Publicado
el 17 de junio de 2022 en diario Expreso.
La revolución Juliana
produjo un gran cambio institucional y originó el mayor período de
inestabilidad política en la historia de un país siempre convulsionado por
guerras civiles, revoluciones y golpes de Estado. Hasta la llegada de la Juliana
en 1925, el Ecuador había conocido el período más largo de estabilidad en sus
95 años de historia como Estado independiente, con la sucesión de tres
gobiernos que entre 1912 y 1924 concluyeron sus períodos de cuatro años (los del
general Leonidas Plaza, Alfredo Baquerizo y José Luis Tamayo). Tras la
revolución Juliana, el Ecuador no volvió a tener un Presidente que concluyó su
período de gobierno hasta Galo Plaza (1948-1952, hijo del general Leonidas).
El gran cambio que se
instituyó en la Constitución de 1929 fue romper con la tradición
presidencialista constante en las doce Constituciones precedentes y crear un
gobierno semi-parlamentario en el Ecuador. Por esta Constitución, al Poder
Legislativo se le otorgaron facultades que el historiador Pareja Diezcanseco
calificó de omnímodas y que describió así: ‘cualquier legislador podía
individualmente interpelar a los ministros de Estado […] y pedir su censura y
el voto de desconfianza, que podía ser extendido, en la misma sesión, a todo el
gabinete. Esto equivalía a obligar al presidente a la designación de ministros
que merecieran la simpatía de la legislatura’.
El saldo de esta
novedad fue que ninguno de los tres Presidentes del Ecuador elegidos por el
pueblo durante la vigencia de la Constitución de 1929 (Bonifaz, Martínez,
Velasco) concluyeron su período. Neptalí Bonifaz ni siquiera pudo iniciarlo,
pues en agosto de 1932 el Legislativo lo descalificó por peruano, hecho que
ocasionó una guerra civil que se recuerda como ‘la guerra de los cuatro días’ y
que costó alrededor de 2.000 muertos. Juan de Dios Martínez Mera sintió la
potencia del régimen semi-parlamentario: destituyeron a su gabinete de
Ministros hasta por vicio. (Una figura descollante emergió de esta arremetida de
los diputados contra el Presidente y su gabinete: el intelectual quiteño José
María Velasco Ibarra.) Finalmente, el Legislativo decidió la destitución del
Presidente Martínez en octubre de 1933.
Velasco Ibarra
aprovechó su popularidad por la demolición de Martínez para candidatizarse a
Presidente e inaugurar la política de masas en el atribulado Ecuador. Él
triunfó en las elecciones de diciembre de 1933 y empezó a gobernar el 1 de
septiembre de 1934 en la que fue la primera de sus cinco Presidencias. No duró
ni un año en el ejercicio del poder y cayó el 20 de agosto de 1935 precisamente
por querer escapar del imperio de la Constitución de 1929: quiso declararse
dictador y las tropas no lo apoyaron. De este fracaso surgió su célebre frase:
‘Me precipité sobre las bayonetas’.
Después el país cayó en
manos de dictaduras y breves gobiernos civiles de encargo. En este período fue
desconocida la Constitución de 1929. La siguiente elección popular en 1940 se
rigió por la Constitución de 1906 y el Presidente elegido, Arroyo del Río,
tampoco concluyó su período. Lo interrumpió el 28 de mayo de 1944 otra
revolución, que inició un nuevo momento de la historia política del Ecuador y a
la que se recuerda como ‘Gloriosa’.
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