfo que atravesó como primer magistrado de la república’ (2)

 

Urbina repitió entonces la fórmula que naturalizaba la inestabilidad: convocó a un Congreso, dictó una nueva Constitución (la sexta) y se eligió Presidente Constitucional (el quinto). Y así, el hacherito sudamericano siguió su camino. Le esperan aún muchas aventuras, que no quiere decir que sepa aprender de sus lecciones (3). 

 

(1) Fun fact: el que tres de cuatro Presidentes hayan podido completar un período presidencial (V. Rocafuerte entre 1835 y 1839, J. J. Flores entre 1839 y 1843 y V. R. Roca entre 1845 y 1849) en esos 20 años es una verdadera rareza (v. ‘La ‘estabilidad política’ del Ecuador en sus 189 años’). Así es el hacherito, el hacherito es así.

(2) Holinski, Alexander, ‘Ecuador. Escenas de la vida en América del Sur’, Ediciones Abya Yala, Quito, 2016, pp. 57-58 [originalmente publicado en París, en 1861]. Para Holinski, Noboa era ‘hombre sin estatura política, uno de esos maniquíes que se coloca en el escaparate de la política para mover a gusto’ (p. 53).

(3) Parece que la droga le ha carcomido el cerebro, estupidizándolo de manera irremediable.

Sociedades partidas (de la risa)

23 de febrero de 2021


¿Por qué pasaron de moda los chistes de San Juanico?

R: Porque se quemaron muy rápido

 

El 19 de noviembre de 1984 cuatro explosiones mayores, a las 05h40, 05h48, 06h20 y 06h24 de la mañana, además de muchas otras menores, causaron en San Juan Ixhuatepec, Estado de México, unos 500 muertos, 2.000 heridos, 10.000 damnificados y unas 1.500 casas destruidas, según registros oficiales. Según los vecinos de San Juan, que a su asentamiento informal lo conocen como San Juanico, los muertos pasaron de los 2.000. El suyo era un asentamiento paupérrimo, situado al costado de una planta de almacenamiento de gas licuado de Petróleos Mexicanos, PEMEX. Fue la negligencia de PEMEX la que causó las explosiones y los muertos y heridos y daños de ese 19 de noviembre.  

 

En un artículo de Carlos Monsiváis sobre estos hechos, ‘San Juanico: los hechos, las interpretaciones y las mitologías(1), se lee: ‘El fuego devasta San Juan Ixhuatepec. En muchas casas, todos los habitantes mueren al instante, familias enteras abrazadas en la desesperación o aún dormidas. Los demás salen a la calle como pueden, en pijamas, calzoncillos o absolutamente desnudos, en el pleno estupor de la huida. Algunos van envueltos en llamas’ (p. 123). Unas escenas dantescas, pasto para el humor negro.

 

Pues lo siguiente que explotó fueron los ‘chistes de San Juanico’, los que gastaron las risas de la clase media mexicana por aquellos días. Monsiváis describió a este fenómeno así: ‘La clase media se ha topado con otro filón de temas de conversación casual, refrendando el éxito de los insultos aderezados contra quiénes se considera primitivos o ignorantes o estúpidos o socialmente repugnantes o simplemente feos (nada mejora tanto los chistes como la hostilidad previa contra su objetivo)’ (p. 144). A guisa de ejemplo:

 

Antología temática A

 

1. ¿Cuál es el colmo de los habitantes de San Juanico?

R: Pedir que les incineren a sus muertos.

2. ¿A qué juegan los niños de San Juanico?

R: A las manitas calientes

3. ¿Por qué se enojaron los de Tepito con los de San Juanico?

R: Porque no los invitaron al reventón.

4. Una señora va a adoptar un niño de San Juanico y le preguntan en qué término lo quiere.

 

Las sociedades latinoamericanas están partidas entre sus pequeñas capas de clases media y alta y una mayoría de desposeídos que viven en los cinturones de miseria urbana. (En cuanto a sus resultados urbanos en Guayaquil, v. ‘Monte Sinaí’ y ‘Guayaquil y el modelo que tocó fin’.) Lo que pasó en San Juan Ixhuatepec no podría ocurrir en Pedregal, Coyoacán o la Colonia del Valle, sectores de clase media y alta donde no existen ni esferas ni salchichas que contengan peligroso material inflamable. San Juanico ya estaba allí cuando se empezaron a construir las instalaciones de PEMEX en 1961, pero ellos eran pobres, entonces, no importaba.

 


La historia de esta catástrofe tiene todos los elementos de la negligencia administrativa. De ella, Monsiváis descarta la posibilidad de que se trate de un accidente: ‘descuido, corrupciones mayores o menores, olvido programado de las condiciones de seguridad, desatención de las protestas, jactancia que considera imposibles los percances de consideración, fe en el círculo protector de las inercias’, le impedían a Monsiváis aceptar esa hipótesis. Más bien, aceptaba que era una consecuencia de la vida miserable en los arrabales de la capital, ‘una historia ‘típica de la expansión del estado de México, la depredación habitual: a una ampliación urbano-ejidal de 1925 la sucede, en los sesentas, el crecimiento desenfrenado, producto de la necesidad de vivir lo más cerca que se pueda del Gran Surtidor de Empleo, la capital’ (2).

 

Todo estaba mal, pero la clase media no podía parar de reír:

 

Antología temática B

 

5. ¿Por qué los habitantes de San Juanico no pusieron arbolitos de Navidad este año?

R: Porque le tienen miedo a las esferas.

6. Ahora el día de fiesta para los de San Juanico ¡será el Miércoles de Ceniza!

7. ¿Cómo se le hace para que quepan 90 niños de San Juanico en un Volkswagen?

R: ¡Metiéndolos en un cenicero! (3)

8. ¿Qué le pidieron los niños de San Juanico a los Reyes Magos?

R: Un carrito de bomberos.

 

(1) Monsiváis, Carlos, ‘Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza’, Ediciones Era, México D.F., 2001 [Primera edición: 1987], pp. 123-150. El artículo es, realmente, la amalgama de dos que se publicaron en la revista Proceso: uno el 20 de febrero de 1985 y titulado ‘Panorama del desastre’, y, otro, publicado el 31 de diciembre de 1984 y titulado ‘De las consecuencias sociales’. Las citas y las antologías corresponden a estos dos artículos.

(2) Monsiváis recuerda al político-empresario Carlos Hank González, quien recomendaba: ‘Adquiere grandes extensiones a bajísimos precios, aguarda, deja que te invadan una parte, haz que el gobierno que también es tu socio te compre a precios altísimos la zona invadida, y fracciona el resto’. En el Ecuador, Jaime Nebot es el más aplicado político-empresario en seguir el consejo del mexicano Carlos Hank.

(3) Este chiste también aplica a judíos.